jueves, mayo 18, 2017

2017, un año de recuerdos de la conspiración que tejió la Nakba palestina

El sabor amargo a hiel de la Nakba (Catástrofe), caló las fibras palestinas en un año muy especial que potencia la memoria cargada de escenas de dolor y sufrimiento en la larga y milenaria historia de mi pueblo cananeo-semita-palestino. Nunca se recordó en el concierto de las invasiones y ocupaciones de Palestina durante miles de años tanta humillación y degradación del pueblo palestino como la de la actual y transitoria ocupación sionista-israelí.
Como jerosolimitano palestino, exilado a consecuencia del laudo de la comunidad internacional, me resulta punzante recordar los 120 años de la declaración sionista de Herzl; los 100 años de la Carta de Balfour; los 70 años de la ‘Partición’ de mi país y su consecuencia en la Nakba con el robo de nuestro territorio; los 50 años de la ocupación del resto de mi patria y los 40 años de la estrategia de la ONU de borrar el doloroso día de la ‘Partición’ por un día de solidaridad internacional. Asimismo, recordar con esperanza los 30 años de la Intifada por la dignidad y la libertad.
Para mi conciencia nacional y la de nuestro pueblo, el año 2017 recuerda las principales fechas de la telaraña que fue tejiendo el designio sionista para la caída de Palestina. Se cumplieron 120 años del primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza, donde el austrohúngaro-judío Theodor Herzl, en agosto de 1897, sin un hilo conductor genético, llamó desde Europa a establecer un estado judío en Palestina.
Son los 100 años de la fastidiosa carta conocida como la declaración británica de Arthur J. Balfour, enviada en noviembre de 1917 al barón Lionel Walter Rothschild, líder sionista británico, reconociendo el deseo de la Corona de establecer un Hogar Nacional Judío bajo el auge de la ocupación inglesa a Palestina. En el inexorable complot británico-sionista, se quebraban los intereses opuestos de ambos. Inglaterra sólo quería un Hogar Nacional Judío y los europeos-sionistas una Palestina judía, mientras, poco les importaba los derechos nacionales de mí pueblo.
Desde el dolor. El 2017 marcó los 70 años de la antijuridica ‘Partición de Palestina’ el 29 de noviembre de 1947 por las Naciones Unidas, que significó el impetuoso recambio de europeos-judíos por el milenario pueblo palestino y el estallido de la Nakba (Catástrofe) con la creación de Israel el 15 de mayo de 1948 sobre los cimientos de las masacres, la destrucción de 418 aldeas y ciudades palestinas, y el robo del 78 por ciento del territorio de la histórica Palestina con el sector Occidental de nuestra capital Jerusalem por el terrorismo europeo-judío-sionista. Al violar el 55 por ciento otorgado por la ONU en la ‘Partición’, los israelíes imprimieron su futuro precedente expansionista. Con contradicciones, en su enredo y sin asumir responsabilidad por el arrebato de nuestros derechos nacionales palestinos, la ONU en su resolución 273, borró su diseño de ‘dos estados’ y reconoció con plenos derechos en mayo de 1949 al ‘Estado de Israel’ sin reconocer el Estado de Palestina o mal llamado Árabe por ellos, tal como lo inscribieron en la resolución de la ‘Partición’. Sometiendo a nuestro pueblo palestino el castigo de ser refugiados, además, de los conspirativos intentos de suprimir la preservada raíz y nacionalidad palestina que brotaba a lo largo y ancho de los 27,009 kilómetros cuadrados de Palestina.
Luego de haber vencido en 6 días a cuatro ejércitos árabes. En el múltiplo de las injusticias, se cumple el 5 de junio de 1967, los 50 años de la ocupación militar israelí del resto del 22 por ciento de la Palestina histórica con el sector de la vieja Jerusalem, provocado por el Causus Belli (Motivo de Guerra) sionista para expandirse sobre la totalidad de Palestina, ocupar el estratégico Golán sirio y el desierto del Sinaí egipcio. Aunque éste, fue devuelto tras la habilidad del ocupante de reducir y doblegar a Egipto, la mayor potencia militar de ese entonces, a los intereses israelíes, con el cual hoy, ambos se regocijan por sus relaciones diplomáticas plenas.
Es imposible evitar el rechazo al cumplirse los 40 años de la fatídica resolución de la ONU 32/40-B de diciembre de 1977, que declaró el 29N ‘Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino’, como parte de una metodología de lavado de conciencia en el recuerdo de tan magra fecha. Embrollando con un día de solidaridad la infausta ‘Partición’ y usurpación de nuestra patria. El complot sobre mi país quedó plasmado. La Nakba continuó con su vía crucis.
Entre los logros y desaciertos de la revolución palestina iniciada por el comandante mártir Yasser Arafat en la década del ’50, se fueron potenciando los sentimientos populares de dignidad. El 2017, también revive el recuerdo de los 30 años de la Intifada (Rebelión) popular palestina. Las piedras lanzadas por los niños palestinos paralizaron al sofisticado ejército y redujeron la prepotencia israelí que se tropezó con su propio caldo de cultivo. La Intifada iniciada el 8 de diciembre de 1987 conocida como la ‘Guerra de las Piedras’, si bien tomó un fuerte carácter mediático, no fue la primera y la actual ‘Intifada por Jerusalem’ no es la tercera como se mal llama, sino, son parte de las rebeliones o intifadas que el pueblo palestino utilizó a lo largo de la historia para desprenderse de las ocupaciones de turno, desde los romanos hasta la actual ocupación israelí.
A modo de reflexión. La conciencia internacional en su cómoda reparación moral con el sufrimiento judío en Europa, ignoró las consecuencias y los sufrimientos de mi pueblo palestino en su patria. La ONU y los gobiernos internacionales, incluyendo los árabes, deberían hacer un mea culpa; abrir los archivos de la historia de la catástrofe palestina; analizar la antijuridica resolución 181 de la ‘Partición de Palestina’ y los motivos que llevaron al organismo a v iolar el espíritu de su Carta Magna de 1945 que no le otorga atribuciones para arbitrar una partición territorial.
Tras décadas de la pérdida de la patria, debe haber una reparación digna, honesta y justa con nuestro pueblo. Se debe restituir nuestros derechos nacionales sobre nuestro legitimo e histórico solar, basados en la ley internacional y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la ONU (10/12/1948), que en dos de sus 30 artículos denostó la precariedad jurídica de la ‘Partición’: “Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad” (Art.17.2). “A nadie se le privará arbitrariamente de su nacionalidad” (Art. 15.2).

Suhail Hani Daher Akel

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