sábado, junio 03, 2017

El PSOE contra el PSOE



La holgada victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE adquiere un significado histórico de una importancia excepcional. No desde luego por la biografía del vencedor (en la que hay que distinguir cuanto menos dos fases, la oportunista y la última en la que ha aparecido como un “hasta aquí hemos llegado”), sino por la irrupción masiva y calurosa de sus bases en un teatro ocupado por un aparato que ha protagonizado algunos de los capítulos más bochornoso de su historia y que hasta ahora se lo había permitido todo. Lejos queda aquel PSOE light de Suresnes capaz de citar a Marcuse o al “Che” y que se encontró con unas siglas que podía ganar elecciones sin bajar del autobús, por decirlo en clave futbolera. Aunque entonces el ambiente estaba lleno de palabras como “socialismo” y “autogestión”, la primera puerta que se abrió fue la de los cargos y la izquierda socialista acabó integrada salvo algunas honrosas excepciones. En un principio –prometían- para hacer “el cambio”, pero luego, en la medida en que los movimientos sociales retrocedían, para mantenerse y gestionar con la única virtud de ser la única alternativa a la derecha postfranquista.
Esto significaba ante todo evitar cualquier problema con los reformistas del franquismo y con los USA, amén de aplicar lo que la derecha era incapaz de imponer: OTAN, desindustralización, privatizaciones, etc…El poder y la riqueza (las frases claves son “Enriqueceos¡” de Solchaga y “Se creen que ellos son los únicos con derecho a enriquecerse”, dichas por el hermano de Alfonso Guerra se apoderaron de las ideas. Se creía que por ahí se llegaría a la “Europa social” que se había conocido antes de los años ochenta, pero en realidad se estaba caminando al revés. Lo pudieron seguir haciendo gracias al desplome del PP con la guerra de Irak y de las promesas de Rodríguez Zapatero, pero sobre todo gracias a una ausencia de una alternativa de izquierda, bloqueada por el “aparato” de IU que también ocupaba su asiento en los consejos de administración.
Pero la de Zapatero fue la última oportunidad, y después del 15; y de PODEMOS, EL PSOE se quedó embarrancado: el negocio dejó de funcionar. Al mismo tiempo había una base militante que nunca había dejado de querer un cambio, o que se había hartado de las cacicadas. De un partido de “barones” que ya ni tan siquiera era capaz de ganar al peor de los PP posible, al más infame y corrupto. Estas bases encontraron un punto de no retorno en el desastre de la Gestora. Animadas por la cultura de la movilización se han enfrentado al aparato y han ganado. Algo así nunca había pasado aquí desde Largo Caballero que había sido el más posibilista de todos los socialistas hasta 1933…Ahora todo se moverá. el escenario se hace distinto a todos los niveles. Ahí está Portugal, otra puerta que cuanto menos puede ser la entrada a otra con un acuerdo con las nacionalidades.
Esto no es más que el comienzo que –conviene insistir- es ante todo un rechazo de las bases.
A partir de aquí no resulta para nada sencillo situar la rebelión que ha llevado a Pedro Sánchez a ganar a una jerarquía tan sólidamente establecida como la creada por Felipe-Guerra en el PSOE. Desde que puso los pies en el gobierno, este partido se había convertido en una maquinaria para neutralizar la militancia que creía en las reformas, en las mejoras graduales a favor de la mayoría trabajadora o sea, en lo que había sido el PSOE histórico y lo que prometía ser el que salió de Suresnes dejando de lado a los “profesionales del exilio” con Rodolfo Llopis.
Los idealistas pronto se sintieron aislados en unas agrupaciones en las que el lugar del debate político sería ocupado por los codazos por los cargos. A ellos mismos se le planteó la opción de trepar o de quedar marginado. En este terreno el equipo dirigente supo utilizar una tradición bien instalada. Durante al menos tres décadas esta lógica llegó a ser tan atrayente que se comió incluso al personal destacado proveniente de “los comunistas” Esto se hizo evidente en la operación contra Anguita: de un lado se le machacaba desde la prensa adicta, del otro se ofrecían altos cargos a los “arrepentidos”…En no pocos casos estos actuaban como “guardianes” contra cualquier disidencia no controlada. Esto fue posible mientras se ganaban elecciones, pero dejó de serlo cuando el PP cubrió su propio ciclo de reajuste desde el neofranquismo hasta el neoliberalismo, solamente aplazado por el olvidado desastre de la guerra de Irak.
En ese tiempo el socialismo (antisocialista) cayó en Italia (su lugar fue ocupado por el PCI reconvertido) y Grecia (aquí este papel lo acabó ocupando Txipras)…En España, Francia (Hamon), Gran Bretaña (Corbyn) estos partidos se instalaron en la crisis. La militancia recobra la capacidad perdida y opta por líderes más a la izquierda. En Gran Bretaña la izquierda laborista, en Francia esta iniciativa estaba ya gastada por Jospin y en España aparece Pedro Sánchez es lo suficientemente lúcido parta saber que su única opción está fuera del aparato central. La batalla de Inglaterra es una cita decisiva, en Francia no parece que se vaya a repetir el singular ciclo de caída-recuperación que se ha dado desde la Gran Guerra. En España la pregunta básica no es tanto que hará Pedro Sánchez, sino hacía donde oscilarán esas bases que han recuperado el pulso. No parece que exista margen para nuevas maniobras, como la que lideró el Rodríguez Zapatero de “No os fallaré”. La pendiente social y económica camina cada vez más contra el pueblo llano, contra la gente que recuerda el PSOE del abuelo. De un parte está esta base cuyas características son muy diversas, pero que se encuentra especialmente motivada. De otra la parte del aparato que representa el propio Pedro, alguien que ha hecho una experiencia radical en el último tramo de su biografía.
Lo dicho: la historia abre una puerta…por más que de entrada parezca igual a la anterior. Aunque tanto los barones como Sánchez y sus propios colaboradores parecen empeñados en ofrecer más de lo mismo, esto va a resultar bastante más complicado. La recuperación del mejor laborismo en Gran Bretaña es ya de por sí otra apuesta, tampoco parece que la gran coalición contra Sánchez tocara alarma sin ningún motivos. Que al final el gato era otro ratón. De momento, PODEMOS debe de cumplir su función de conciencia organizada de la gente que todavía se cree enana.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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