lunes, diciembre 31, 2018

Abajo el régimen de los tarifazos



Como regalo de fin de año, el gobierno anunció los brutales tarifazos que oscilan entre un 35 y 55 por ciento en los servicios públicos y el transporte, que serán aplicados en los primeros meses del 2019.
Los aumentos del transporte no se reducen a la Ciudad y Provincia de Buenos Aires, sino que “el traslado del sistema de financiamiento” a las provincias implicará el pase automático de los aumentos a esos boletos locales. La “distorsión” de la que hablan los funcionarios (diferencia de costo de boleto entre AMBA y el interior del país), se igualará ´para arriba´.
Estos aumentos representan un nuevo golpe a los bolsillos de los trabajadores. El “techo” salarial para el 2019 que el gobierno colocó es del 23%, cuando todas las consultoras coinciden que, a partir de los aumentos de tarifas y transportes que acaban de anunciarse, la carestía el año que viene ascendería a no menos del 30 por ciento.

Un esquema agotado e inviable

El tarifazo disparó también con una nueva crisis de gabinete. La renuncia de Igualcel es la confesión de las contradicciones insalvables de la política oficial.
El ´sendero de aumentos´ promulgado en 2016 es un sistema de ´tarifazo permanente´ y había implicado subas de hasta el 800% en el gas y aún más en la electricidad. Pero con la devaluación, esta megaconfiscación quedó corta.
En el año en 2016, al comienzo de su mandato, el macrismo estableció un esquema de dolarización de las tarifas. El punto de partida de este régimen es el reconocimiento a las empresas productoras como Total , PAE e YPF, el valor del gas y del crudo en boca de pozo en la divisa norteamericana. Esas productoras le trasladan ese costo a los siguientes eslabones de la cadena (distribuidores de gas, refinerías) que lo descargan entonces sobre los consumidores.
Un esquema así es inviable, con más razón si tenemos presente que lejos de haber concluido, el año entrante augura nuevas devaluaciones. Incrementos sin fin de esta naturaleza son impagables y sólo pueden generar mayor repudio y rechazo popular. Pero, aún con esos aumentos siderales, la ecuación no cierra, por lo cual, el gobierno fue apelando nuevamente a un aumento de los subsidios.
Al mismo tiempo, el retorno a una política de subsidios choca con el ajuste fiscal y los acuerdos con el FMI. Precisamente, uno de las exigencias del Fondo para el 2019 consiste en reducir los subsidios. Esto afecta no sólo a la población sino también a los grupos empresarios: Dujovne se dispone a realizar una reducción de los subsidios que está pagando por el gas nuevo en Vaca Muerta. Si el gas se comercializa a un promedio de U$S 4 por millón de BTU, el Estado venia pagando una diferencia progresiva que llega hasta USS 7,50 dólares. El presupuesto por este programa, para el 2019, asciende a 712 millones de dólares. La principal beneficiaria es Tecpetrol, de Techint, pero es secundada por un conjunto de compañías nacionales y extranjeras. El desacuerdo del secretario de Energía con esta poda del Ministerio de Hacienda terminó costándole la cabeza.
Esta nueva deserción de fin de año en el gabinete, que ya soportó varias crisis en lo que va del 2018, habla del derrumbe político y económico del macrismo, horada su propia base de apoyo en la clase capitalista e incentiva las disputas a su interior. Estamos en presencia de un choque entre las petroleras y el FMI. Coinciden con el tarifazo pero el Fondo quiere reservar la recaudación para el pago de la deuda extrema y no para subvencionar a las compañías energéticas.
Esta nueva crisis ha puesto al rojo vivo el carácter parasitario y confiscatorio del sistema energético. Los valores actuales por el régimen en vigencia triplican los precios que rigen en el mercado norteamericano, a pesar de que los costos de extracción del shale gas o petróleo en ese mercado son similares a los de la cuenca neuquina. El encarecimiento por decreto del precio del gas en boca de pozo multiplica el costo de generación de electricidad y la tarifa, a la que se añade el IVA e Ingresos Brutos. El esquema vigente es un gran subsidio al capital internacional, en especial al instalado en Vaca Muerta.
Esto se potencia como el agravamiento de la crisis capitalista internacional. El precio internacional del petróleo viene cayendo en forma vertiginosa -un reflejo anticipatorio de una recesión en puertas de la economía mundial- pasando en pocos meses de 70 dólares a 48. Este hecho debería traducirse en una reducción del precio de las naftas locales. Eso no sólo no ha ocurrido sino que se han multiplicado las presiones de las petroleras y empresas afines para que el Estado las compense con nuevas prebendas. Por lo pronto, los grupos empresarios del sector vienen reclamando que el gobierno las libere de las retenciones a las exportaciones de petróleo y, por supuesto, defienden con uñas y dientes los subsidios que ya se embolsan y los precios vigentes por el combustible en las estaciones de servicio.

Derrotar la ofensiva

El macrismo, que ha hipotecado el país, se sirve de ese hecho para redoblar la agresión a los trabajadores. Pero el tarifazo y la ofensiva en curso no resolverán la crisis de deuda que se agrava y el impasse de la política oficial. El riesgo país ha trepado por encima de los 800 puntos.
El rechazo a las medidas que plantea la oposición no puede disimular su complicidad. Los 40 intendentes peronistas de la provincia de Buenos Aires prepararían una presentación judicial de “oposición a los tarifazos” planteando que “no se realizaron las audiencias públicas previas que corresponden”. Medidas similares, sin embargo, ya fueron presentadas por intendentes en ocasiones anteriores y el resultado es conocido: las audiencias no son vinculantes, el gobierno las realiza y luego aplica los aumentos.
Nadie en las filas “opositoras” cuestiona este sistema confiscatorio, incluido el kirchnerismo. No olvidemos que el “sendero de precios” del gas que el gobierno y los jueces pactaron en 2016, lo inventó antes su propio gobierno -de la mano de Kicillof y Galluccio. El massismo dice que quiere un ajuste de tarifas de acuerdo con la evolución del salario -algo que nunca se le había ocurrido en ocasión de los grandes tarifazos 2016/17.
Toda la burocracia de la CGT sigue el mismo camino. El reclamo que realizan ante este ataque se circunscribe al pedido de un aumento del sueldo mínimo, lo cual no ha sido un impedimento tampoco para que algunos gremios empiecen a renovar aumentos muy inferiores a la carestía que se avecina, con más razón, luego de los tarifazos. Tal como acaban de hacerlo UPCN en la provincia de Buenos Aires, Utedyc (entidades deportivas y civiles), y el Suterh, encabezado por Víctor Santa María.
Pero lo más importante es que ni siquiera los nuevos tarifazos han conmovido a los dirigentes sindicales, incluidos moyanistas y kirchneristas, para " revisar" la tregua y convocar a los trabajadores a la acción. Esto se extiende al triunvirato piquetero. La tregua es inadmisible en momentos que el gobierno continúa y profundiza su ofensiva. Llamar a esperar hasta las elecciones de2019 es una impostura cuando el gobierno no espera para atacar las condiciones de vida de la población. El ministro de industria Dante Sica viene de plantear la necesidad de sancionar una reforma laboral cuando la Unión Industrial ha vuelto a la carga con ese reclamo.
A nadie se le puede escapar que, si esta ofensiva pasa, será el mejor escenario para que el macrismo tenga un margen de maniobra mayor para sobrevivir e incluso pueda avanzar en sus ambiciones reeleccionistas. La “paz social” es también una condición para el armado de un recambio y una transición política “controlada”, en medio del proceso electoral, en caso de que el hundimiento del macrismo sea irreversible.
Está abierta una pelea contra los tarifazos, impagables, y también la lucha por aumentos de salarios. En ambos casos, se plantea la necesidad de superar el bloqueo que suponen las burocracias de todos los pelajes y la complicidad de la oposición patronal. Las reservas de lucha de la clase obrera las hemos constatado a lo largo de todo el 2108, que culmina con la movilización heroica que están librando los compañeros de Interpack y Siam.
La nueva tanda de tarifazos pone al rojo vivo la necesidad en el 2019 de derrotar el plan de guerra de Macri, el FMI y los gobernadores. Los ruidazos y cacerolazos están a la orden del día y contribuyen a este objetivo.
Es necesario un congreso de delegados mandatados por asambleas, de todos los sindicatos y las centrales obreras, para poner en pie de lucha al conjunto de la clase obrera y discutir un programa de salida a la actual crisis. Un programa de esta naturaleza debe incluir, la anulación de los tarifazos, la apertura de los libros y costos de las empresas de servicios y el control obrero de la producción; poniendo fin a las privatizaciones y al endeudamiento usurario e imponiendo la nacionalización integral de los recursos y el sistema energético. Es necesario que los trabajadores irrumpan en la crisis nacional y se transformen en una alternativa de poder.

Pablo Heller

El Segundo Desembarco, el de las Multinacionales españolas en Latinoamérica



Quinientos años después de la Conquista de América, las empresas multinacionales españolas, con el apoyo de la diplomacia, de los organismos financieros internacionales y de los medios de comunicación, se hicieron con los sectores clave de las economías de América Latina. Es el segundo desembarco...Modernización, generación de empleo, disminución de la pobreza, fueron solo mitos. El saldo en forma de impactos de todo tipo no puede ser más negativo: daños medioambientales, desplazamientos de población, carestía y deficiencias de los servicios públicos privatizados, deterioro de los derechos laborales, violaciones de los derechos humanos y, en general, saqueo económico y de los recursos naturales.
Frente a ello, hoy, una amplísima red de organizaciones sociales del Sur y del Norte coordinan sus luchas y resistencias. Este es el tema que nos ocupa en esta pupila asombrada donde nada es fortuito...¡Acompañenos!

El saqueo en curso y las tradiciones obreras



¿El movimiento obrero va a dar respuesta a la crisis actual? ¿De qué forma y junto a que otros sectores? Con esta artículo intentamos una recuperación histórica de algunos hitos del movimiento obrero.

En muchos lugares de trabajo y de estudio estamos discutiendo (y sintiendo) el ajuste de Macri. A la mayoría nos cuesta llegar a fin de mes y conocemos a alguien que perdió el trabajo.
Parece que no pasa nada, que existe una aparente calma. ¿No pasa nada? ¿Debe pasar algo? Si pensáramos en esta falsa calma como una puesta en escena, sin duda los protagonistas son el Gobierno y la burocracia sindical. A este episodio hay que agregarle un actor que parece de reparto pero fue clave para el plan cambiemita y se prepara para ser una de las estrellas de esta obra: el peronismo.
Tanto la burocracia como el peronismo obturaron (y obturan) cualquier posibilidad de respuesta unificada. Esta oclusión trae aparejada un desencanto. Ante este panorama, nos aparecen preguntas lógicas ¿El movimiento obrero va a dar respuesta a la crisis actual? ¿De qué forma y junto a que otros sectores?
Con esta nota (que será la primera entrega de varias) intentamos una recuperación de la historia haciendo hincapié en determinados hitos que en principio estarían desconectados de la coyuntura actual y, sin embargo, proponemos pensarlos en clave inspiradora. ¿Para qué? Se vienen tiempos más conflictivos. El acuerdo de Cambiemos y el peronismo con el FMI certifica que están preparando un nuevo saqueo contra les trabajadores para beneficiar a un puñado de empresarios y especuladores financieros.
Es necesario que el conjunto de la clase obrera conozca lo mejor de su propia historia, con sus aciertos y sus límites, para sacar las mejores lecciones y poder vencer.

La toma del Frigorífico Lisandro de la Torre

El barrio de Mataderos es un barrio obrero. Su relación con la carne es casi identificatoria, es lo que le da sentido al lugar. Su nombre.
Allí se encuentra el mercado de hacienda de Liniers, allí también se encontraba el entonces frigorífico más grande de Latinoamérica: el Lisandro de la Torre. Nueve mil obreros trabajaban dentro del gigante. La sangre y el agua caliente se mezclaban en el piso. Dicen que faenaba hasta un millón y medio de kilos de carne por día.
La avenida Escalada al este, Eva Perón al sur, Emilio Castro, lindando con Liniers, hacia el norte, y al oeste, la General Paz, configuran los límites precisos del barrio otrora llamado Nueva Chicago, como el club que lo representa en lo futbolístico. Más allá, La Matanza.
En enero de 1959 el barrio se convulsionó: ante la decisión del presidente radical Arturo Frondizi de privatizar el frigorífico como parte de una exigencia central del FMI, los trabajadores decidieron en una asamblea masiva la toma del mismo y fueron acompañados por el barrio. No pudieron contra los tanques Sherman del ejército ni con la actuación de la Gendarmería Nacional. Durante los días posteriores, el barrio fue un campo de batalla, con barricadas y enfrentamientos. Los trabajadores del frigorífico no estaban solos, también los acompañan laburantes de las vecinas fabricas Federal (de jabones) y Pirelli (neumáticos). También se adhirieron a la medida vecinos, comerciantes y trabajadores de Villa Lugano, Villa Luro y Liniers.
En febrero, un letrista y cantor popular de murga porteña, Guigue Mancini, junto al Centro Murga Los Bohemios de Matanza, retrataron los acontecimientos en una canción de homenaje:

“el barrio de Mataderos
supo cubrirse de gloria
y escribir en la historia
lo que pueden los obreros”

El acontecimiento fue en respuesta a la inacción de la cúpula sindical y significo el comienzo de un periodo de agitación obrera. Pero hay que resaltar la actitud del barrio acompañando el reclamo de los trabajadores entendiendo que el espacio urbano no se trata solo de un espacio físico sino también un espacio social, constituido tanto por sus características físicas como por las prácticas, percepciones e imaginarios que lo conforman. Barrio y frigorífico como un conjunto inseparable. Vecinos trabajadores.
Las 62 Organizaciones lideradas por Vandor llaman (tardíamente) al paro general y varios sectores gremiales se pliegan. El Gobierno dispuso la aplicación del plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado) que determinaba la realización de juicios de civiles por tribunales militares. Como muestra de “buena voluntad”, finalmente la medida de fuerza es levantada. En febrero se retoman las actividades. Si bien se concretó la privatización y unos 5000 trabajadores fueron despedidos, esta importante gesta obrera mostrará un ejemplo de cómo enfrentar un ataque de magnitud que efectuó el gobierno radical.

Las huelgas ferroviarias de 1961

Frondizi encaró una política de racionalización del transporte a través de un decreto donde, obviamente, los perjudicados eran los trabajadores. La racionalización había sido propuesta por expertos norteamericanos. ¿Las propuestas? Condicionar aumentos salariales a los aumentos de tarifas, el cierre de cuatro mil kilómetros de vías, privatización del servicio y venta/entrega de los talleres de la empresa estatal.
¿Qué es la racionalidad? ¿La razón aplicada a un sistema productivo? ¿Quiénes ganan y quienes pierden allí?
La huelga fue convocada por ambos gremios: la Unión Ferroviaria y La Fraternidad. La respuesta del gobierno fue la justificación del proceso de racionalización (vaciamiento, decimos): hay déficit y hay que reducirlo. A como dé lugar.
La otra respuesta fue la intimidación y la represión. Hasta recurrieron al más extremo y radicalizado carnerismo obteniendo como respuesta una inmensa solidaridad de clase (hubo trabajadores que negaron pagos extras por reemplazar a sus compañeros en huelga).
A esta acción se iban sumando piquetes, asambleas y actos de sabotaje. La CGT convoca a un paro de 72hs con un acatamiento del 80% a nivel nacional. Se crean comisiones de base para garantizar la extensión del conflicto.
Es así que el gobierno que obligaba a los maquinistas a trabajar a punta de pistola, decide entablar un dialogo con las conducciones sindicales que querían levantar la huelga. Finalmente se llega a un acuerdo que termina siendo perjudicial para los trabajadores, ya que si bien no se pudo aplicar el plan en su totalidad, se levantaron cientos de kilómetros de vías y cesantearon a miles de trabajadores. La razón (capitalista) había triunfado.

Las ocupaciones de fábricas de 1964

Illia había llegado muy debilitado al gobierno debido al escaso porcentaje de votos obtenido, en octubre de 1963. La ilegitima proscripción del peronismo hizo el resto, además, el contexto económico no era el mejor; la pax social pendía de un hilo: el gobierno, en relación al movimiento obrero, apostaba a negociar con las dirigencias sindicales (la CGT se había reconstituido formalmente un año antes) una contención al malestar de las bases y esperar una definición del peronismo. Hacía tiempo que el comportamiento obrero era difícil de domar e intentaba rebalsar los diques sindicales
En enero de 1964, La CGT anuncia un plan de lucha que se desarrollará a lo largo del año, que incluía la ocupación de los lugares de trabajo, tanto parcial como total, con la supervisión de la central obrera de los procesos para que no se desmadren. La disciplina interna era un valor fundamental ya que la idea que atravesaba el plan era centralmente “golpear y negociar” (vandorismo in extremis).
Los números finales expresan la bronca que hay por abajo: un total de 11.000 establecimientos tomados con casi 4 millones de obreros involucrados. Así, un fantasma recorría la Argentina: el fantasma de la peligrosidad de los métodos de acción directa de los trabajadores (peligrosidad contra el sagrado principio de propiedad de los dueños del capital). Esta situación inquietaba al poder. Los obreros ya no solo disputaban políticamente asuntos meramente económicos, al alterar la disciplina interna de las fábricas se discutía abiertamente el modo en el que se organizaba la producción. Por eso, en muchos casos, resultaron fuertemente reprimidas por las fuerzas de seguridad.
Podemos caracterizar al período como un momento contradictorio: si bien por un lado hay cierto fortalecimiento de la burocracia sindical (el ala de Vandor principalmente) por el otro quedará una base importante para la aparición de gremios combativos a nivel fabrica (que luego en Córdoba será representado por SITRAC-SITRAM).

El preludio de un proceso

Como señalamos al comienzo, no partimos de cero para pensar la actualidad. Hicimos un recorte de las luchas obreras, obviamente, ¿qué es una perspectiva sino un recorte de la realidad? Los hitos de nuestra clase se caracterizan por su combatividad y creatividad. Cuestiones como el lazo entre la fábrica y el barrio, el método democrático de las asambleas de base y la toma de los establecimientos son sin dudas importantes lecciones para tomar.
Nuestra época dista de aquella. Pero el plan de ataque que estamos sufriendo por parte del gobierno dictado por el FMI nos tiene que poner en alerta. Es importante aclarar que estamos ante el preludio de un proceso que no está ni ganado ni perdido. Luchas como la del Astillero Rio Santiago, Siam, Hospital Posadas, entre otros, muestran una perspectiva, un prisma diferente. El novedoso movimiento de mujeres y el estudiantil plantean la posibilidad (y necesidad) de tejer una poderosa alianza social para derrotar los planes actuales. Recuperar los sindicatos, hoy en día en manos de burócratas, es una tarea de primer orden. Sin ir más lejos Andrés Rodríguez (el Centauro, titular de UPCN) es dueño de haras hípicos. ¿Cuántos trabajadores estatales conoces que posean caballos de carrera?
En manos de ellos, sirven para garantizar que el ajuste pase, dividirnos y ser furgón de cola de proyectos patronales. Necesitamos que vuelvan a nuestras manos para poder revolucionarlos transformándolos en trincheras de lucha y uniéndolos a otros sectores. Hay que llegar lo mejor organizados posible.

Rodrigo Garat
Agrupación Marrón Clasista
Facundo Deibe

Mártires de Chicago: el alegato de George Engel en la voz de voz de Osvaldo Bayer

Relato del guerrillero ejemplar



Ediciones Dyskolo publica Yo, Ernesto Guevara, Che un cuento que no acaba, de Luis Carlos Muñoz Sarmiento

La contribución de Ernesto Guevara a la política revolucionaria reside más en los análisis generales y la reflexión sobre la acción política y las estructuras económicas, que en las tácticas (militares) concretas de lucha guerrillera. El sociólogo James Petras hizo esta evaluación hace dos décadas en la revista Le Monde Diplomatique (“El Che Guevara y los movimientos revolucionarios actuales”). En el libro “Con su propia cabeza. El socialismo en la obra y la vida del Che” (El Viejo Topo, 2001), el politólogo Manuel Monereo sostiene que Guevara fue el dirigente con mayor grado de formación marxista y compromiso con el comunismo de cuantos integraban el Movimiento 26 de Julio (organización político-militar constituida en 1955 durante la dictadura de Batista y dirigida por Fidel Castro); además el Che fue adoptando posiciones críticas respecto al socialismo soviético y defendió la concepción del “hombre nuevo” para la construcción del comunismo. En el epílogo del ensayo de Monereo, el sociólogo Juan Valdés Paz resalta la “inclinación subjetivista” en el pensamiento de Ernesto Guevara de la Serna, a quien califica como “marxista tercermundista” en la línea de José Carlos Mariátegui, Frantz Fanon y Fidel Castro.
Una perspectiva diferente es la del cuento, la del relato corto. En junio Ediciones Dyskolo publicó “Yo, Ernesto Guevara, Che un cuento que no acaba”, de Luis Carlos Muñoz Sarmiento. Una parte importante de la narración se centra en la etapa de la guerrilla boliviana, a la que el médico y combatiente argentino-cubano se incorporó en noviembre de 1966, tras siete meses de misión revolucionaria en el Congo. El escritor y crítico literario y cinematográfico Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, 1957) es también autor de “Cine & Literatura: el matrimonio de la posible convivencia” (2014) y “Ocho minutos y otros cuentos” (2017), que incluye el relato “El boxeo soy yo”, publicado por Dyskolo. En el cuento de 12 páginas sobre el Che, el autor se encarna en la figura del líder comunista y escribe en primera persona un testimonio vívido, sin pretensiones analíticas ni científicas. “Siento ya la presencia de la parca en las botas de los rangers que resuenan sordas en mis oídos”, concluye. El ocho de octubre de 1967 el Che fue herido y capturado en la Quebrada del Yuro; al día siguiente militares bolivianos le ejecutaron en una escuela de la localidad de La Higuera (provincia de Vallegrande, Santa Cuz). El cadáver se expuso en una morgue y fue inhumado en una fosa común de Vallegrande.
El ensayista toma la secuencia de los hechos a las 6,15 horas, cuando un helicóptero en el que viajaban el coronel del Ejército de Bolivia, Joaquín Zenteno Anaya, y el agente de la CIA, Félix Rodríguez, aterrizó en La Higuera. Éste, conocido por el alias de “Capitán Ramos”, seguía las huellas del Che durante años, tal como había ordenado Estados Unidos, en aquel momento con Lyndon B. Johnson en la presidencia. “Zenteno dijo que no podía desobedecer una orden que venía directamente del presidente Barrientos y del Estado Mayor conjunto, es decir, de los yanquis”, cuenta el Che en el relato de Muñoz Sarmiento. Unas horas después sería fusilado. Tras el golpe de estado de 1964 en Bolivia, el general y presidente René Barrientos aprobó la Ley de Seguridad del Estado, con el fin de garantizar “un clima permanente de orden y tranquilidad” en la nación.
Además durante el mandato de Barrientos –junio de 1967-, el ejército perpetró la “Masacre de San Juan” contra los obreros de los centros mineros de Siglo XX, Catavi y Llallagua, en Potosí, con un saldo de 26 muertos y cerca de un centenar de heridos. El radiodifusor comunitario José Ignacio López Vigil explicó algunas claves en el libro “Una mina de coraje. Radio Pío XII” (Aler/Pío XII, 1985): “Entró el Che Guevara en Bolivia. Entró la CIA en acción (…); el caso es que la CIA piensa que en Siglo XX y Huanuni está el apoyo principal del Che. Y que desde ahí se va a declarar la guerrilla urbana, y que los dirigentes andan recolectando mit’as para apoyar a la insurrección, y que varios mineros se han alzado, junto a Guevara, en las montañas… El Gobierno decide dar un escarmiento ejemplar”.
El informe de Amnistía Internacional (AI) “No me borren de la historia”, de 2014, incluye un balance de la represión desplegada por los gobiernos militares y autoritarios en Bolivia durante el periodo 1964-1982; la organización de derechos humanos menciona al Che, en el conteo de 200 personas asesinadas, más de 5.000 detenciones arbitrarias, cerca de 20.000 exiliados o deportados y 150 víctimas de desaparición forzada (el Gobierno de Evo Morales, que ha impulsado una Comisión de la Verdad, informa de unas cifras muy superiores); el documento de AI recuerda que el Che Guevara fue tomado prisionero y muerto tras luchar con la guerrilla en la selva de Ñancahuzazú.
Colaborador entre otras publicaciones del periódico Rebelion.org y El Magazín de El Espectador, Luis Carlos Muñoz Sarmiento se sitúa en el lado más humano, en el relato (breve) autobiográfico de quien fuera combatiente en Sierra Maestra con el Ejército Rebelde, presidente del Banco Nacional de Cuba (1959), ministro de Industrias (1961) y abanderado del trabajo voluntario. “La muerte la tomo ahora como un re-nacer. Vuelvo a sentirme niño, un niño perdido y solo”, dice el Che en el cuento editado por Dyskolo. El guerrillero socialista fue escritor –“La Guerra de guerrillas” (1961), “Pasajes de la guerra revolucionaria” (1963) o “El Diario del Che en Bolivia” (1968)- pero también periodista -por ejemplo en el periódico El Cubano Libre, la revista Verde Olivo o en Radio Rebelde-, y un gran lector; lo afirma el Che de “Un cuento que no acaba” del siguiente modo: “La verdad, desde épocas muy tempranas yo leía de todo, desde los griegos hasta Huxley”. Muñoz Sarmiento subraya las preferencias del dirigente revolucionario en el campo de la poesía: Pablo Neruda, León Felipe, Nicolás Guillén y César Vallejo.
“Por amor a la gente, despreciaba las cosas (…); Vivir es darse, creía; y se dio”, escribió Eduardo Galeano sobre el Che. El cuento va pergeñando trazos de la personalidad y el pensamiento de Ernesto Guevara de la Serna; una de las fórmulas ideadas por el autor es el intercambio con otros personajes, a los que Guevara va encontrándose en el relato. A Enrique Oltuski Ozacki, coordinador del Movimiento 26 de Julio en la provincia de Las Villas, le espetó: “La Revolución se debe llevar a cabo, desde el primer momento, en una lucha de vida o muerte contra el imperialismo”; Oltuski, quien ejercería como ministro de Comunicaciones tras el triunfo revolucionario, defendía en el diálogo con el Che posiciones más moderadas. La audacia del viajero, médico y luchador internacionalista deja entreverse en la “conflictiva relación” con Mario Monje, uno de los fundadores y secretario general del Partido Comunista de Bolivia: “¿Por qué no empiezas –le pregunta Guevara- una guerra de guerrillas en Bolivia? Tienes miedo, ¿no es cierto?” Cuando el “gato” Rodríguez le detalla en las horas finales su origen y trayectoria como agente de la CIA, el Che le responde con un displicente “ja” (en un artículo de abril de 2015 el periódico Granma recordaba actuaciones posteriores de Rodríguez Mendigutia, como torturador en la guerra de Vietnam o la implicación en el escándalo Irán-Contra).
La síntesis política con la que el Che Guevara de Muñoz Sarmiento se presenta al lector es la de guerrillero e internacionalista. Le convirtieron en ello, “al filo del tiempo, esos dos yoes que se me peleaban dentro, el socialudo y el viajero”, dice en el cuento publicado por Dyskolo. El 29 de diciembre de 1951 el Che inicia, con 23 años, un recorrido en motocicleta por América Latina en compañía de su amigo Alberto Granado; los destinos marcados en el plano son Chile, Perú, Colombia y Venezuela. En 1953 se gradúa en medicina y comienza una segunda travesía por el continente. Un año después ya se enrola en la resistencia que en Guatemala apoya al gobierno de Jacobo Arbenz, frente al golpe de estado del coronel Castillo Armas y la CIA.

Enric Llopis

Palestina: La meta de la derecha: Expulsión



Un hombre palestino discute con un soldado israelí en la ciudad de as-Sawiyah, al sur de Nablus, en Cisjordania, el 15 de octubre de 2018.

El objetivo del régimen colonial israelí no es matar a tantos palestinos como sea posible, sino expulsarlos a todos. El medio para el fin de expandir el Estado sionista sobre sus vidas arruinadas.

Las insinuaciones del saliente Jefe de Estado Mayor del ejército, Gadi Eisenkot, son aterradoras, incluso si no dicen muchas cosas nuevas, especialmente para aquellos que ven a Yeshastan -la unión de colonos- creciendo, enriqueciéndose y armándose más.
No es nada nuevo que el derecho de los colonos y el derecho religioso-sionista están presionando por la escalada y la guerra. ¿Por qué los colonos derechistas (incluso los que viven en Ra'anana) quieren la guerra? Aquí se necesita una explicación muy clara y detallada porque la desinformación de las personas que viven al oeste de la Línea Verde es muy alta.
Los colonos no se conforman con el derecho a robar otorgado por el Estado y sancionado por los organismos oficiales, quiere más. Y el "más" es crear situaciones que permitan la expulsión masiva de palestinos. El caos de la guerra permitirá a los israelíes trasladar a los palestinos más allá de la frontera, no solo dentro de Cisjordania (como lo pide Habayit Hayehudií en un proyecto de ley, que busca normalizar el despreciable término expulsión).
El objetivo del régimen colonial israelí no es matar a tantos palestinos como sea posible. Esto no es una alabanza, más bien es una introducción esencial para entender las sólidas intenciones políticas. El asesinato de palestinos fue y es un medio para el fin de expandir el Estado sionista sobre las vidas arruinadas de los palestinos. Matar es un medio legítimo para Israel, como lo son las redadas nocturnas, el encarcelamiento de dos millones de habitantes de Gaza, la expropiación de tierras a ambos lados de la Línea Verde y la asfixia económica.
El asesinato no intencional de un hombre de negocios de 60 años de camino al trabajo, de manifestantes detrás de la cerca de alambre de púas del campo de concentración en Gaza, así como de los sospechosos de asesinato aún no acusados, es posible gracias a nuestra cultura de la impunidad, la cultura de "nosotros (los judíos) estamos por encima de cualquier ley".
Matar es un medio que los soldados y la policía utilizan alegremente, porque han sido alimentados desde la infancia con una mezcla mortal de miedo a los palestinos y desprecio por aquellos a quienes robamos y seguiremos robando sus casas. El desdén hace que el robo sea más natural.
Israel abandonó la generosa y dorada oportunidad que recibió de los palestinos en 1994 y en lugar de permitir el establecimiento de un Estado palestino junto a él, Israel decidió atenerse a sus características colonizadoras y aún mejorarlas.
Así, bajo el paraguas de las negociaciones, Israel creó los enclaves palestinos. En los últimos años, estos enclaves se entrometen entre el deseo israelí de ver desaparecer a los palestinos y la comprensión de que la situación geopolítica no permite una repetición de 1948.
La derecha colonial y religiosa exige la anexión del Área C, el 61% de Cisjordania que contiene a los enclaves. Es decir, hacer ahora, abiertamente y de una vez, lo que el derecho no mesiánico (en primer lugar el Partido Laborista) ha estado haciendo mediante la hábil aplicación del método "otro dunam, otra cabra", fuera de los focos públicos, mientras habla amorosamente de la paz.
Los colonos derechistas no se conforman con los métodos legales de robo de tierras y hogares desarrollados por los organismos oficiales. En un momento dado, un vaquero judío expulsa a un pastor palestino, un grupo de colonos que construyen una carretera en una tierra que no es la suya, una nueva casa prefabricada que se transporta a un puesto de avanzada. Cada surco de tierra en Cisjordania y cada casa en Jerusalén Este son presas de los apetitos victoriosos de los príncipes de Yeshastan.
Los judíos yeshastaníes que han estado gritando amargamente durante las últimas dos semanas que son "blancos fáciles" saben muy bien que son los israelíes mejor y más densamente protegidos. Montaron un espectáculo de histeria para provocar una escalada y volver al plan maestro que espera en el cajón. Los colonos derechistas también codician los enclaves palestinos. Hebrón vacío de sus habitantes palestinos es el modelo.
En cualquier caso, la falta de un futuro en los enclaves (en primer lugar en Gaza) ya está alentando a los jóvenes y profesionales a emigrar. Ningún derecho internacional y ningún país que apoyó a Oslo detuvo el galopante proyecto de colonias israelí. Y así, la conclusión de los colonos derechistas es que el siguiente paso natural, la expulsión masiva de palestinos, es posible geopolíticamente y no hay ninguna entidad internacional que se interponga en su camino.

Amira Hass, corresponsal Haaretz

domingo, diciembre 30, 2018

Israel asesinó en 2018 a más de 200 jóvenes palestinos



Desde el 30 de marzo de este año, durante ocho meses, el ejército israelí asesinó a 190 palestinos, sin contar los muertos por bombardeos. La gran mayoría de esas muertes fueron niños y jóvenes que no superan los 21 años.

La marcha del retorno en Gaza, en alusión al derecho de los palestinos a retornar a sus tierras, había sido convocada por Hamas, la organización político militar que dirige esa parte del territorio palestino (que en verdad es una cárcel a cielo abierto, pues está cercada por el Estado de Israel tanto sea por tierra, aire y mar), como por Al Fatah –el partido dirigido por Abbas que controla parte de Cisjordania-.
Centenares de miles de palestinos, jóvenes y adultos se movilizan todos los viernes desde ese 30 de marzo, en repudio particularmente al gran robo de tierras que realizó Israel en 1976 en la zona de Galilea.
Este año coincidió además, con el 70 aniversario de la Nakba (tragedia en árabe), ya que en 1948 fue creado, gracias a una resolución de las Naciones Unidas, con el apoyo de Gran Bretaña y Estados Unidos, el Estado de Israel.
Ese año las fuerzas paramilitares (en hebreo Haganá, que significa defensa), predecesoras de lo que hoy es el ejército del Estado Nacional Judìo de Israel (también conocido por su nombre hebreo Tzahal), a fuerza de asesinatos, robo de propiedades y expulsión de habitantes originarios, lograron constituir su Estado.
Volviendo a la Gran Marcha del Retorno, el sitio web británico Middle East Eye (Ojo del Medio Oriente), denuncia que Israel ha asesinado desde el inicio de las manifestaciones, hasta fines de noviembre, a un palestino cada 31 horas.
Tres cuartas partes de esos muertos tenían menos de 29 años. Siendo 24 años el promedio de edad de los asesinados.
Este es el saldo que dejó la ofensiva israelí contra las manifestaciones en Gaza, sin tener en cuenta los muertos por bombardeos, o en otras situaciones en las zonas linderas al muro del apartheid que separa a Cisjordania de las fronteras actuales de Israel.
Para el Estado comandado por el derechista Benjamín Netanyahu tanto el aniquilamiento selectivo a líderes palestinos, como el asesinato a mansalva de jóvenes e incluso niños es moneda corriente. Incluso cientos de niños pueblan las cárceles israelíes.
La más conocida es la adolescente, activista defensora de los derechos de su pueblo, Ahed Tamimi que fue encarcelada y estuvo 8 meses presa por cachetear a un militar israelí cuando intentaban allanar su casa. Su hermano y sus primos también fueron detenidos.
Al día de hoy, según diversas organizaciones humanitarias, se calcula que hay aproximadamente 290 niños y adolescentes palestinos en las cárceles sionistas. Todos ellos son juzgados por tribunales militares, como si fueran criminales de guerra y no jóvenes que desde la cuna crecen sabiendo que viven bajo la bota del opresor.
Todo este año recrudeció la ofensiva militar de Israel sobre la Franja de Gaza. Pero a mediados de noviembre el Gobierno Israelí y Hamas pactaron un endeble alto el fuego, aunque continúa el bloqueo de ese territorio y la brigada de francotiradores sionistas continúan efectuando disparos, sobre todo en la zona lindera al muro segregacionista y desde los territorios ocupados.
Esa tregua hizo que renunciara el ultraderechista, ahora ex ministro de Defensa Avigdor Lieberman. Lo cual es un síntoma más de la crisis política que atraviesa Netanyahu, que ademas afronta varias acusaciones por corrupción.
Recientemente el líder del Likud se vio obligado a llamar a elecciones anticipadas para el 9 de abril, ya que la coalición de gobierno quedó muy debilitada con la salida del partido que dirige Lieberman.
Otra gran discusión interna, sobre la cual Netanyahu no logró un acuerdo, es el proyecto de ley para que los jóvenes ultraortodoxos realicen el servicio militar obligatorio. Hasta son el único sector de la población israelí que está libre de ingresar al ejército. Los religiosos se dedican al estudio de los libros sagrados del judaísmo.

Netanyahu en América del Sur

Este viernes 28 el Primer Ministro del Estado Nacional Judìo de Israel arribó a Brasil para participar el 1º de enero de la asunción presidencial del ultraderechista Jair Bolsonaro.
Como no podía ser de otra manera, éste llamó "país hermano" a la única potencia nuclear de Medio Oriente, que como Estado ejerce una práctica terrorista sobre el pueblo palestino.
En la reunión que tuvieron ambos, en el día de llegada del israelí, conversaron sobre convenios de cooperación en la industria armamentística, tecnológica, sobre agricultura y recursos hídricos. Además Bolsonaro ratificó su intención de mudar la embajada brasilera de Tel A Viv a Jerusalén. Siguiendo la línea de Trump.
La derecha brasileña festejó la visita del premier sionista. El "hermano" responsable de la matanza, que este año que se acaba, terminó con la vida de centenares de jóvenes palestinos.

Mirta Pacheco
@mirtapacheco1

“El capitalismo está afligido por la deuda”

Anwar Shaikh, autor de Capitalismo. Competencia, conflicto y crisis, recorre en esta entrevista los núcleos centrales de su propuesta teórica, basada en el concepto de competencia real, y ofrece un panorama sobre las perspectivas del sistema.
En 2016 Anwar Shaikh publicó su monumental libro Capitalismo. Competencia, conflicto y crisis, que en unos meses será publicado en español. La obra condensa décadas de trabajo y ofrece una “teoría general” del modo de producción capitalista alternativa a la corriente neoclásica y también a las “heterodoxias” poskeynesiana o neorricardiana.
Shaikh se ubica dentro de lo que define como economía política clásica, que para él incluye tanto a Adam Smith y David Ricardo como a Karl Marx, y llega a incluir contribuciones de Keynes, Kalecki, o Sraffa, en el caso de estos últimos sin dejar de criticar muchos de sus postulados. Se trata de un posicionamiento que daría para un extenso debate: Marx guardaba respeto por la economía política clásica por sus aportes para explicar científicamente la sociedad burguesa, pero señalaba que al mismo tiempo la naturalizaban. Por eso, consideraba que su obra representaba una crítica de la misma, no su continuación.
No obstante esta importante polémica sobre cómo se inserta el marxismo en la tradición de la economía política, el trabajo de Shaikh permite partir de las categorías más simples o básicas que constituyen la base del capitalismo (valor y precio, fuerza de trabajo y salario, plusvalor y ganancia) para a partir de allí analizar los factores que determinan la dinámica del sistema, así como las posibilidades y límites para la política estatal en los marcos del sistema.
En un artículo anterior de Ideas de Izquierda hemos realizado una reseña de su trabajo y criticado algunas de las tesis de Capitalismo. Competencia, conflicto y crisis. En esta entrevista conversamos sobre algunos de los aspectos más importantes de su libro, y sobre el panorama del capitalismo hoy, a 10 años de la crisis iniciada con la quiebra de Lehman.
Inscribís tu trabajo dentro de lo que definís como una tradición clásica de economía política. ¿Qué la distingue?
La teoría de la competencia real es una elaboración de los argumentos de la tradición clásica, y lo que estos sostienen se deriva de la observación. Si leemos lo que sostienen Adam Smith, David Ricardo y especialmente Karl Marx, ellos ven la competencia como un terreno en el que los capitalistas son arrojados como a una guerra. En una guerra hay ganadores y perdedores, hay tácticas, y una de ellas es la fijación de precios. Pero fijan precios de forma tal que puedan salirse con la suya. Si los precios que fijan permiten una buena ganancia, entonces va a haber más firmas que se dirigirán a ese negocio y el precio va a caer, si el nivel de ganancia es bajo las firmas van a redirigir sus inversiones a otros rubros. Esto configura una tendencia a la igualación de la tasa de ganancia. Pero esta debe ser entendida como un proceso turbulento, no implica que la tasa de ganancia es siempre igual, de hecho nunca lo es. En algunos sectores es más alta, en otros más baja; Marx sobre todo enfatiza que esta tendencia ocurre de manera cíclica. Una industria puede ser de arranque muy rentable, pero ingresa más capital y la tasa de ganancia cae no solo al promedio sino incluso por debajo de él, entonces algunas empresas se retiran y los precios y la ganancia suben nuevamente; es un proceso cíclico. Al mismo tiempo las firmas no solamente fijan precios, tratan de liquidarse unas a otras. Ese es el sentido de la guerra después de todo. Crean para esto nuevas armas, que en este caso son nueva tecnología. Las firmas desarrollan tecnología mejor en el sentido que interesa a las firmas, que significa que permite producir con menor costo. Esto a menudo desplaza fuerza de trabajo, lo que es una consecuencia secundaria del hecho de que los capitales necesitan reducir costos. El trabajo es uno de los costos y por tanto buscan reducir la cantidad de trabajo necesario por unidad producida.
Desde este enfoque se pueden explicar los patrones que observamos, que es lo que hago en el libro. Este tipo de explicaciones las encontramos en la literatura sobre negocios y el comportamiento de las empresas. Pero en la teoría ortodoxa no encontramos esto, porque su punto de partida no son los hechos observados, sino la idealización. Esta consiste en imaginar al capitalismo como un sistema perfecto en el que las firmas son sirvientes de los consumidores. Esto significa que lo que llaman competencia perfecta es una ficción. Y como es una ficción, diseñada para mostrar la perfección del capitalismo, cuando pasamos de la teoría al mundo real, no funciona como este enfoque sostiene. Ante esto la heterodoxia propone que como no se verifica esta teoría de la competencia proponen las teorías de “competencia imperfecta”. Mi opinión es que esto es una trampa. Al confrontar la realidad y comprobar que no se condice con esta imagen idealizada, afirman que es necesario introducir las imperfecciones. Pero la verdadera imperfección es empezar con este enfoque religioso.
Hay que empezar desde otro abordaje. No hace falta inventarlo, ha estado ahí por cientos de años y encaja muy bien en los patrones observados como muestro en el libro. Pero fue borrado de nuestra memoria por la ortodoxia. Y como ha sido borrado, necesitamos recuperarlo, no necesitamos reinventarlo en casi nada.
¿Y por qué no crítica de la economía política?
Bueno, la crítica no significa desechar las contribuciones genuinas. La crítica se refiere a cómo la economía política clásica entiende (o malentiende) que este es un orden natural. El argumento de Marx es que es un orden capitalista. Estamos hablando de la ley del valor, hay que entender lo que es el valor, cómo opera, pero sin mistificarlo diciendo que el sistema debería adecuarse a la ley del valor. Sus observaciones señalan que esta es la forma en que se expresa la ley del valor. Hay una importante implicación de esto, y es que a medida que avanzamos en el desarrollo teórico hay que ser más concreto.
Muchas veces apelo a la analogía con Newton. Este descubrió la ley de gravedad, que dice que si arrojo una pelota y una pluma en el vacío, van a caer a la misma velocidad. Esta es la expresión pura de la ley. Pero después si introducimos aire, la pluma va a caer mucho más despacio. Y si miro al cielo, voy a ver que la luna no cae hacia la tierra. Newton ante esto no dice “entonces la ley de gravedad no se sostiene”, sino que muestra que cuando introducís aire en la ecuación estás metiendo una condición más concreta que hace que la pluma caiga más despacio. Y lo mismo cuando introducís las órbitas y sus leyes.
Esta cuestión de la concretización es importante porque aborda diferentes fenómenos desde el mismo punto de vista, sin introducir una “imperfección” llamada “aire” u “órbitas”. Por el contrario, Newton pasa mucho tiempo tratando de pasar de lo abstracto a lo concreto, y este es un un punto muy importante en Marx, pasar sistemáticamente de lo abstracto a lo concreto.
La posición de la crítica, desde la que habla Marx, no significa una denuncia, significa decir “estos argumentos no son válidos, porque yo tengo otra explicación”, al mismo tiempo que señalar la representación mística del capitalismo, el valor, y la ganancia, que son algunas de las principales contribuciones de Marx. Pero sabemos que hay un problema en Marx, que es que no terminó su trabajo. Empieza con sus abstracciones, como Newton, pero luego se muere sin terminar su trabajo de concretización. Creo que estas concretizaciones son una parte necesaria de su argumento que solo desarrolló parcialmente en lo que está publicado.
Cuando considerás las macro dinámicas turbulentas, sintetizás el desarrollo histórico de las políticas macroeconómicas y las escuelas desde el keynesianismo en adelante, y construís a partir del contrapunto tu propio enfoque. Analizás por qué en distintos momentos funcionaron o no las políticas de demanda, y cómo cada corriente da sus explicaciones sobre estos distintos resultados. ¿Qué conclusiones se pueden sacar al respecto desde un enfoque clásico como el que proponés?
En la teoría clásica de la competencia real, la ganancia es el regulador. Las firmas viven y mueren de acuerdo a su capacidad para generar ganancias, se mueven hacia donde es posible obtener mayores ganancias, y al hacerlo las empujan hacia abajo.
Después Marx afirma que la diferencia entre la tasa de ganancia y la tasa de interés es lo que hace que suba o baje el nivel de inversión, es decir que es la causa de la acumulación como totalidad. Esta es una tasa de ganancia esperada. Se trata de proyecciones. Pero Marx insiste en que estas expectativas están reguladas por los resultados reales, porque aquellos que aciertan, sobreviven. Sostiene que la tasa de acumulación de capital está determinada por lo que llama la tasa de ganancia de la empresa, que es la tasa de ganancia esperada menos la tasa de interés.
Acá hay un vínculo con Keynes, porque este sostenía que la inversión está determinada por la diferencia entre la tasa esperada de ganancia (que él llamaba eficiencia marginal del capital) menos la tasa de interés. Es exactamente el mismo planteo. Marx también señala que cuando tenés una inyección de poder de compra esto expande el sistema. Marx afirma esto en un comentario sobre Thomas Tooke [1]. Esto Marx lo dice al pasar, en un comentario, y nunca regresa a eso. Pero en mi opinión después del Tomo III o ahí mismo habría introducido los mecanismos del crédito, exportaciones e importaciones y una teoría de la demanda efectiva en ese sentido. Que no es el sentido keynesiano, Keynes está más concentrado en el corto plazo, pero la idea es exactamente la misma.
Mi idea es que estos dos lados se sintetizan, el énfasis en la rentabilidad (tasa de ganancia menos tasa de interés) ya está en Marx, pero el desarrollo de la demanda agregada y sus leyes no lo está. Por otro lado Keynes también afirmaba que la inversión depende de la tasa de ganancia menos la tasa de interés, pero esa es una tasa de ganancia esperada que él nunca vincula con la tasa de ganancia efectiva. Nunca completa ese circuito. Así que Marx nunca extiende su argumento, y Keynes nunca cierra el suyo. Pero en mi comprensión estamos ante el mismo planteo. Y eso tiene implicaciones para Keynes y para Marx: una vez que introducís el aspecto estatal, que es la contribución de Keynes, y cuando tenés dinero fiducidario y por tanto podés imprimir más dinero, entonces aparece la inflación.
La pregunta es en qué punto el estímulo se convierte en inflacionario, y por qué. Encontramos dos instancias en la que esto no ocurrió. En la Alemania nazi, Hitler estuvo en condiciones de eliminar el desempleo, que era masivo, en un año. ¡Un año! ¿Cómo lo logró? Mediante la expansión del crédito, impresión de nuevo dinero, y utilizándolo para construir la milicia, obras, etc. Y no hubo nada de inflación, ni ralentización del crecimiento. ¿Por qué? Hitler afirmaba que no se podían aumentar los precios porque eso sería contra el Estado, tampoco puede haber aumentos de salarios porque eso atenta contra el Estado, y la tasa de interés debe mantenerse baja porque eso permite que el Estado se endeude. Hicieron las tres cosas y lograron expandir tremendamente la economía sin que esto derivara en un efecto negativo sobre la rentabilidad.
En la II Guerra Mundial, todos los grandes países capitalistas hicieron lo mismo. Imprimieron dinero, incurrieron en déficit fiscales, la economía creció, no hubo inflación. ¿Por qué? Roosevelt sostuvo que los aumentos de salarios serían antipatrióticos, va contra el Estado, si los capitalistas aumentan los precios, lo mismo, y que los bancos centrales mantengan bajas las tasas de interés para que el Estado se endeude barato. Exactamente los mismos principios. Y fueron muy exitosos. El déficit durante la Segunda Guerra Mundial en los EE. UU. fue enorme. No hubo inflación, en cambio sí hubo un crecimiento económico extraordinario.
En los ‘60 todos los países capitalistas pensaron que tenían la solución para mantener la actividad económica y el empleo. Apelaron nuevamente al déficit fiscal y los estímulos para reducir el desempleo, y lo lograron, pero después volvió a aumentar. Entonces aplicaron más estímulo, y el desempleo se redujo de vuelta. Pero cada vez volvía a aparecer. Y cada vez el estímulo se traducía en más inflación, y entramos en lo que se llamó “estanflación”, estancamiento con inflación. Pero no había teoría al respecto.
Milton Friedman fue quien apareció con una teoría que decía que el capitalismo no tiene ningún desempleo, que los que aparecen como desempleados tienen pagos de bienestar social, apoyo del Estado, y no lo están. Desde el enfoque de Friedman esto era un estímulo con pleno empleo, y eso explicaría la inflación. Pero no era cierto, había desempleo. Entonces tenemos que explicar cómo es posible tener una política de estímulo que funcionó para los tiempos de guerra pero no para los tiempos de paz. Y yo sostengo que en tiempos de paz no se le puede decir a los trabajadores que no va a haber aumentos de salarios si el desempleo es bajo, tampoco se puede impedir que los capitalistas aumenten los precios si hay un gran estímulo, y entonces eso es lo que ocurre.
Hasta entrados los años ’80 en muchos países desarrollados los trabajadores tenían fuerza, pero sin embargo teníamos desempleo en aumento e inflación. Hay que explicar cómo estas dos cosas pueden ocurrir al mismo tiempo, y eso es algo contrario a la teoría de keynesiana y poskeynesiana.
Las políticas de estímulo aumentan el empleo, suben los salarios; si estos últimos aumentan más que la productividad, la participación de los salarios aumenta, y en consecuencia cae la tasa de plusvalor, y disminuye la tasa de ganancia. Esto produce una disminución del crecimiento, y entonces necesitás más estímulo para eliminar el desempleo creciente, y entrás de vuelta en ese ciclo.
Esto no significa como afirman los neoliberales que no se debería estimular, pero hay que prestar atención al bote en el que estás. El bote capitalista no permite cualquier velocidad o rumbo, hay que tener conciencia de los límites que impone. Si apuntás a ir a un bote no capitalista eso ya es una historia diferente. Pero para lo que ocurre dentro del capitalismo creo que esto explica por qué llegado un punto el efecto alcista del gasto se vuelve cada vez menos efectivo.
Después de la crisis de 2008, los Estados llevaron a cabo políticas de estabilización, salvataje a los bancos, inyección monetaria masiva. Esto permitió una recuperación y en los últimos años algún crecimiento aunque moderado, pero con muy débil recuperación de empleo. ¿Esto tiene que ver específicamente con las políticas que se implementaron ante la crisis?
Durante la era neoliberal que comienza en los años ‘80 con Thatcher, Reagan, etc., siguieron podríamos decir el planteo de Marx (y de Keynes) de que la acumulación depende de la diferencia entre la tasa de ganancia y la tasa de interés. Ahora, la tasa de ganancia se puede elevar reduciendo la participación de los salarios en el ingreso, y eso lo hicieron. Atacaron a los sindicatos, cayó la participación salarial. Pero esto más que elevar, estabilizó la tasa de ganancia, o la mejoró moderadamente. Lo otro que hicieron fue bajar las tasas de interés. La brecha entre la tasa de ganancia y la tasa de interés aumentó, y eso estimuló la acumulación.
El problema de la menor tasa de interés es que se apila más deuda. El problema de que el Estado interviniera para proteger compañías que estaban fallando es que esto trabó el mecanismo de reseteo del capitalismo por sí mismo. Este ocurre a través de los fracasos de empresas, bancos, etc., porque eso limpia el bosque de deudas, para que los que sobreviven crezcan más rápido. Preservaron toda esta deuda ficticia, contable, y parece como que a todos les va bien pero es una estructura construida cada vez más sobre una base muy débil. Y es inestable, cualquier cosa puede desequilibrarla y se derrumba. Eso es lo que ocurrió en 2008 y creo que es lo que podría ocurrir de vuelta, porque no se libraron del capital ficticio acumulado, que no se basa en ganancia real.
La respuesta fue hacer más o menos lo mismo que había generado la crisis en primer lugar, pero en mayor escala.
Sí, la respuesta de política se baso además en pensar que el sistema financiero había ocasionado la crisis. Pero ese era solo el síntoma. Hay que distinguir entre los disparadores y las causas subyacentes. Si impedimos el desencadenante, no atacamos la causa subyacente, solo la posponemos. Eso puede ser algo bueno, si tenés un corazón débil no querés que se desencadene un ataque al corazón, pero en el caso de la economía la prevención tiene un costo. El capitalismo está afligido por la deuda, y si a esa deuda se la valuara con criterios de mercado (marked to market), muchos entrarían en bancarrota, entonces utilizan el Estado para imprimir dinero para sostener las deudas. Obama lo hizo, para evitar la perspectiva de una depresión. Pero el resultado es que las mismas compañías siguen sentadas sobre una montaña de deuda. No se si eso volverá a producir un quiebre, pero claramente es una posibilidad.
En tu libro señalás que sería posible estimular la economía más de lo que se hizo después de la crisis de Lehman, pero que esto no se lleva a cabo porque significaría “subordinar la meta de la ganancia a objetivos sociales", lo que para la clase capitalista sería visto como una amenaza a su orden de dominio y a la agenda neoliberal. Pero considerando esta situación de gran endeudamiento que apuntás ¿puede realmente el Estado encarar ese tipo de políticas expansivas?
Yo intento hacer una distinción entre endeudamiento del Estado con la nación y endeudamiento con extranjeros. Podés imprimir dinero y saldar tus deudas en tu propia moneda, pero tenés menos capacidad para hacer eso con extranjeros, porque devaluás sus activos. En qué medida te podés salir con la tuya depende de la proporción entre deuda interna y deuda externa. Muchos economistas que hablan de imprimir dinero, asumen que toda es interna. Pero sabemos que no es así, sobre todo para los países en desarrollo; la restricción externa es muy grande. No se puede imprimir dinero para pagarle por ejemplo al FMI. Eso es una restricción también para cualquier estímulo.
De todos modos, el estímulo puede crear empleo. Lo sabemos, lo hemos visto muchas veces, pero de esto no se deduce que lo pueda hacer sin límites. Debemos decir cuáles son estos límites. Uno de ellos es que el estímulo reduce el desempleo y se contrae el ejército de reserva de fuerza de trabajo. Entonces las puertas que aquietan a este ejército de reserva se abren. Los capitalistas pueden traer fuerza de trabajo de zonas rurales a las ciudades, pueden estimular que se reduzca el trabajo doméstico no remunerado para aumentar el trabajo asalariado, etc. También pueden traer trabajo del extranjero o enviar capitales al extranjero, que en últimas es lo mismo, van a donde está el ejército de reserva. Todo esto vuelve a incrementar al ejército de reserva. Tercero, la tasa de ganancia cae, si los salarios aumentan más rápido que la productividad. Por lo tanto cae la tasa de acumulación y hay menor crecimiento económico, eso también es un límite para cualquier estímulo.
Esto lo señala Marx en el capítulo 23 del Tomo I de El capital, y esto tiene que ver con dos motivos. El primero, es que muestra que la política económica no puede apuntar a un objetivo de desempleo deseado y lograrlo, porque el sistema tiene sus mecanismos para acrecentar el ejército de reserva. El segundo, es mostrar que no es la disponibilidad de trabajo el límite del sistema. Tanto la ortodoxia como la heterodoxia hoy piensan que la fuerza de trabajo como una cosa fija o dada. Pero el límite del sistema no es ese, sino otro: la rentabilidad. La mayor tasa de crecimiento que puede tener la economía, está dada por la tasa de ganancia, porque si volcás todo el plusvalor a la producción crecés. Eso está en el Tomo 2 de El capital, en los esquemas de reproducción.
Cuanto más se acerca la tasa de acumulación a la tasa de ganancia, más estrecheces hay. Y cuando estimulás una economía en estas condiciones, hay inflación. Pero no tiene nada que ver con una escasez de fuerza de trabajo.
En los últimos años el comercio crece menos que la economía, y lo mismo ocurre con la inversión extranjera, y vemos el ascenso de nacionalismos de derecha en EE. UU., Europa, etc. Esto hace que muchos hablen de “desglobalización”. ¿Qué perspectiva ves?
La integración se prometió sobre la base de que sería buena para los países. Pero la integración no es buena para los países, lo es para las ganancias. Entonces la discrepancia entre lo que es bueno para los países y lo que es bueno para las ganancias es una fuente de desintegración. Los capitalistas no están revelándose contra la integración, son los trabajadores y las clases medias que dicen “miren lo que pasó con nuestros empleos y condiciones de trabajo”, y se rebelan contra ello. Y en mi opinión tienen razón en afirmar que “libre comercio” no es buen comercio o que integración no significa buenos trabajos, sino que puede significar desintegración de su comunidad local. Por supuesto que hay capitalistas locales que también rechazan como una amenaza la competencia internacional, así que hay una división también en la clase capitalista. La pregunta es cómo se va a desarrollar esta batalla entre los intereses del capital global y el resto. El capitalismo va a desintegrar muchas comunidades, es lo que siempre ha hecho. Tal vez podemos limitarlo o retrasarlo, pero si querés participar del comercio global no podes sustraerte a las leyes del mercado.
Observás que después de la crisis pasamos a un desempleo global de 360 millones de personas, pero ya antes de la misma se contabilizaban 195 millones. La débil recuperación y el crecimiento de la productividad actúan de conjunto para privar a un importante sector de la fuerza de trabajo mundial siquiera del privilegio de ser explotada. Hoy se habla mucho del “fin del trabajo” como algo inminente, con la robotización. ¿Vos qué panorama ves?
Soy muy pesimista. El capitalismo siempre desplazó trabajadores, desde el comienzo. La maquinaria como la conocemos fue inventada por el capitalismo en la revolución industrial. Siempre erosionó algunos trabajos y algunas naciones. Pero como el capitalismo era relativamente pequeño y estaba en expansión, había países exitosos que podían beneficiarse. Pero ahora el capitalismo está completamente extendido en el planeta. La pregunta es cómo puede hacer ambas cosas. Ya no se expande en el mundo, sino en un país a expensas de otro. Si China se apodera de tu mercado eso no crea una nueva área, ellos ganan vos perdés, y la contradicción se vuelve más evidente. No veo cómo se va a resolver.

Esteban Mercatante

In memoriam. Osvaldo Bayer

La muerte de Osvaldo Bayer ha generado una oleada de recordatorios, a los cuales ni se me ocurrió sumarme, pensando, como siempre, que “ya todo estaba dicho” o que en todo caso, a quien le podría interesar otra recordatoria más.
Y sin embargo, repensándolo, a las 48 horas, leyendo algunas despedidas, me di cuenta que probablemente tenga yo algo que decir, por lo menos algo de todo lo que nunca queda dicho.
Así que tejo aquí algunos hilos con el Osvaldo que conocí, que modificó mi vida.
Conocía a Osvaldo siendo lector de Los Vengadores de la Patagonia trágica. Y en 1975, estando yo trabajando en una editorial que empezaba a conocer las amenazas de los “comandos restauradores”, vi que por las condenas de muerte para los de las listas negras de la Triple A, Osvaldo, como muchos otros, optaban por el exilio.
Peculiar el de Osvaldo, reencontrándose con sus raíces teutonas, instalándose precisamente en la tierra de sus padres.
Poco después, con la dictadura instalada a pleno en Argentina, me tocó iniciar mi propio exilio. Por la prensa anarquista me enteré de un largo reportaje de la revista inglesa Freedom a Osvaldo. Allí, en inglés, obviamente, Osvaldo narra su encuentro con Che Guevara. 1960. Momento que se vivió como eclosión revolucionaria. Junto con otros argentinos y argentinas –esto no es política de inclusión de género− participó de una visita no turística a Cuba cuyo objetivo principal era conocer al compatriota. Osvaldo cuenta el embeleso de todas o casi todas las visitantes ante la gallarda figura. Que todos esperan ansiosamente hasta que hace su ingreso a la sala donde la delegación argentina espera. Osvaldo cuenta que el Che no se sienta, al contrario deambula entre mesas y sillas y plantea el qué hacer. Hay que armarse para luchar; cuando dos o tres se decidan, se trata de sorprender a un policía en la calle, inmovilizarlo y arrebatarle el arma. Una vez, dos veces. Teniendo ya un par de pistolas, el núcleo revolucionario se puede plantear copar un pequeño destacamento, de uno o dos policías. Y así, progresivamente, a medida que el grupo se nutra con nuevos ingresos y más armas arrebatadas, se podrán encarar objetivos mayores y más difíciles, hasta estar en condiciones de enfrentar a militares…
Osvaldo cuenta que lo escucha y no puede dar crédito a la fábula. Entonces, en el medio del silencio arrobado, sobre todo de las mujeres, Osvaldo ensaya una pregunta, la pregunta típica de un país futbolero; ¿Y los contrarios, no juegan?
Osvaldo cuenta que desde su altura, el Che lo miró y le contestó displicente: −son todos mercenarios. Con lo cual cerró el debate. Que nunca tuvo lugar. Porque recordaba que fue la única pregunta del encuentro. El reportaje de Freedom fue de 1979.
Pasaron los años y Osvaldo y tantos otros, como yo, terminamos el exilio.
En uno de mis últimos intentos de publicar en Suecia había yo escrito (en sueco) “Mito y realidad de El Hombre Nuevo” y enviado a la revista de cultura Fenix. Y cuando me iba del país que tan cálidamente me acogiera (valga la paradoja climática), sin haber logrado que lo publicaran, otro refugiado, paraguayo, que había aplicado sus energías en Holanda al Instituto de Historia Social, de Amsterdam, me recomendó muy entusiastamente que me pusiera en contacto con Osvaldo Bayer, regresado a Buenos Aires. Que realmente valía la pena, insistió.
Así que reinstalado yo a mi vez en Buenos Aires, usé los datos de mi amigo y le alcancé a Osvaldo Bayer mi miniensayo, sobre el Hombre Nuevo.
Pasó un año. Sin noticia alguna. Y un buen día, ya debíamos estar con la URSS en harapos, me llega devuelto el sobre con “Mito y realidad…” Miré atentamente. Prolijamente cerrado. No sabía si había llegado a leerlo o no. De cualquier modo, no había comentario alguno.
Pese a la anécdota recordada en Freedom, tuve la impresión que Osvaldo se encuadraba en la izquierda, las izquierdas, duras y puras; ciegas, sordas, mudas.
En 1993, Osvaldo inaugura la primera cátedra (libre) de derechos humanos en las universidades argentinas. Un mojón histórico.
Yo le había perdido la pisada. Y en 1998, Osvaldo me convoca para cubrir el área de Ecología en la cátedra que él preside. Sorpresa mayúscula (y no sólo mía, sino de otros que contaban ser “elegidos” para tal tarea).
Lo que yo imaginaba frialdad, que “me habría cortado el rostro” ante un texto incómodo o impresentable, no se compaginaba con esta invitación donde con mucha simpatía, ponderaba mi labor. Me dijo simplemente que leía mis artículos sobre ecología.
La noción de hombre nuevo, como la misma URSS, habían quedado atrás [1] … estábamos en 1998.
Cuando años después, me decidí a preguntarle por el destino de “Mito y realidad del hombre nuevo” (que por cierto permanecía, y permanece, inédito), no tuve respuesta. Evidentemente, no le interesaba comentar el punto.
Trabajando juntos, y conociendo ahora los reportajes que a menudo le hacían en Argentina, más de una vez le propuse que sacara a luz su experiencia cubana, con el Che en 1960. A mi modo de ver, revelaba un grado de madurez que Osvaldo con sus 33 años entonces, ya tenía (por algo había quedado solo entre veinteañeros y veinteañeras deslumbrados durante aquella visita).
Nunca comentó mis expectativas, pero años, muchos años después, apareció aquella visita de 1960 en sus entrevistas argentinas. Sentí que había dado como un paso político.
Me parece que fue luego que sufriera la “degradación” que le impusiera Hebe de Bonafini retirando su nombre del café de Madres de Plaza de Mayo y seguramente luego que se tuviera que retirar, en un mar de hostilidad, de la Universidad de la misma organización.
En la lista extensísima de tomas de posición que tuvo Osvaldo, siempre del lado de los perseguidos, recuerdo una particularmente, enfrentando con mucha valentía los sentimientos patrios de argentinos y chilenos: reivindicar el territorio patagónico cis- y trasandino para los mapuches.
Tuve el inmenso honor de tener un prólogo suyo para mi libro Futuros: contra una visión autoindulgente del desastre planetario.
Se solidarizó, como con tantos antes, con un perseguido desaparecido en democracia: Santiago Maldonado, lo cual habla de su enorme compromiso.
Su hijo Esteban a la hora de su muerte lo presenta tal cual vivía y estaba en el último tiempo, con la bonhomía y los proyectos de siempre, y sus cuentas pendientes, como dice su hijo, para debatir con di Giovanni o el Gallego Soto o Wilkens…
Lo había visto hace 4 o 5 meses. Lamento estar ahora lejos; lejos de Marcelo, su “sucesor” en la cátedra, y de tantos otros compañeros, a quienes ahora apenas saludo con estas líneas.

Luis E. Sabini Fernández

Notas
[1] Salvo para las paredes de la facultad. Donde seguían proliferando con igual virulencia que antes los carteles y afiches de ‘poder rojo’, ‘poder proletario’, ‘dictadura de clase’ y otras consignas y consignismos.

Robespierre. Una política de la filosofía



Nota de edición. El 27 de diciembre de 1930 nacía en Toulon el insigne filósofo marxista francés Georges Labica. Lo recordamos con este texto introductorio a su penetrante estudio del principal actor de la Revolución Francesa: Maximilien Robespierre.

¿Para qué añadir un nuevo Robespierre a una bibliografía que comporta ya algunas sumas decisivas y que no ha cesado de extenderse, a pesar de las reservas recientemente manifestadas, después de la conmemoración del bicentenario de la Revolución de 1789, en relación con el Incorruptible? Simplemente porque me ha parecido que el pensamiento político de Maximilien Robespierre merecía ser tomado en serio. Este es un libro de un filósofo que escucha a uno de lo suyos.
De quien conviene, de entrada, subrayar la originalidad.
El carácter propiamente innovador del pensamiento de Robespierre, aunque no tenga nada de excepcional en su época, puesto que este carácter innovador es compartido por muchos de sus contemporáneos (Saint-Just, Marat, Grégoire, Couthon, de Gouges, Billaud, Roux, Babeuf, etc.), no adquiere menos un valor emblemático. Se trata de pensar la Revolución en el momento mismo en que se produce, en el momento en que, a veces a tientas, a veces de forma fulgurante, ella pretende controlar intelectualmente sus actos, inventando toda una terminología con todas sus piezas. Esto no tiene precedentes. Es difícil y más de lo que se cree, acotar el concepto de revolución, incluso para nosotros que nos beneficiamos del corpus marxista y de un siglo y medio de experiencias históricas y teóricas. Aún más lo era para Robespierre, que fue el producto de la Revolución, literalmente hecho por ella, arrebatado por su movimiento, obstinándose tenazmente, esta vez, sin nada análogo, en captarla, ceñido a sus procesos, no habiéndola vista venir, ni anticipar, pero siguiéndola, dejándose inspirar día a día y tratando en vano, lo sabemos, asegurar su control. Marx, durante su vida, preparó la Revolución, determinó sus condiciones, previó sus actores y fuerzas motrices, estableció las vías, los fines y sugirió las perspectivas, pero no la hizo. Se como sea y a pesar de sus compromisos episódicos o marginales, él fue únicamente un espectador, en 1848, como bajo la Comuna. Lenin, desde los últimos años del siglo XIX, prepara el octubre soviético, que es su creación, la culminación del trabajo sin des can so de dos decenios. Hizo la Revolución que tenía en la cabeza y cuyo advenimiento le sorprendió en plena redacción, suspendida inmediatamente, de El estado y la Revolución, que ponía las bases de su porvenir y exponía sus etapas. Él dirigió la Revolución según sus principios, fundó un nuevo tipo de poder, gobernó la sociedad, promulgó las reglas de acuerdo con sus posibilidades y midió sus contradicciones. Aún más: adoptó los medios para su universalización, fundando la Internacional comunista. Orquestó su defensa, aseguró su ejemplaridad, mundializó su práctica.
Nada que ver con Robespierre. En 1775, a los diecisiete años, el brillante alumno del colegio Luis el Grande, vio como se le confiaba el honor de recitar el cumplido de costumbre a la joven pareja real, Luis XVI y María Antonieta. El 26 de abril de 1789, era un abogado de treinta años, que gozando de una notoriedad local de buen gusto, bien integrado en su medio, miembro de la Academia de Arras y orgulloso de pertenecer a la Sociedad de los Rosati, donde hace ri mas gentilmente, fue elegido diputado del Tercer Estado de Artois en los Estados Generales. En contraste con los grandes tenores, con la reputación ya adquirida, fuera cual fuera, los Condorcet, La Fayette, Barnave, Siéyès o Mirabeau; a diferencia de Marat, del cual estará tan próximo, que había publicado, catorce años antes, su Las cadenas de la esclavitud (1774), Robespierre solo es alguien anónimo, entre otros miles. Sus intervenciones en la Constituyente, aunque numerosas, pasarán desapercibidas. Así, él nacerá con la Revolución, al mismo tiempo que ella, y será el más intransigente en encarnarla hasta su muerte.
Es justo decir, con el conjunto de sus intérpretes, que su existencia se confundirá totalmente con la trayectoria de la Revolución (1) desde 1789 hasta 1794, desde su primera toma de palabra, el 18 de mayo de 1789, a la última, el 26 de julio de 1794 (8 de Thermidor). Con su ejecución, como dirá Laponneraye, y tantos otros después de él: “La Revolución se paró y volvió sobre sus pasos” (Robespierre, p. 22). El 7 de enero de 1795, la panadera Pommier hizo, ante el estupor de sus clientes, que la denunciaron, esta constatación: “Desde que asesinaron a Robespierre, se hizo la contrarrevolución” (2). Entendámoslo: la Revolución en su radicalidad. A la que, consciente y voluntariamente, Robespierre consagró y sacrificó su vida. Él lo experimentaba y lo anunciaba, desde los primeros versos en los Rosati:

El único momento crucial del justo, en su última hora,

Y el único del que entonces seré desgarrado,

Es ver, muriéndose, la pálida y sombría inquietud

Destilar en mi frente el oprobio y la infamia

De morir por el pueblo y de ser aborrecido por él (3).

Él lo repetirá constantemente, no sin un cierto masoquismo, hastaclos últimos discursos en el club Jacobino (“No me veréis mucho tiempo”) y en la Convención (“Qué amigo de la patria puede querer sobrevivir…”). Hasta el punto que su fin es asimilable a un suicidio político deliberado. No es menos exacto reconocer que el Incorruptible —epíteto que se impone desde la primavera de 1791— fue objeto, por esa razón, de una popularidad sin igual, y quizás como lo asegura Massin, “amado por el pueblo de Francia como ningún jefe político, ningún gobierno de su tiempo” (p. 6) (4). Lo testimonian sus elecciones, de las cuales la última, casi unánime, a la presidencia de la Convención (6 de junio 1794), y el hecho de que él transitaba siempre, incluso en los peores momentos, a pie, sin protección.
El pensamiento de la Revolución, hay que insistir en ello, el pensamiento de un fenómeno tan global como el de la Revolución francesa, no tiene, hablando estrictamente, un predecesor. De ahí el empréstito por parte de los hombres de 1789, a las figuras legendarias de la Antigüedad romana. Robespierre fue perfectamente consciente de esta novedad. En abril de 1789, en su Dedicatoria a los manes de Jean-Jacques Rousseau, él evoca “la peligrosa carrera que una Revolución increíble acaba de abrir ante nosotros” (subrayado por G.L.). Él declara, el 25 de diciembre de 1793: “la teoría del gobierno revolucionario es tan nueva como la Revolución que la ha traído. No hay que buscarla en los libros de los escritores políticos, que no han previsto de ninguna manera esta Revolución, ni en las leyes de los tiranos que, contentos de abusar de su poder, se ocupan muy poco de buscar su legitimación”. Lo nuevo, es la autocreación revolucionaria, “la primera república del mundo” (noviembre de 1793), que da a Francia, dice en embargado por el entusiasmo, “dos mil años de adelanto sobre la especie humana”. Es “la era francesa” y su absoluta novedad, que Destutt, en su Gramática, opone a Montesquieu. La primacía y la originalidad de la Revolución francesa, en relación con la revolución americana, fueron saludadas igualmente por Condorcet y por Burke.
Nadie estuvo más convencido de ello que Robespierre: “Los Franceses son el primer pueblo que ha establecido la verdadera democracia, llamando a todos los hombres a la igualdad y a la plenitud de los derechos del ciudadano” (4 de febrero) de 1794.
El último aspecto, también él adecuado a lo inédito que nos llama la atención: la elocuencia de Robespierre, es decir su obra. No se trata de considerar aquí su estilo oratorio, tema controvertido, a pesar de que, si es cierto, como dice Korngold, que él “fue el ídolo del bello sexo más que cualquier otro hombre de la Revolución” y que “cada vez que él tomaba la palabra, las mujeres se atropellaban en las tribunas” (p. 27; igualmente, p.64, 85, 245), debemos, por lo menos, atribuirle “la elocuencia del corazón”. ¿No es significativo que alguien que era, ante todo, un asceta, un virgen, que suscita algunas pasiones (la de su hermana, Charlotte, la de la señorita Duplay), cuya vida sentimental fue sin duda inexistente, por causa de la revolución haya seducido con su palabra a las mujeres de su tiempo? Pero se trata de levantar acta de que Robespierre fue, por excelencia, un hombre de palabras y únicamente esto. Desde sus alegatos de joven abogado hasta sus largas exposiciones en la Convención, 100 intervenciones a la Asamblea en 1790, más de 300 en 1791 (Guillemin, p.71), de 250 a 300 bajo la Convención, 200 en 144 sesiones del Consejo general de la Comuna (Bouloiseau A, p. 18-19), he aquí su obra, completada por los artículos de su diario El Defensor de la Constitución, por las cartas, por un Carnet y por Notas, publicadas por Mathiez. En total un millar de discursos, muchas veces redactados con cuidado, repetidos al menos dos veces en el mismo día, en el Club y en la Asamblea, reproducidos oficialmente y difundidos en toda Francia, otras veces improvisados, a medida de las coyunturas y de los debates. No eran obras acabadas, aunque muchos textos, sobre todo los de la Convención (lo veremos más adelante), merecen ampliamente este estatuto, mientras que Marat, que tenía quince años más que él escribió diversos libros antes y durante la Revolución, igual que Saint-Just, que tenía quince años menos. He aquí otra singularidad, el pensamiento de la Revolución, su palabra, se casa con su desarrollo, hecho de sobresaltos, se pega a sus actos, discurre sobre ella, la sostiene y la desaprueba, busca su coherencia e intenta comprenderla teóricamente, sin antecedentes que la prefiguraran, sin consecuencias que fijasen su figura. La cancioncilla popular de 1792, último cumplido a M. Petion, sin duda tiene razón:
Es el hombre más elocuente
Después de Robespierre… (5)
A estas especificidades probadas que definen el pensamiento político del principal actor de la Revolución, está consagrado este libro.

Georges Labica

Notas:

(1) No fue el caso, lo sabemos, ni de Mirabeau, ni de Condorcet, ni de Danton, ni de Marat, ni de Hebert, desaparecidos, durante el camino, de diversas maneras… tampoco el de Saint-Just, ausente al inicio.
(2) Citado por D. Godineau, Les tricoteuses, París, Alinéa, 1988, p. 292.
(3) M. R. Oeuvres, t. I, p. 246.
(4) Robespierre “fue, escribe Soboul, y continúa siendo el Incorruptible, el único entre nuestros hombres políticos, desde casi dos siglos, en haber merecido este título” (p. 225).
(5) Chansonnier Révolutionnaire, éd. De M. Delon y P.-E. Levayer, París, Gallimard, 1989, p. 83.

sábado, diciembre 29, 2018

Trump y Siria: “Mambrú se fue a la guerra y no sabe cuándo vendrá”



El anuncio de la retirada de las tropas norteamericanas en el norte de Siria y de Afganistán desató una crisis política en Estados Unidos. La renuncia del jefe del Pentágono, el general James Mattis, al ministerio de Defensa, puso de manifiesto una oposición de alcance estratégico a esta medida por parte del alto mando militar del país y del conjunto de la Otan. En una línea que atraviesa a la política norteamericana desde el comienzo del mandato de Trump, Mattis denuncia a ambos retiros como una concesión inadmisible a Rusia, cuyo ejército ocupa el lugar central en la guerra en Siria y la frontera con Afganistán. Putin correspondió a esa caracterización con un apoyo declarado a la decisión del retiro.
¿Qué busca Trump con este retiro? Varias cosas al mismo tiempo.

Impasse

De un lado, es indudable que su gobierno atraviesa un impasse político creciente, que se manifiesta, en este momento, en el cierre de las oficinas del Estado, con motivo del choque entre Trump y una mayoría del Congreso que se opone a aprobar el financiamiento del muro con México. De otro lado, las investigaciones policiales acerca de una colusión de la campaña electoral de Trump con ‘hackers’ rusos avanzan sin freno, mientras que una parte de sus asesores ha sido condenada por diversos delitos de financiamiento electoral y coimas.
A ello se ha sumado ahora una perspectiva de recesión como consecuencia del agotamiento del impulso económico promovido por las rebajas impositivas al capital dictadas el año pasado, y la insinuación ahora de una crisis bursátil que empalmaría con una de deuda del 70% de las compañías norteamericanas.
Luego de las enormes operaciones de rescate de la banca y del capital en la última década, la banca central y la Tesorería no tienen recursos semejantes para contener un desplome financiero. Más allá de la demagogia que implica “traer de vuelta a los muchachos a casa”, Trump pretende, si no quebrar al menos neutralizar al aparato político y económico que confronta con su orientación de gobierno.
Trump sigue, por otra parte, una línea ya emprendida por sus antecesores, ante la evidencia del fracaso del intervencionismo militar para ‘remodelar’ los estados del Medio Oriente. Intenta economizar en una causa perdida: cómo mantener una tutela decisiva en la región sin recurrir a estrategias inviables y a medios insustentables.
Después de diecisiete años de ocupación norteamericana, el movimiento talibán controla el 75% del territorio de Afganistán; Putin, no un gobierno norteamericano, ha ‘pacificado’ a Siria. “América primero” se convierte de este modo en una consigna defensiva acorde con este retroceso del imperialismo y con la desintegración en proceso del sistema mundial posterior a la disolución de la ex URSS y a la integración capitalista de China al mercado internacional.

De una guerra a otra

Las tropas norteamericanas instaladas en Siria alcanzan a cuatro mil hombres y dominan un territorio equivalente al cuarto del conjunto de Siria – una superficie igual a la de Croacia. Por otro lado, ha armado a unos 60 mil milicianos de las llamadas Fuerzas Democráticas, constituida esencialmente por la milicia kurda del YPG, ligada al PKK, un partido que está presente en el conjunto del Kurdistán – o sea en el sur de Turquía, en el norte de Irak y en las fronteras de Irán y Siria.
El movimiento nacional kurdo ha abandonado la posición histórica de reunir al conjunto de estas poblaciones en un estado independiente, para plantear la autonomía política, en distinto grado, en las regiones donde se encuentra asentada. Este cambio de programa, sin embargo, no ha allanado el camino de un acuerdo del movimiento nacional kurdo con los estados involucrados.
En Turquía, el gobierno lleva a cabo una guerra implacable contra el PKK en el sur del país (frontera con Siria). La franja oeste del norte de Siria se encuentra ocupada por otra fracción kurda, liderada por Masud Barzani, una corriente histórica de derecha del nacionalismo kurdo que gobierna el norte de Irak con el acuerdo de Turquía, en calidad de poder regional.
El retiro norteamericano deja sin resguardo a la milicia kurda, que Estados Unidos apoyó para enfrentar al Estado Islámico, lo que favorecería la intención de Turquía de erradicarla del norte de Siria. Es lo que promete hacer Erdogan, el presidente de Turquía, quien dice además que recibió carta blanca para ello en una conversación telefónica con Trump, sin que esto haya sido confirmado por EEUU.
En este sentido, el retiro yanqui constituiría un giro político de 180° y justificaría el grito de traición de los kurdos. Hay informaciones de un desplazamiento de tropas turcas para cumplimentar este objetivo.
De acuerdo a algunos analistas, sin embargo, EEUU debería desarmar antes a las milicias kurdas. Sea como fuere, una ocupación del 25% del territorio sirio por parte de Turquía no podría ser tolerada por el gobierno de Siria ni por Rusia.
Desde la intervención de Rusia, a finales de 2015, uno y otro han avanzado considerablemente en la re-ocupación del territorio sirio. ¿El retiro incita a una guerra entre Turquía, de un lado, y Rusia y Siria, del otro, como lo dejaría entrever la afirmación de Trump para justificar el retiro: “es hora que la pelea la arreglen entre ellos”?

Alianzas cambiantes

La renuncia de Mattis, centrada en el ataque a Rusia, apunta en otra dirección, o sea que Trump impulse a Putin a completar la re-ocupación de Siria con el acuerdo de Turquía. Rusia saludó el retiro yanqui. El apoyo norteamericano a los kurdos había llevado a Turquía, un país clave de la OTAN, a una alianza con Rusia e Irán; Erdogan ha incluso comprado las baterías aéreas de última generación de Rusia – los SS-300.
Trump anunció la disposición de Arabia Saudita a invertir en la reconstrucción de Siria –un negocio de centenares de miles de millones de dólares, mientras la población siria que ha debido escapar denuncia la confiscación de sus propiedades para incentivar el desarrollo inmobiliario, que tendrá características gigantescas.
En este cuadro, una invasión turca del norte de Siria estaría excluida, y sólo formaría parte de una postura nacionalista de Erdogan frente a las elecciones municipales en su país, que tendrán lugar en marzo. La base militar norteamericana en Irak, que Trump visitó recientemente, sería suficiente para neutralizar en forma preventiva esa invasión.
Es necesario subrayar, de todos modos, que las ambiciones internacionales de Erdogan son enormes, superiores a su capacidad de materialización. Lo muestra el intento de apropiarse del norte de Siria, como una suerte de muro de protección, pero también del norte de Irak, donde ya intervino en la guerra para recuperar Mosul de manos del Estado islámico.
Se trata de la región petrolera norte de Irak. Un rediseño político que contraríe esta estrategia tendrá un costo enorme para la continuidad de Erdogan.
Si la salida de las tropas norteamericanas obedece a un acuerdo con Putin, contempla seguramente el problema más importante para Trump: el retiro de Irán y Hizbollah de Siria. Putin ya aceptó la exigencia del sionista de Netanyahu de alejar a esas milicias de la frontera norte de Israel.
Trump acaba de decir que la ayuda económico-militar que le entrega EEUU es suficiente para que Israel pueda defenderse sola.
Trump pretende, claramente, introducir una cuña (si es que ya no la metió) en la alianza Rusia-Turquía-Irán (la alianza de Astrana). Se trata de un diseño político que contraría al Pentágono porque anula la gravitación de la Otan en beneficio de una alianza con Rusia, que podría ir más allá del tablero mesoriental –por ejemplo a la cuestión que más afecta a Rusia, las sanciones internacionales por la cuestión de Ucrania.
La caída del precio del petróleo ha agudizado la crisis presupuestaria de Rusia, como lo evidencia el intento de reforma previsional de Putin, que se encuentra estancada debido a la enorme resistencia popular. Los gobiernos imperialistas de Europa se han pronunciado todos contra el retiro norteamericano, en otro episodio de la confrontación con Trump.
El acuerdo de Astrana prevé una ‘normalización política’ de Siria, mediante un arreglo constitucional. Trump ha prometido apoyarlo en tanto prevea la salida de Bashar al Assad.
En conclusión, el retiro norteamericano no apunta a concluir una guerra sino a re-diseñarla, en las condiciones de un fenomenal impasse político interior como internacional. El presupuesto militar norteamericano es el más alto de la historia. No abre una vía para la autodeterminación nacional sino que las cierra aún más por medio de acuerdos con potencias reaccionarias, como son todas las que intervienen en la región.
Debajo de la superficie, el retiro yanqui muestra una los últimos estertores del llamado ‘orden internacional’ y de los regímenes políticos existentes.

Jorge Altamira

Hungría en el escenario de la crisis mundial



Las últimas dos semanas vieron estallar en Europa otra bomba de tiempo. Se trata esta vez de Hungría, donde el gobierno de Orban, del partido conservador nacionalista Fidesz, ha aprobado una reforma laboral que sube el máximo de horas extra por año de 250 a 400 y precariza aún más a los trabajadores, que la apodaron "la ley de esclavitud". Junto a esta reforma, el oficialismo, que había ganado las elecciones con el 50% y cuenta con dos tercios del Parlamento, aprobó también una reforma judicial que establece la creación de tribunales con jueces puestos a dedo por el ejecutivo y con la potestad, por ejemplo, de legislar sobre el derecho a huelga. Miles de trabajadores reaccionaron y tomaron las calles en Budapest y otras seis ciudades húngaras contra un nuevo ataque a sus condiciones laborales.

¿Nacionalismo pro-Unión Europea?

La reforma laboral del nacionalista Orban se aprueba bajo las exigencias de las automotrices alemanas VW y BMW y la batuta de Merkel, que busca abaratar aún más la mano de obra para sus empresas radicadas en Hungría. Esto sucede tan solo unos meses después que el Parlamento Europeo apruebe sanciones contra Orban y su política migratoria. Hungría enfrenta una escasez de mano de obra debido a esta restricción y a la emigración de trabajadores del país. El nacionalismo húngaro encara está contradicción por medio de una acentuación de la precariedad laboral.

Bonapartismo en crisis

El régimen de Orban se consolidó con casi el 50% de los votos en una elección con el mayor índice de participación de la historia reciente de Hungría. Desde entonces, basado en su retórica nacionalista, ha desenvuelto un gobierno de características bonapartistas, pasando por encima de la justicia y de la libertad de prensa.
Sin embargo, la crisis abierta por la "ley de esclavitud" empieza a socavar las bases de ese bonapartismo. El instituto liberal Republikon señala tras una encuesta que el 63% de los seguidores de Orban rechaza la reforma, además del repudio del 95% de sus opositores. El conjunto de los partidos contrarios a Fidesz se ha posicionado en contra, desde la extrema derecha a la "extrema izquierda". Incluso la Iglesia Católica, que actúa una vez más como salvavidas, "apoya" por lo bajo las manifestaciones con la condición de la no violencia.

La extrema derecha y los vacíos de la izquierda

Mientras miles de trabajadores salen a las calles de las ciudades más importantes de Hungría al grito de "no seremos esclavos" y "Fuera Orban", la izquierda húngara interviene con una política puramente parlamentaria y reformista, y brilla por su ausencia en las calles.
Por su parte, la burocracia sindical, en una maniobra al estilo CGT Argentina, amenaza con ir a la huelga si se promulga la ley, es decir, en repudio a un hecho consumado. Juegan con esto a decantar la indignación del movimiento obrero.
El partido de extrema derecha, Jobbik, se presenta en los medios como el gran opositor a la reforma y busca la simpatía de los manifestantes con acciones demagógicas como el voto en contra en el Parlamento, a sabiendas que como bloque minoritario no iba a afectar su aprobación, o la "lucha" contra los medios de comunicación oficialistas. Incluso ha llegado a pedir un referendo que dirima la cuestión. La extrema derecha aprovecha, como lo hace en cada lugar en el que interviene, los espacios vacíos dejados por la izquierda.

Los trabajadores

El cuadro político de Hungría crea las condiciones para una intervención histórica de los trabajadores, que son los únicos que pueden presentar una salida a la crisis si entran en escena con un programa propio. La huelga general está a la orden del día para derrotar a Orban y poner sobre la mesa todas las reivindicaciones del movimiento obrero, que deben conducir necesariamente un planteo de poder.

Marcos Solari Pozzo

"El gasto total en salud es la mitad de lo que se paga al servicio de la deuda"

Entrevista al Dr. Reynaldo Saccone, miembro de la Comisión Directiva de Cicop

M.H.: Desde Cicop señalaron que el Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires pagará 77.000 millones de pesos en compromisos financieros asumidos y que para el sistema sanitario habrá 51.000 millones, es decir, 26.000 millones menos. Ustedes han manifestado que la baja del porcentaje reviste características inéditas. ¿Podrías describir a qué se refieren?
R.S.: Es el presupuesto más bajo de la historia de la provincia. Ha ido descendiendo, no solo con este gobierno. La Cicop viene denunciando a los últimos gobiernos porque hay un deterioro creciente y una postergación a lo largo de los años del gasto estatal en salud. También en educación y todo lo que tiene que ver con prestaciones sociales. Si bien son un porcentaje importante del PBI, no logran satisfacer las necesidades y están en franco retroceso.
Este gobierno se caracteriza por hacer más rápido el descenso y sin que les tiemble la mano. Pero muchas veces las cifras no dan una idea acabada porque hay cosas que no las vamos a encontrar en las estadísticas. Voy a relatar algunos hechos que sirven para aclarar esto. Por ejemplo, en las últimas semanas hubo incendios en dos hospitales de la provincia de Buenos Aires. En uno de ellos, el hospital San Roque de Gonnet, en los alrededores de La Plata, murió un paciente por el efecto provocado por el incendio. El segundo fue en el hospital Oñativia de Villa Calzada, donde hubo que evacuar a la totalidad de los pacientes, los neonatos también, es decir a los niñitos recién nacidos internados en neonatología; hubo que trasladarlos a los distintos hospitales más cercanos y quedó evacuado en su totalidad por un incendio.
¿Por qué se producen esos incendios?, dicen que por un rayo pero, uno por un rayo el otro por otra cosa. ¿Por qué se caen los techos, los cielorrasos? Hay una serie de cuestiones que suceden en los hospitales que no figuran en las estadísticas.
En las estadísticas y en la asignación del presupuesto uno ve cifras, pero cuando miramos los hechos nos damos cuenta del drama, del deterioro en que han caído y siguen cayendo los hospitales de la provincia y por ende el servicio médico estatal. Por ejemplo, se menciona cada tanto los problemas de seguridad, pero son cotidianos en los hospitales de la provincia.
¿Dónde podemos encontrar medido en cifras el drama del paciente que tiene que ir a las 4 am para pedir un turno, el que tiene que esperar horas para ser atendido y el drama de los fines de semana, que no hay pediatras en los hospitales de la provincia, ni clínicos que son indispensables en una guardia? No hay traumatólogos. Es decir, hay una carencia de recurso humano, tecnológico, de diagnóstico, no hay medicamentos para proporcionar a los pacientes que no los pueden pagar y el gran problema de la infraestructura de los hospitales que se caen a pedazos.
Pero en forma paralela, en medio del drama de estos hospitales que estoy mencionando, se inauguran guardias nuevas, bien pintadas y presentadas, como el caso del hospital Paroissien. La gobernadora tuvo que ir en horario y forma clandestinas para no enfrentarse con los trabajadores del hospital ni los profesionales y pacientes que le reclaman; se hizo sacar fotos en una guardia nueva que, sin embargo, es insuficiente para resolver los problemas de la atención médica en un distrito como es el de La Matanza que tiene 2 millones de habitantes, algunos le llaman la cuarta provincia porque solo hay 4 provincias con más habitantes que el distrito de La Matanza.
A veces cuando uno habla de las cifras del PBI que se invierte en tal o cual cosa se pierde la dimensión, acá el problema es que hay hospitales donde no hay lista de espera. Hay hospitales en donde la lista de espera es numerosa y otros donde no se hace lista de espera porque no se opera en forma programada y solamente se operan las urgencias, precisamente por este deterioro, la falta de recursos humanos, tecnológicos y el deterioro en la infraestructura.
M.H.: Leí una nota de Pedro Cahn el infectólogo del hospital Fernández jubilado, consultor actualmente del hospital y fundador de la Fundación Huésped. Él dice que el sistema de salud en Argentina es darwiniano, selecciona a los más aptos. “Al día de hoy en el hospital Fernández si querés sacar un turno tenés que hacer cola desde las 4 am, llueva, haga frío o calor. A las 6:30 abren las puertas, a las 7:00 empiezan a dar turnos y a las 7:30 aparece una persona con la voz al mejor estilo de la empleada pública de Antonio Gasalla y dice que no hay más turnos para ginecología, traumatología miembro inferior y cardiología. Lo malo no es sólo que no haya turno, sino que nadie se para en la puerta a preguntar a los que se quedaron sin turno para qué vinieron y elaborar un registro para ver qué servicios necesitarían más profesionales. Entonces, el que llega al hospital es el que tiene tiempo de ir, un trabajo donde si llega tarde no le descuentan el presentismo, la Sube cargada y puede ir al turno en el horario en el que el hospital funciona, que es el que les conviene a los médicos y no a los pacientes”.
R.S.: Les conviene a los médicos no, le conviene al sistema. Porque si ponés un hospital que funcione de 7 am a 21 o 22, tenés que poner otro turno completo de profesionales médicos y distintas especialidades, empleados administrativos, seguridad y enfermería. Entonces tenés que aumentar la dotación de recurso humano y eso va directamente en contra de los planes de este gobierno seguro y de los anteriores también.
M.H.: Has descripto el drama humano, la parte que tiene que ver con la infraestructura hospitalaria. Sin embargo revisando el presupuesto 2019 yo creo que hay algunas cifras que son realmente muy fuertes. Señalan que el presupuesto de salud del año 2018 fue de 2.900 millones de dólares y para el año 2019 va a ser de 1.138 millones de dólares a nivel nacional.
R.S.: Hay disminución en todos los presupuestos.
M.H.: En la atención de la madre y el niño la disminución es del 90%, es increíble. En el caso del desarrollo de la atención médica el 67%, en la lucha contra el SIDA 46%, en la promoción de salud y reducción de enfermedades no transmisibles 66%, prevención y control de enfermedades endémicas 75%. Son cifras muy fuertes. Al hospital Posadas le han reducido más de la mitad del presupuesto.
R.S.: El Hospital Posadas se maneja con aportes de la Nación y aportes de la Provincia de Buenos Aires. Teóricamente en partes iguales. Inversamente, el hospital Garrahan en donde han aumentado la presencia nacional, lo cual no quiere decir que esté mejor, sino que significa que en la proporción entre la plata que pone Nación y la que pone provincia, la Nación pone más plata. Han liquidado sanidad escolar por ejemplo.
M.H.: El ajuste es del 97.6%.
R.S.: Eso es en la Nación. Habría que ver en las otras provincias, yo no tengo datos desglosados pero sí hay que ver que el gasto total en salud de todos los presupuestos, Municipio, Provincia y Nación, el porcentaje del PBI es 2,6% que es la mitad de lo que se paga al servicio de la deuda. Eso para tener una dimensión.
En la Ciudad de Buenos Aires se está aplicando el plan del gobierno nacional
M.H.: En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, hay un proyecto para trasladar 4 hospitales al Muñiz. Desde el punto de vista de la salud, más allá del negocio inmobiliario que puede haber detrás de esto ¿qué implica?
R.S.: No se puede analizar en forma aislada porque es parte de un plan. Juntar unos hospitales en un terreno puede ser bueno o malo, hay que hacer estudios locales para ver la gente que se atiende de dónde viene. Son hospitales monovalentes, es decir de una especialidad, no son hospitales generales. Por ejemplo, el Gastroenterológico se encarga del aparato digestivo, está el Instituto de rehabilitación psicofísica que era el antiguo Instituto de rehabilitación; después están el Instituto de enfermedades respiratorias y el Marie Curie que es oncológico. Entonces el argumento del gobierno es que los van a poner en un edificio mejor, concentrado en el hospital Muñiz. Pero lo hace un gobierno que al mismo tiempo está vendiendo a precio vil los terrenos públicos de la Ciudad de Buenos Aires para emprendimientos inmobiliarios y además está tomando medidas en detrimento de la salud pública. Entonces uno tiene derecho a pensar que ese traslado no es inocente, sino para disminuir presupuesto, personal y obviamente como resultado de eso va a traer un empeoramiento de la atención de la gente.
Es interesante hablar de la Ciudad de Buenos Aires porque es donde se está aplicando el plan de este gobierno nacional. Porque no se puede aplicar en la provincia de Buenos Aires por la resistencia de los trabajadores de nuestro sindicato Cicop y también de Ate y otros sindicatos menores. En cambio en CABA el gobierno de la Ciudad logró hacer un acuerdo con el nucleamiento de los médicos de los hospitales de la Ciudad que se llama Asociación de Médicos Municipales y Sutecba que es el sindicato de trabajadores del Estado de la Ciudad de Buenos Aires, que son las dos grandes organizaciones que nuclean a los trabajadores de los hospitales. También están Upcn y Ate en menor proporción. Entonces ese acuerdo incluye el 5x1 que mencionás y la reforma a la carrera profesional que es algo que merece un párrafo aparte porque implica un cambio cualitativo en la conducción de los hospitales.
Los directores antes eran por concurso, todos sabemos que un concurso puede más o menos maniobrarse, pero eran por concurso y eso le daba cierta objetividad a que los directores tuvieran que ser relativamente independientes del poder, en cambio ahora eso queda anulado y los directores no serán los más capaces sino los que elija el gobierno que serán más afines a lo que el gobierno quiera hacer.
Además hace días salió un acto administrativo por el cual se crea una especie de súper administración de los hospitales, quiere decir que todas las direcciones de los hospitales tienen una autoridad máxima que es distinta del director de cada hospital y eso va en un sentido, y tenemos todo el derecho de sospecharlo por la experiencia internacional, de tercerizar el gerenciamiento de todo el sistema sanitario de la Ciudad. A entregarlo a una empresa privada para que gerencie los hospitales. Porque todo el plan apunta a eso. Y el caso de las enfermeras es categórico, porque la Enfermería hace más de 40 años era un poco auxiliar del médico, pero en todo este período hemos asistido a un desarrollo de la medicina muy importante con la creación de nuevas tecnologías, drogas, procedimientos y un florecimiento verdadero de todo tipo de especialidades que han mejorado la calidad de la atención y la Enfermería no ha sido ajena a eso.
Entonces hoy en día la Enfermería ha adquirido estatus universitario, hay una Licenciatura en Enfermería. Ya no es más un auxiliar, es un profesional. Y excluir a los y las enfermeras y colocarlos en el escalafón de personal administrativo y de planta de la Ciudad es precisamente para tener los salarios a la baja y llegar a tener la mano de obra barata que se necesita para la explotación privada del sistema hospitalario de la Ciudad.
Junto con eso se toma otra medida. A la Escuela municipal de Enfermería fundada en los ´50 por Cecilia Grierson, que ha formado durante décadas generaciones de enfermeros de la Ciudad, se le disminuye la currícula lo cual aleja la posibilidad de pasar a la Licenciatura de quienes estudien la carrera. Los deja afuera. Tendrían que hacer un año más y recién después tener acceso. Eso va en consonancia con la gran reforma en educación que están queriendo imponer.
M.H.: Porque en el caso de la UNICABA también el sistema es parecido en cuanto al nombramiento de las autoridades, que ya no las nombrarían los Consejos académicos de cada Profesorado sino que el rector de la UNICABA sería nombrado por el jefe de Gobierno de la Ciudad.
R.S.: Dejaría de ser un instituto universitario del sistema reformista, de la reforma del ´18, con autonomía y cogobierno de los distintos claustros para pasar a ser como una Universidad privada. Y con eso establecen el control ideológico, no solo administrativo.

Mario Hernandez