martes, diciembre 12, 2017

Esclavitud en Libia ¡Gracias OTAN!



¿Un descubrimiento el esclavismo filmado por la CNN? ¿De verdad acabamos de caernos de las nubes? Claro que no. El 11 de abril de 2017 la Organización Internacional para las Migraciones publicó un informe en el que señalaba que los miles de emigrantes que transitaban por Libia eran vendidos como animales en los mercados de esclavos antes de ser sometidos al trabajo forzoso o a la explotación sexual.
Esta realidad la conoce todo el mundo y nadie ha hecho nada.
Mientras tanto Emmanuel Macron dedicaba su primer viaje presidencial al Sahel y no se recuerda que dijese nada, pero se entiende: la garantía del suministro minero de la antigua potencia colonial es un asunto muy serio y no iba a perder su tiempo en pequeñeces. Es una lástima, porque Francia habría tenido mucho que decir sobre la situación en Libia.
No hay que olvidar que si ese país está a la deriva, despedazado por facciones rivales y sumido en la violencia es porque Francia y sus aliados lo destruyeron en 2011. Los mercaderes de esclavos no han caído del cielo, llegaron en el equipaje de la OTAN. Bajo pretextos humanitarios fabricados por la propaganda, París, Londres y Washington se arrogaron el derecho a destruir un Estado soberano. Lo sustituyeron por la ley de la selva y el caos de las milicias. Aquí está el resultado.
¿Dónde están los que decidieron derrocar a Gadafi? Nos gustaría oír a esos visionarios. Nicolás Sarkozy quiso hacer de esa cruzada la joya de su mandato. «El Jefe del Estado ha hecho de la intervención en Libia una batalla personal. Para prestigio de Francia», titulaba Le Monde el 23 de agosto de 2011. ¡El prestigio es cegador! Para Alain Juppé la intervención en Libia era «una inversión para el futuro». Debería haber precisado que esa inversión no era solo petrolera. Los esclavistas le están agradecidos. Ellos también invierten. La participación de la oposición «de izquierda» no fue mucho mejor. François Hollande aprobó recurrir a la fuerza contra Gadafi «porque si no Gadafi habría masacrado a una parte de su pueblo». Que esté tranquilo, cuando se trata de masacres la OTAN es experta. El 21 de marzo de 2011 Libération preguntó a Jean-Luc Mélenchon por qué aprobaba los ataques aéreos a Libia. Respondió: «lo primero que hay que plantearse es lo siguiente, ¿existe un proceso revolucionario en el Magreb y en Oriente Medio? Sí. ¿Quién hace la revolución? El pueblo. Por lo tanto es vital que la ola revolucionario no se estrelle en Libia».
Sería necesario por lo tanto que los progresistas, o supuestos progresistas, se pusieran a meditar sobre las enseñanzas de los hechos. Porque la política occidental siempre sufre grandes cambios, empieza con los derechos humanos y acaba en un mercado de esclavos. Algunos pueden envolverlo en retórica humanista o revolucionaria, pero el imperialismo sigue siendo el imperialismo. Se pueden multiplicar los disfraces de la miseria ideológica, el pretendido deber de injerencia no es más que el derecho que se arroga a aplastar al vecino. Es la ley del más fuerte revisada y corregida por Bernard-Henri Lévy (BHL).
Los hipócritas dirán que la esclavitud no es nada nuevo y que este asunto concierne a los africanos, negando la responsabilidad del neocolonialismo. Empujadas por la miseria cientos de miles de personas pretender cruzar el Mediterráneo arriesgando sus vidas. La destrucción del Estado libio los ha dejado a merced de traficantes que los venden como si fueran animales. Y si escapan de sus garras el calvario no habrá hecho más que empezar. ¡Qué paradoja! Víctimas de un mundo dual, esos desheredados de la tierra solo tienen la esperanza de arrastrar su miseria en los países que causaron su desgracia.

Bruno Guigue
Le Grand Soir
Traducido del francés para Rebelión por Caty R.

Bruno Guigue es profesor universitario de Filosofía en la isla de La Reunión, ex-alto funcionario francés, analista politico especializado en Oriente Medio. Es autor de cinco libros, entre ellos Aux origines du conflit israélo-arabe, L’invisible remords de l’Occident, publicados por L’Harmattan, y de numerosos artículos.

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