miércoles, mayo 24, 2017

Historia del movimiento obrero uruguayo



Parte I

Orígenes del movimiento obrero uruguayo hasta 1917. Conformación, primeras peleas y pasos hacia la organización sindical.

Contexto internacional y surgimiento de los sindicatos

Al calor del crecimiento de Montevideo como capital portuaria en el marco de la inserción de Uruguay como proveedor de materias primas en el mercado internacional, del aumento de la producción rural y la aparición de las primeras fábricas, se forjan las primeras experiencias de lucha y organización de los trabajadores en Uruguay donde se destaca gran influencia de los inmigrantes europeos.
Con el desarrollo del capitalismo en todo el mundo, aunque de forma desigual pero con una influencia global consolidada a partir de la Segunda Revolución Industrial desde mitad del Siglo XIX, la formación de las clases fundamentales y el ansia de ganancias de la burguesía, fueron dando lugar a las primeras manifestaciones de resistencia de los obreros junto a las primeras organizaciones para enfrentar los ataques patronales.
Al darse cuenta del poder que tenían a través de la solidaridad, la organización y la lucha, esas formas organizativas obreras fueron las primeras herramientas para conquistar derechos y reivindicaciones salariales.
Este es el origen de los sindicatos y organizaciones obreras como fenómeno que se dio en todas partes del mundo, sin quitar las particularidades de cada región, y que significó un cambio importante que marcará la historia de lucha de la clase obrera mundial. A medida que avanzaba el capital, también avanzaba el número y poder del proletariado y así también el desarrollo de sus organizaciones y de sus corrientes ideológicas y políticas como el socialismo y el anarquismo, que fueron grandes protagonistas en la organización de la clase obrera.

Uruguay: organización y lucha obrera

Nuestro país tiene su origen más bien en la integración de oleadas de inmigrantes a nuestra sociedad que a un desarrollo industrial autóctono. Hay registros demográficos que muestran una transformación radical de nuestro país desde mediados del siglo XIX hacia el 900, saltando por ejemplo la población de Montevideo en 1852 de 131.969 habitantes a 647.313 habitantes en 1900, de ellos la población extranjera osciló entre el 45 y 47 por ciento (1). A esta oleada de inmigración extranjera que era principalmente de Europa se sumaba la inmigración interna del pobrerío rural que fue expulsado del campo por la introducción del alambrado a partir de la dictadura de Latorre en la década de los 70s.
Justamente en la década del 70 aparecen las primeras organizaciones que tenían como característica la forma de gremios por oficios oscilando entre posturas colectivistas y mutualistas con gran variedad ideológica, aunque inscriptas dentro de las ideas anarquistas.

Primeras organizaciones

La Sociedad Tipográfica Montevideana fue fundada en 1870. En 1873 hay registro de un núcleo de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o Primera Internacional, que en 1876 se organiza como Federación Regional de Montevideo, luego denominada Federación Regional del Uruguay y que llegó a integrar por la época dos mil socios y seis oficios.
Más hacia la década de los 80s se registran las primeras grandes luchas como la huelga minera de Cuñapirú (Rivera) en 1880 que, según relata el historiador López D’Alessandro: “El conflicto fue dilatado. Dura desde el 15 de enero hasta agosto, escalonándose a través de varias huelgas a lo largo de estos meses, llegando a intervenir, primero la policía, luego ’un piquete de artillería, el que hizo que se restableciera el orden y pide (la compañía) para repeler tales abusos, se aumente el personal de policía hasta el número de 122 Guardias Civiles, armados de Remington, necesitando, por tanto, el número necesario de carabinas’. El socorro militar buscó impedir ’más movimientos de rebelión contra los obreros’ “ (2).
También la huelga de los fideeros de 1884 tiene características relevantes por ser la primera organizada por un sindicato vinculado a la AIT, por abarcar a lo que hoy llamaríamos toda una rama de actividad y por su grado de adhesión ya que llegó a tener a 500 trabajadores en huelga (3).
Ya a fines del Siglo XIX se dan conflictos como los de los albañiles, los tranviarios y portuarios que pautan el giro más clasista de los conflictos y la mayor influencia de la modernización económica en el ámbito urbano.
Debemos destacar, entre tanto, la primera celebración de un 1° de Mayo en Uruguay en el año 1890 en el marco de una campaña internacional por jornadas de trabajo de 8 horas.

Hacia la primera central sindical

En los comienzos del Siglo XX el joven movimiento obrero uruguayo avanza en su organización y crecimiento, forjados también en las primeras experiencias de lucha que tuvo en las huelgas desde finales del siglo XIX contando ya con decenas de organizaciones. “Hacia 1905 existían un total de 38 asociaciones, casi todas basadas en oficios. Dos nuevas instituciones reflejaban el crecimiento del movimiento: la Unión de Trabajadores de diferentes oficios en el Puerto de Montevideo y la primera federación moderna de sindicatos: La FORU” (4).
En 1905 se funda la Federación Obrera Regional Uruguaya (FORU), central de tendencia anarquista. En su composición todavía predominan sectores más bien de artesanos y pequeños medios de producción con un carácter urbano pero en un país que estructuralmente no poseía grandes industrias y por lo tanto sin la característica clásica de los sectores obreros en los países europeos de la época.
El militante trotskista Alberto Sendic – y hermano de Raúl, el líder tupamaro - ilustra algunos de estos elementos: “Predominaban los artesanos, trabajadores individuales o de pequeñas empresas. Su espacio social no es el de las capas más explotadas y miserables. Las contradicciones fundamentales de la sociedad no se dan en el seno de estas capas urbanas, con trabajos más o menos estables, con cierto acceso a la educación, donde existe una movilidad social y esperanzas de cambio (...) El traslado al Uruguay del esquema de caracterización de clases de los países industriales y las formas de organización surgidas en esa relación de fuerzas distinta no produjo los mismos efectos. Favorece las utopías, las tendencias a completar subjetivamente lo que la realidad no completaba. La organización obrera está mucho más delimitada que la clase obrera. La FORU constituye lo que se ha llamado un “partido anarquista” más que una organización sindical de masas”(5).
Los socialistas en ese período apostaron a una estrategia electoral y tuvo fuerte influencia de “sectores intelectuales” lo que le restó incidencia en la clase trabajadora. En 1905 se crea la UGT (Unión General de Trabajadores) en la que los socialistas intentaron, sin éxito, incidir en los trabajadores. Por ese entonces la FORU con su política “anti-electoral” representaba, a pesar de su sectarismo, la independencia de la clase trabajadora de los partidos burgueses. Debemos recordar que los socialistas liderados por Frugoni plantearon la alianza con el batllismo en más de una oportunidad.
La Revolución Rusa, que hará saltar por los aires el régimen burgués – y las cabezas de muchos reformistas que veían la instauración del estado obrero como una locura aventurera – repercutirá de forma específica en el movimiento obrero uruguayo, que venía fortaleciéndose con algunos combates importantes como el conflicto de los ferroviarios y la Primera Huelga General de 1911, ambos protagonizados por la FORU.

Claudio Álvarez
Sebastián Artigas

CITAS:

1 - López D’Alesandro, Fernando. Historia de la izquierda uruguaya. Segunda edición, 1994,pág. 44
2- Idem, pág. 59
3- Idem, pág. 73
4- Finch, Henri. Historia económica del Uruguay contemporáneo. Ediciones de la Banda Oriental S.R.L. 1980. Pág. 226.
5- Sendic, Alberto. “Movimiento obrero y luchas populares en la historia uruguaya”. Editado por el Movimiento de independientes 26 de Marzo en Uruguay. Pág. 15.

Parte II

De 1917 a 1945: La influencia de la Revolución Rusa en Uruguay. Luchas obreras en los años `30. Huelga del Frigorífico Nacional y II Guerra Mundial.

La Revolución Rusa trastoca las ideas del proletariado mundial

Con la Revolución Rusa en octubre de 1917, que trajo consigo la fundación de la III Internacional, grandes sectores de proletarios en todo el mundo empiezan a simpatizar con el Partido Bolchevique y esto tiene su correlato en Uruguay.
La Revolución Rusa logró concretar algunas de las ideas del marxismo, de que la clase trabajadora asuma su destino histórico de liberación de las relaciones de explotación y tome el poder de una nación que incluye además a otras clases oprimidas como el campesinado, expropiando a los capitalistas sus industrias y su estado. Esta alianza revolucionaria obrero-campesina orientada a través de una estrategia proletaria que determina el carácter de clase del nuevo estado, es lo que permite que la gran revolución se asiente. El Partido Bolchevique dirige a la clase obrera al poder pero son los soviets de obreros, soldados y campesinos los organismos del nuevo estado. Millones de obreros en el mundo tomaron conciencia que la expulsión de los opresores y la toma del poder no era una utopía, ya era un hecho en Rusia y podía extenderse.
Respecto al impacto en nuestro país, como cuenta Delía “Anarquistas y socialistas polemizan intensamente y se van delineando posiciones que, a breve plazo, afectarán la orientación y la estructura del movimiento sindical.” (1).
En 1920 el Partido Socialista de Uruguay, a diez años de su fundación, acepta los “21 puntos” propuestos por el dirigente de la Revolución Rusa Lenin a los partidos socialistas del mundo a fin de nuclear las fuerzas revolucionarias detrás de la triunfante revolución rusa y consolidar la nueva internacional de los trabajadores. Así el PSU se transforma en el Partido Comunista de Uruguay adhiriendo a la III Internacional. El sector más liberal que no acepta dicha trasformación refunda el Partido Socialista que será liderado por Emilio Frugoni.
Por su parte, entre 1921 y 1923 se produce una ruptura en la FORU de militantes que simpatizan con la Revolución Rusa, que junto con militantes del Partido Comunista uruguayo fundan la USU (Unión Sindical Uruguaya).
Durante este período existieron distintos ejemplos de solidaridad internacional como la Campaña y Paro General de 1927 en protesta y solidaridad con los trabajadores anarquistas detenidos en Estados Unidos Sacco y Vanzetti.
Con la muerte de Lenin a principios de 1924 y el acenso de Stalin se empieza un giro en la orientación de la URSS que fue acompañado por casi todos los partidos comunistas en el mundo. En nuestro país un proceso de luchas internas en la USU deriva en 1929 en la creación de la CGTU de orientación comunista, esto puede estar coincidiendo políticamente con la lógica del “tercer período” de la Internacional Comunista, donde los partidos comunistas tuvieron un giro “ultraizqueirdista” al rechazar hacer frente con los socialdemócratas a nivel sindical para enfrentar al fascismo que crecía también en los sindicatos, y es así que la URSS dirigida por Stalin llama a fundar los llamados “sindicatos rojos” mientras el fascismo seguía creciendo. En ese mismo año se funda la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay, FEUU.

Cambios en el país: golpe, represión y giro económico

Ante el Golpe de Estado de José Luis Terra en 1933, el cual desarrollará una dura represión a las organizaciones de trabajadores, ninguna de las tres confederaciones sindicales tiene una respuesta contundente. Por ejemplo, tal como describe el historiador Rodolfo Porrini, “la FORU se declaró ‘prescindente’ ante lo que consideró un simple cambio de gobierno” (2).
A partir de 1936 se van a dar algunas modificaciones en el plano económico que van a impactar en la composición orgánica de la clase trabajadora y también en su ideología. En este sentido, Porrini afirma que “al calor de una industrialización sustitutiva de importaciones comenzó a crecer la clase obrera industrial y los trabajadores de los servicios, así como el peso de los asalariados en la sociedad. Así mismo se fueron produciendo cambios en el sindicalismo: en su estructura (sindicatos por rama en vez de por oficios), en su orientación ideológica (aumento del peso de las corrientes marxistas, en especial la comunista) y en sus bases sociales (la clase obrera industrial en la capital y otras ciudades del Uruguay)” (3).

La lucha del Frigorífico parte aguas en el marco de la Segunda GM

Entre 1942 y 1944 se desarrollan distintos hechos destacados. En el 42 se crea la UGT (Unión General de Trabajadores), intento de central sindical impulsada por el Partido Comunista diluyéndose allí la CGTU.
El intento hacia una central única se ve interrumpido por la actitud burocrática y pro-patronal del Partido Comunista Uruguayo hacia el conflicto protagonizado por el Frigorífico Nacional en 1943, que contó con el apoyo y la simpatía de todo el movimiento obrero de la época.
En el marco de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el estado uruguayo exportaba carne al bando aliado, del que formaba parte la URSS. La postura de la dirección de aquel país, y por ende de todos los partidos comunistas de los distintos países, era la de defender una alianza con el “imperialismo democrático” contra el fascismo de Hitler. En Uruguay, esta política estalinista de conciliación con los intereses de las potencias norteamericanas y británicas se expresó en la negativa expresa del PCU de apoyar y desarrollar la huelga que los trabajadores frigoríficos venían sosteniendo contra la patronal por sus propias demandas y reclamos. El motivo de esta negativa era que se estaba boicoteando el aprovisionamiento de alimentos que Uruguay hacía al frente aliado.
Como consecuencia de esta postura pro-imperialista y objetivamente anti-obrera de los comunistas uruguayos, se rompe la UGT y se crea la Federación Autónoma de la Carne (FAC), germen de la futura Coordinadora de Sindicatos Autónomos (CSA) que derivará en la Convención Nacional de Trabajadores (CNT).
Una postura contraria que planteaba delimitación de clase fue la expresada en la declaración de la FEUU para el 1º de Mayo de 1944. En la misma la Federación cuestionaba tanto al fascismo como al “imperialismo democrático”, a la vez que reivindicaba la independencia de los trabajadores y la unidad obrero-estudiantil. Esta posición fue atacada por el PCU acusándola de “nazi-trotskista”.

CITAS:
(1) Delía, Germán. El movimiento sindical. Nuestra tierra, Nº 4. 1969. Pág. 8.
(2) Porrini, Rodolfo. Movimientos sociales. Nuestro tiempo, Nº4. 2013-2014. Pág. 13.
(3) Porrini, Rodolfo. Movimientos sociales. Nuestro tiempo, Nº4. 2013-2014. Pág. 13-14

Claudio Álvarez
Sebastián Artigas

Parte III

De 1945 a 1958: Segunda Guerra Mundial. La lucha de los Gremios Solidarios y el comienzo del ascenso obrero y popular.

Los “beneficios” de la coyuntura internacional marcada por la guerra

El final de la Segunda Guerra Mundial fue un acuerdo entre las principales potencias imperialistas y los dirigentes de la Unión Soviética contra la Alemania nazi. Estas potencias supuestamente “democráticas” dividieron el mundo en zonas de influencia tanto económica como política garantizando el compromiso de no agresión y, por lo tanto, de convivencia pacífica.

En la entrega anterior habíamos señalado la política pro-imperialista que sostuvo el Partido Comunista Uruguayo en este período a partir de su alineamiento internacional con el campo de las potencias aliadas, postura que lo llevó a alinearse con los intereses burgueses y ponerse manifiestamente en contra de los reclamos de los trabajadores, tal como sucedió en la famosa Huelga de los Frigoríficos. En el mismo sentido, mencionábamos en la entrega anterior el ataque realizado por el PCU a la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) por plantear una postura independiente de cualquier bando burgués-imperialista.
Estas posturas del Partido Comunista - que ya para esa época ejercía una influencia importante en amplios sectores de los trabajadores organizados – han tenido consecuencias muy negativas al interior de la organización obrera y de la subjetividad y conciencia permitiendo que se asiente la lógica de la conciliación de clases cuando, desde Marx a la fecha, se sabe que burgueses y proletarios tienen intereses antagónicos y, hasta, irreconciliables.
A la salida de la Segunda Guerra Mundial, que se extendió con la Guerra de Corea y con el período denominado “Guerra Fría”, Uruguay venía de un proceso ascendente de industrialización mediante el modelo de “sustitución de importaciones” iniciado en los 30 con la dictadura de Terra. Por ejemplo, del 30’ al 50’ se duplicó la producción industrial respecto al Producto Bruto Total. Este proceso de incipiente industrialización consistió básicamente en aprovechar la renta ganadera y las crisis en los países industrializados para generar una industria local. Esto favoreció el crecimiento de la masa trabajadora y pronto aumentaría su rol como dinámico actor político.
Pero los planes de la burguesía y los gobiernos de turno se empañarían rápido ya que el desarrollo de la clase trabajadora a nivel cuantitativo también se expresa en su conciencia y organización, y a través de un fenómeno de politización y combatividad de amplios sectores obreros y también estudiantiles, marcando los inicios de un ascenso obrero y popular caracterizado por grandes movilizaciones y enfrentamientos directamente contra el gobierno y las fuerzas represivas.

El proceso de expansión de los trabajadores y el ascenso obrero y popular

El ascenso obrero se expresó en grandes conflictos y tuvo dos respuestas del régimen burgués uruguayo.
Por un lado la represión de la lucha de los trabajadores con la implementación de las llamadas “medidas prontas de seguridad” y el surgimiento y accionar de las bandas fascistas que ya para ese momento operaban ensañándose con dirigentes sindicales y militantes sociales.
Por otro lado, el intento de “reglamentación” de estos sectores y de intentar contener los conflictos desde el aparato de estado. Por ejemplo, por estos años se aprueban leyes como la de Consejos de Salarios sancionada en 1943. Este tipo de leyes intentan “regularizar” o “pautar” las negociaciones salariales planteando al estado uruguayo como árbitro aparentemente “neutral” entre los trabajadores y los patrones. Este tipo de leyes suelen generar la ilusión de que lo que determina un acuerdo salarial es una mesa de negociación y no la lucha de clases. Esto último dependerá de la postura que tomen los sindicatos y por lo tanto la postura de las direcciones de los mismos.
En este contexto se destaca el Paro General de 1947 contra el intento de legislar el accionar sindical, como un mojón en la acción común de las filas obreras, ya que pararon todos los sindicatos.
En 1951 surge la coordinación de los “Gremios Solidarios” que defiende la autonomía de los sindicatos respecto al Estado desarrollando distintos conflictos. Esta coordinación “impulsó en setiembre una ´huelga general´ en apoyo al naciente sindicato en Ancap -que resultó triunfante-, y otra en 1952 que requirió la aplicación de Medidas Prontas de Seguridad, y que fue derrotada” (1). Las luchas de los llamados “Gremios Solidarios” fueron el blanco de la represión estatal.
Por otro lado se funda la Confederación Sindical del Uruguay (CSU) bajo la órbita del imperialismo estadounidense.
En 1955, a iniciativa de la FEUU, se plantea nuevamente la necesidad de unificar al movimiento sindical creando la central única, pero las dos centrales (CSU y UGT) se niegan a concretarlo.
Para el año 1956 la economía uruguaya nuevamente entra en crisis lo que obligó a los trabajadores organizados a protagonizar huelgas y conflictos largos como la huelga frigorífica o la marcha de los obreros frigoríficos desde Fray Bentos hasta la capital.
Asimismo, en esta época surgen nuevos sindicatos en especial en el interior del país como el de los cañeros, los remolacheros y los arroceros, y se desarrollan conflictos duros en varios lugares del país.
En 1956, finalizado el conflicto de los frigoríficos, la Federación de la Carne convoca al conjunto de los gremios a discutir las bases para una central única. Si bien esta iniciativa no prospera, se designa una Comisión Coordinadora pro Central Única que se orienta a la realización de acciones solidarias entre los sindicatos.
En 1958 la FEUU convoca a un Plenario “obrero-estudiantil” que elabora una amplia plataforma de reivindicaciones sobre cuyas bases se efectuaron las movilizaciones que culminan con la sanción de la Ley Orgánica de la Universidad. Esta ley constituye un hecho muy progresivo en la historia nacional y una gran conquista en el marco de una lucha donde primó la unidad obrero-estudiantil. A partir de la sancionada Ley, se define a la universidad como autónoma y se reglamenta la forma de dirigirla a través del co-gobierno de los distintos órdenes. Todas estas habían sido demandas históricas del movimiento estudiantil y apoyadas por el conjunto del pueblo trabajador.

Claudio Álvarez
Sebastián Artigas

(1) Porrini, Rodolfo “Breve historia del PIT-CNT”. Disponible en: file:///C:/Users/karina/Desktop/Breve%20historia%20del%20PIT-CNT%20-%20PIT-CNT.html

Parte IV

De 1958 a 1966: Crisis económica, debilidad del régimen burgués y posibilidad de superación del capitalismo

Una vez reconstruidas las potencias imperialistas se inicia un proceso de desindustrialización de los países periféricos, auspiciada por Estados Unidos que se erige en principal potencia imperialista. En este contexto comienzan años de crisis en Uruguay que derivan en la caída del Partido Colorado luego de un siglo en el poder.
Asume el Partido Nacional que inicia un proceso de reformas que incluye una fuerte devaluación y la firma del primer acuerdo con el FMI.

Revolución cubana, guerrilla y radicalización política

Otras circunstancias internacionales que influyen en el período son una serie de golpes de estado en el Cono Sur y la Revolución Cubana. Estos dos elementos son discutidos por los trabajadores en dos sentidos, cómo preparase ante un posible golpe en Uruguay y los posibles nuevos medios de lucha tras el triunfo de la guerrilla en Cuba. Esto, sumado a la política reformista y corporativa que venían llevando adelante tanto el Partido Comunista como el Partido Socialista uruguayo, fue lo que propició la discusión sobre la necesidad de unificación del movimiento obrero, incluyendo en los estatutos obreros la huelga general ante un posible golpe, así como el surgimiento de grupos con métodos guerrilleros como el MLN.
Las organizaciones de tipo guerrillero, urbana o rural, comenzaron a surgir en toda Latinoamérica y reclutaron sus militantes en sectores de la clase obrera organizada pero centralmente de los sectores de la clase media que habían iniciado un período de efervescencia y radicalización política.
El “foquismo” (accionar tipo foco) sustenta su estrategia en la lucha armada de un pequeño grupo que con su intervención empujaría a los sectores oprimidos a la lucha anti-imperialista. Esta estrategia tiene la característica de prescindir de la organización de los trabajadores en su conjunto y, por tanto, no jerarquizar el trabajo militante en las organizaciones sindicales.
Mientras surgen y se desarrollan estas corrientes movidas por la situación internacional, en el Partido Comunista del Uruguay se desarrolla, como en el resto del mundo, una revisión histórica tras la muerte de Stalin en 1953 donde se reconocen muy parcialmente algunos de los “errores” de la política stalinista (1). Esta revisión repercute en un cambio de línea política en múltiples planos de su actividad.

Se avanza en la unidad sindical

Uno de estos cambios podrían ser su postura respecto a una central única de trabajadores. Entre 1959 y 1961 se conformó la Central de Trabajadores del Uruguay (CTU) disolviéndose en 1959 la UGT. Paralelamente irrumpe “el Uruguay rural” con las marchas de los cañeros organizadas por UTAA (Unión de los Trabajadores Azucareros de Artigas) en 1962 mientras que se endurecen las medidas represivas del gobierno con constantes apelaciones a las Medidas Prontas de Seguridad para enfrentar conflictos con los trabajadores.
Durante todo este período se llevaron adelante experiencias diversas de coordinación sincial, como por ejemplo la Mesa Sindical Coordinadora de Entes Autónomos y la Confederación de Organismos de Funcionarios del Estado (COFE).
Por su parte, importantes luchas se registraron entre 1960 y 1964, por derechos sindicales, contra la congelación de salarios, marchas por la tierra y por leyes laborales. Estas luchas contribuyeron al acercamiento entre distintas tendencias sindicales, lo que produjo en junio de 1964 la convocatoria a las primeras Convenciones de Trabajadores, de las que surgió la Convención Nacional de Trabajadores (CNT).

El Congreso del Pueblo

En 1965 se realiza una experiencia muy interesante de participación desde las bases, a través del “Congreso del Pueblo” que fuera convocado por la CNT. Dicha convocatoria fue extensiva a estudiantes, cooperativas, llegando incluso a las iglesias, aunque estaba excluida la participación en nombre de partidos políticos.
Los delegados representaban a cientos de miles. Las resoluciones incluyeron la exigencia de la reforma agraria, la nacionalización del comercio y la banca, entre otras importantes medidas y la elaboración de un plan de lucha.
Esta fue una política muy progresiva que partió desde la CNT para intentar ligarse a otros sectores oprimidos por fuera del ámbito sindical y adoptar un programa de izquierda con un compromiso de plan de lucha. Esto parecía muy alentador para los intereses de los trabajadores, pero también expresaba la falta de independencia de clase (con la iglesia por ejemplo). Y al verse trunco el plan de lucha, al año siguiente el proceso termina teniendo algunos elementos de la lógica de Frente Popular, que veremos en profundidad en el siguiente apartado.
En la siguiente entrega veremos entonces los gérmenes de la política de conciliación de clases y, como se llama desde el marxismo revolucionario, los inicios del Frente Popular, es decir la consolidación de espacios populares donde conviven los intereses de los trabajadores con los de los patrones y, en última instancia, estos últimos son los que se imponen.

Karina Rojas
Montevideo

Citas

(1) Este proceso, que se llevó a cabo de la mano de Nikita Kruschev partir de la muerte de Stalin, implicó una relativa autocrítica a la política stalinista, en especial las famosas purgas llevadas a cabo en tiempos de Stalin, a la vez que se desmarca del culto a la personalidad.
Una investigación realizada por esos años demostraba que entre 1938 y 1939, durante lo que se llamó la Gran Purga, más de un millón y medio de miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética habían sido acusados de realizar “actividades antisoviéticas”. Este número escalofriante se consideró años más tarde, insuficiente para contabilizar la cantidad de muertes, torturas, detenciones, persecuciones, exilios forzados que implementó el stalinismo para aniquilar cualquier oposición y perpetuarse en el poder.
Recordemos el ensañamiento que tuvo Stalin con Trotsky, considerado su principal enemigo y el único de los “viejos bolcheviques” que aún quedaban con vida y quien tuvo la misión histórica de denunciar la política stalinista que llevaba al hundimiento de las bases socialistas de la revolución de octubre, a la vez que se propuso la meta de construir una nueva internacional, la IV Internacional fundada en 1938, frente a la debacle y de la serie de traiciones de la III Internacional stalinizada. Trotsky fue asesinado por un sicario stalinista en México en 1940.
El proceso de desestalinización no llegó, sin embargo, a cuestionar profundamente los aspectos fundamentales de la política económica e internacional del stalinismo.

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