domingo, julio 02, 2017

Víctor Serge y Andreu Nin: vidas paralelas



Estamos asistiendo a un goteo continuado de ediciones de Serge al calor del centenario de 1917, pero también del 80 aniversario de los acontecimientos de mayo y del asesinato de Nin. Su primera novela data de la huelga general de agosto de 1917 en España, huelga que Serge vivió muy cerca de Salvador Seguí, sobre el cual Nin preparaba una biografía en el momento de ser raptado en las puertas del Palau de la Virreina donde se reunía el comité ejecutivo, un lugar emblemática donde los haya en el que la Fundació Andreu Nin tiene previsto un ristra de acto conmemorativos sobre Serge, Nin y Seguí.
Como es cada vez más sabido, Víctor Serge fue uno de los más notables de la historia revolucionaria de la primera mitad del siglo XX como activista y también como escritor. De padres rusos exiliados, comenzó su actividad en las juventudes socialistas belgas, ulteriormente se adhirió a la causa libertaria más radical y algunos de sus compañeros fueron guillotinados. Militaba en la CNT y con ocasión de la huelga general de agosto de 1917 escribió uno de sus primeros libros, “El nacimiento de nuestra fuerza“ 1/, marcó a Rusia nada más estallar la revolución siendo detenido por la policía francesa y liberado gracias a que los bolcheviques en el poder lo canjearon por prisioneros franceses. Miembro del CE de la Internacional Comunista, atiende especialmente a los delegados de procedencia sindicalista como lo eran Nin y Maurín, luego será uno de los principales animadores de la Oposición de Izquierda, será deportado a Orenbourg en 1933, y liberado en 1936 gracias a una campaña internacional…Nada más comienza la guerra española, Serge toma partido por el POUM, se afilia trabaja para el partido en el exterior.
El 4 de agosto de 1936, escribe una larga misiva a Andreu Nin, en la que le se refiere a los obreros españoles a “conoce bastante”, y de los que espera un cambio en la situación porque no ha sufrido la “sangría” de toda una generación que significó la “Gran Guerra”, y “ha conservado todas sus fuerzas vivas. Su superioridad numérica y moral (resultado de la integridad de sus fuerzas, imagen del equilibrio interior parejo al del hombre sano) es tal como me parece indiscutiblemente la clase destinada a vencer. Todas las derechas juntas no forman contra la clase obrera más que una minoría instruida, cierto, con generales muy manejables, pero menos capaces de batirse bien incluso con igualdad de fuerzas: los generales saben sobre todo enviar a los otros a las carnicerías… Para que ellos pudiesen vencer, haría falta que existiesen por vuestra parte divisiones insensatas, errores, retrocesos, faltas de visión…”
Ahora se trataba de “contar con los acontecimientos para conseguir hombres nuevos, para formar en la hoguera misma el verdadero partido de la revolución llamado a asumir todas las responsabilidades. Hombres de todos los partidos, de todas las tendencias y de ninguna, lo formarán sin pensar demasiado en ello y prodigándose en la acción cotidiana. En todas partes, en cada momento, hay lugar para las iniciativas, el sacrificio, el valor, la inteligencia revolucionaria: al poner cada uno lo que puede, vosotros veréis formarse en todas partes los verdaderos cuadros del proletariado. A mi entender, la propaganda debe dirigirse especialmente a estos nuevos militantes, sin conceder demasiada importancia a la formación que tengan, con un espíritu fraternal, decidido a disminuir todo lo que divide y a fortificar todo lo que une”.
Serge pregunta a Nin “cómo os planteáis el problema del poder. Muchos querrían ahogarlo en la defensa de la República (¿Qué República? ¿La que mantiene un ejército para asesinar al país? Porque, al fin y al cabo, la República ha alimentado hasta aquí a vuestros generales de Melilla). La causa que se halla realmente en juego es la de la clase obrera y del socialismo. Para algo debe servir la desgracia, para algo debe servir la sangre de tantos camaradas. Haría falta ser muy cándido o muy zorro para hacerse ilusiones todavía sobre las fórmulas democráticas “sensatas” que os han conducido a la situación en que os encontráis. Si los generales yerran el golpe, os prestarán un gran servicio, arrancando los antifaces, destruyendo las ilusiones, obligando finalmente al proletariado a dar los pasos decisivos hacia una república totalmente distinta, en donde la democracia sea la libertad y el poder los trabajadores, en lugar de ser un compromiso con la contrarrevolución emboscada detrás del parapeto de las leyes de las que no tiene inconveniente en burlarse cuando le conviene. Después de esta lección yo creo que ya no se trata de volver al punto de partida y que los elementos sinceramente republicanos de la pequeña burguesía y la burguesía misma, bastante inteligentes para tratar de economizarse una guerra civil todavía más atroz, deben comprenderlo”.
Serge esta convencido de que solamente “la clase obrera puede vencer al fascismo: sólo ella puede construir una república digna de ese nombre, una democracia que ya no será una trampa. La clase obrera tiene el derecho al poder. Ella puede y debe comenzar a curar sus heridas, a suprimir la miseria, a transformar la sociedad. Vacilar hoy en este punto sería tanto como comprometerlo todo, porque no se puede pedir a los obreros que se hagan matar si no tienen otra cosa más seria que defender que la república de los señores Alcalá Zamora y Azaña. He visto con alegría que las necesidades mismas de la lucha habían conducido al armamento del proletariado, y después a medidas de nacionalización y de control obrero en diversas esferas…”.
Tomando como referencia su libro sobre Lenin en 1917, Serge recomienda a Nin: “Ahora, a conservar las armas recordando las experiencias de 1848 y de siempre: el pueblo lucha en las barricadas y después los políticos escamotean el poder y hacen asesinar a las vanguardias revolucionarias. Así se fundan generalmente las repúblicas burguesas. Desconfiad, amigos míos: no hay que temer solamente a los generales. Hay abogados más hábiles, mejor disfrazados, que mañana os pedirán que devolváis los fusiles, que no vayáis demasiado deprisa y que dejéis intactas las cajas de caudales. Después de correr el riesgo de ser asesinados, vais a correr el riesgo de ser engañados. (…) Vuestra salvación está en vosotros mismos. De vuestra firmeza y de vuestra justa visión depende todo. No hay poder más legítimo que el de un pueblo en armas y en estado de legítima defensa. ¿Qué instituciones obreras pueden llenar en España las funciones que ejercieron los soviets en la Revolución Rusa? ¿Las alianzas obreras? ¿Los sindicatos? ¿Los comités revolucionarios? No se puede discernir de tan lejos vuestras posibilidades. Pero una cosa es cierta: y es que so pena de ser vencida finalmente (incluso si comienza victoriosamente), la clase obrera debe controlarlo todo por medio de sus organizaciones y la iniciativa de todos: el poder, la producción, el ejército, el abastecimiento, las comunicaciones. La clase obrera no puede contar más que con ella misma. El Frente Popular no será útil sino en la medida en que esté controlado por la clase obrera. Control obrero del poder, control obrero de la producción, control obrero de las fuerzas armadas. Este último punto es indiscutiblemente uno de los más importantes”.
Un año más tarde (25 de agosto de 1937), Serge escribió “Adieu a Andrés Nin”, un obituario a su amigo que se publicara en la revista francesa “La Revolution proletarienne”, y en que Serge repasa la vida de su amigo para concluir en los siguientes términos: “1936-Bruselas. Por fin me llegan cartas suyas, apresuradas, atribuladas, repletas de hechos y de fuerza. Es el líder de un partido obrero de extrema izquierda, formado por antiguos comunistas, opositores, resueltamente hostiles al estalinismo totalitario. Juega una partida dura, entre los anarquistas que no quieren “hacer política” aunque la hacen a veces de mala manera, con el mayor ímpetu, y los republicanos indecisos, burgueses en el fondo, la intriga estalinista va creciendo…Lo veo peligrosamente claro, después de la experiencia de Rusia. Durante los primeros mese, consejero de justicia del gobierno catalán, legaliza la revolución desde el punto de vista de los derechos, simplifica con contundencia los procedimientos jurídicos, crea los Tribunales populares. Los estalinistas exigen la destitución, y como tienen argumentos muy persuasivos (dicho de otra manera, armamento), la obtienen…
Junio de 1937. El 17 me ha llegado una mala noticia. Andrés Nin, justamente ayer, fue arrestado en Barcelona y trasladado a una destino desconocido por la policía estalinista. Lo que quiere decir que fue asesinado inmediatamente. El gobierno de Valencia no sabe nada, el de Barcelona no puede hacer nada. Hay amigos que cogen el tren y llegan allá. Son socialistas y sindicalistas ingleses y franceses. El ministro de justicia, Manuel de Irujo, los tranquiliza. Ni está vivo, todos conocen las enorme acusaciones calumniosas que le han sido formuladas; pero está en Madrid en una prisión particular del partido comunista de la cual habrá que sacarlo…Se ha acabado. No lo han podido liberar. Nadie sabe lo que e ha sucedido, que le ha pasado a uno de los tribunos más ardientes del proletariado de España. Tanto si lo han embarcado hacia Rusia como si lo han asesinado en un callejón como dicen los rumores, se ha acabado. Adiós amigo mío. Nos queda tu gran vida valerosa, sembrada de obras y de acción. Nos queda también tu terrible muerte. Hay que aguantar como tú, hasta el final, para que el socialismo sea libre”.
Serge la dedica “Medianoche en el siglo“ 2/ a Kurt Landau, Nin, Wof “desaparecidos en Barcelona y cuya muerte nos ha sido arrebatada”, a Maurín “en una prisión de España”, a Andrade, Gorkin, Katia Landau, Olga Nin, “y en ellos a todos aquellos cuyo valor encarnan”…Por la misma época, en uno de su libros de ensayo, De Lenin a Stalin (editada en Buenos Aires en 1938 por imán) inserta un capítulo Asechanzas en España en el que sintetiza su pensamiento sobre España: “Todo ocurre hoy en escala mundial. Están ciegos los que no ven que el mal hecho a la revolución —es decir a los trabajadores — en la URSS; tiene un eco doloroso, peligroso, en todas partes. La transformación social a que asistimos y en la que participarnos, querámoslo o no, no se detiene en las fronteras, a menudo artificiales o anticuadas, de los Estados. Apenas se ha desembarazado Stalin de sus eventuales rivales fusilando a los Dieciséis y creyó asegurar la evolución hacia lo derecha del comunismo burocrático, cuando la guerra de clases, incendiándose en España, lo ponía en situación delicadísima.
Al comienzo se abstuvo. Doctrina: nada de complicaciones. Los éxitos de los fascistas españoles, la amenaza sobre Madrid obligándolo a abandonar la actitud de reserva. La victoria de Franco en España significa la amenaza a Francia, aliada de ‘hecho, de la URSS. Todo el equilibrio europeo, alterado, en beneficio de Alemania. Primera razón de la intervención.
La segunda es ésta. Exterminar a los compañeros de Lenin, diezmar el viejo partido y no decir palabra frente al degollamiento de la clase obrera española, hubiera sido quitarse la máscara, dar en el interior del país el más grave alimento de la critica trotskista, comprometer hasta las apariencias mismas del prestigio revolucionario. Contrariamente, aparecer ante el pueblo ruso y ante la clase obrera mundial como el salvador de la democracia en España, es hacerse perdonar muchas cosas, es consolidar políticamente el régimen.
Después de dos meses de no-intervención rigurosa, Stalin se decide. Rosenberg llega a Madrid, Antonov-Ovseenko a Barcelona. Cargamentos a Cartagena y otros puertos. Nótese que esto no es un atentado al pacto de no-intervención. La
URSS no ha renunciado nunca al derecho de comerciar con el gobierno regular. De hecho, tiene sobrada razón para no dejarse engañar por los Estados fascistas.
¿Pero se trata solamente de derrotar a los generales sediciosos corno se finge creer frecuentemente? ¿No estamos más bien en el dintel de una revolución obrera? ¿Se trata de salvar a una república que ha nutrido a estos generales, que ha mantenido este ejército, que ha preparado esta tentativa de contrarrevolución preventiva? ¿O se trata de fundar otra completamente distinta?
No es un problema teórico. Su solución no depende de nadie. Su solución está en curso. En Madrid, en Valencia, en Barcelona, ya hubo que decretar la confiscación, en beneficio de la colectividad, de los bienes de los asesinos de la nación. De hecho toda la producción de Cataluña, corazón industrial de Iberia, está controlada por
los sindicatos. Las milicias están formadas por las organizaciones obreras. Participaron en el poder los anarquistas. ¿Verterá su sangre la clase obrera de España para abdicar al día siguiente de las más costosas batallas?
La guerra se prolonga, las miserias se acumulan. Dos clases de medidas se impondrán para reconstruir: economía dirigida, racionamiento, ¿dirigida por quién, en provecho de quién? ¿Y qué clase de racionamiento? ¿Piénsase en una economía dirigida en la que los trabajadores duramente racionados trabajarán en provecho de una minoría de capitalistas y de propietarios, que después de los bombardeos, regresaran de París, de Ginebra, de Roma, de Lisboa? ¿O bien la economía dirigida en provecho de la colectividad y por aquellos que hicieron los mayores sacrificios, que realizaron las hazañas más decisivas? Digamos la palabra: socialismo. La posición intermedia, la han perdido los reaccionarios; la clase obrera, los campesinos, las clases medias, no tienen necesidad de ella.
No pretendo exponer en doctrinario. Trato de desentrañar el sentido de los acontecimientos que se desarrollan por si mismos, determinados por la fuerza de las masas. Al pretender remontar la corriente no se hace más que provocar un acrecentamiento de las luchas y padecimientos. Salvo que bajo una u otra forma no sea el fascismo el vencedor.
El papel de una gran potencia socialista en estas circunstancias podría ser decisivo y bienhechor. ¿Cuál es el papel de la potencia estalinista?
La gran prensa y la prensa de opinión mantienen sobre muchos puntos un silencio extraño. Los intelectuales también: ¿por la misma razón sin duda? No se trata Sin embargo de secretos estratégicos, y el enemigo los conoce. Es ante todo a la clase obrera que se los esconde.
Hay en España un gran partido de oposición comunista, es decir, hostil ala concepción estalinista del socialismo, al Estado: totalitario, al sistema burocrático: el Partido Obrero de Unificación Marxista, por abreviación, el POUM. Sus fundadores, Joaquín Maurín, Andrés Nin, Gorkin, Andrade, fueron todos separados de la Internacional Comunista. Maurín ha sido fusilado por los rebeldes. Este partido ha perdido en el fuego de la batalla a muchos de sus mejores hombres. Etchebéhere, el jefe de su primera columna motorizada, caído en la toma de Atienza; José Oliver caído en Galicia, Germinal Vidal y Pedro Villa- rosa, caídos en Aragón. Desde el punto de vista de las pérdidas tiene, después de la CNT, el segundo lugar.
Este partido forma en Octubre, en Madrid, sus juventudes que toman el nombre de Juventud Comunista Ibérica. Los estalinianos, me refiero a los comunistas oficiales, en Cataluña y en las juventudes de Madrid, se llaman —por antífrasis sin duda y para engañar a las gentes — socialistas. Denuncian en su prensa, como una traición y una maniobra fascista, la fundación de las Juventudes del POUM. En esta ocasión prometen “hacer sentir su mano de hierro a los traidores (sic). Hacen más todavía: una banda asalta impunemente el local de las juventudes de Madrid.
Primera intrusión de costumbres incalificables en la democracia revolucionaria de España.
En momentos en que se constituye la junta dé defensa de Madrid, el Comité del POUM no abandona la capital, y no obstante se le ha excluido de la junta de defensa, aunque tenga millares de combatientes en el frente. Los militantes socialistas, sindicalistas y anarquistas informan a los delegados del Comité Ejecutivo de este partido que es la doble presión del partido estalinista y de la legación de los Soviets lo que ha decidido su eliminación, en contra de la opinión de la gran mayoría de los militantes españoles.
La Batalla, de Barcelona, órgano central del POUM comentaba el 27 de Noviembre, con una encomiable moderación, este hecho inaudito: “Es intolerable que prestándonos cierta ayuda, se pretenda imponernos determinadas formas políticas, pronunciar votos y dirigir, de hecho, la política española.”
Se suspendió el órgano del POUM en Madrid. Se comprende enseguida a instancias de qué presiones imperiosas. Primer atentado a la libertad de opinión de la democracia revolucionaria de España. Al revelar La Batalla esta brutal ingerencia de la diplomacia soviética y de la Internacional Comunista en la política obrera de España, el Consulado soviético en Barcelona le responde enviando una nota a la prensa en la que denuncia a ese periódico como “vendido al fascismo internacional”. Se lanza una campaña de calumnias cuyos motivos se adivinan así como sus móviles y que Llega al más triste de los galimatías. Treball, el órgano de PSUC, —partido socialista unificado de Cataluña, — afiliado a la III Internacional, denuncia a los militantes del POUM como “agentes de Franco-Hitler-Mussolini», rió sin agregar que por lo demás son trotskistas, y en consecuencia, agentes de la Gestapo; «como ha sido probado en el proceso de Moscú p el de Novosibirsk…“
Textual. Todo se eslabona. Véase cómo se relacionan todas estas calumnias y adónde conducen. Es pues para estrangular mejor a los revolucionarios de España que se ha asesinado a los viejos revolucionarios de Rusia.
Inútil decir que una serie de menudos incidentes (utilización de la radio, de la censura, de la prensa), muestran la influencia en los servicios de la Generalidad de Cataluña, de un partido que sin escrúpulos de ninguna clase prosigue su política de eliminación de otra organización obrera. Después de muchas intrigas el absceso se abre. El PSUC provoca la dimisión del Consejo de la Generalidad exigiendo la eliminación del POUM del gobierno y por lo tanto del bloque antifascista (mediados de diciembre); el señor Comorera del PSUC, en las entrevistas con los periodistas denuncia el exterminio y reclama un poder fuerte del que serán excluidos los «injuriadores de la URSS.
El POUM tiene 40.000 miembros de los cuales 6.000 son milicianos. No será fácil desalojarlo, especialmente por la lealtad revolucionaria do la CNT y de la FAI, que deben compren- der que es también su suerte la que anda en juego. No han olvidado quizás que Hernández, diputado comunista decía el 8 de Agosto, en Madrid, que después de la victoria sobre Franco, “los anarquistas serán rápidamente puestos en razón.”
Nadie se asombrará de saber que la influencia estalinista prevalece ya en Valencia y Barcelona sobre la de los sindicatos, anarquistas, izquierda socialista y POUM. Existen para ello buenas razones, digamos… motorizadas y hasta es bastante natural. Pero esta influencia se ejerce en un sentido temible. El órgano de la CNT. Solidaridad Obrera, ha divulgado un hecho bien grave: “Si nuestras milicias —escribe en sustancia este diario, a inedia dos de Diciembre — no pueden tomar la ofensiva en Aragón, es porque carecen de lo necesario, cuando e gobierno católico y conservador de Bilbao lo consigue. He aquí algo que hace reflexionar…”
El mismo día supe qué influencias ocultas acababan de obtener la eliminación del POUM de la junta de la defensa de Aragón y de Estrecho Quinto.
En la base y en el fondo: una divergencia politica fundamental… Stalin no quiere una España fascista, pero tampoco quiere una España donde haya una democracia obrera que él no podría control ir y que daría al mundo un ejemplo diferente al suyo. Batalla, cuyo tono es invariablemente de una moderación extrema, decía el 15 de Diciembre: “El PSUC no se contenta con pedir nuestra eliminación; preconiza la anulación pura y simple de todas las conquistas revolucionarias de la clase obrera, lo que no consentiremos jamás. — en otros términos —, un poder fuerte contra la clase obrera.
¡De Lenin a Stalin, se ha recorrido este camino!”. 3/

Pepe Gutiérrez-Álvarez

1/ Acaba de reeditarse en Amargord, 2017, con un prólogo de Ferran Aïsa. La edición de 1930 fue facilitado por la FAN de Madrid.
2/ Igualmente reeditado en estos días por Alianza, Madrid.
3/ Pelai Pagès ha preparado la edición de una recopilación sobre Serge y España que está a punto de publicar Base de Barcelona.

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