miércoles, febrero 28, 2018

Recuperar la COB y ponerla al servicio de la clase trabajadora



El domingo 25 del presente mes, como resultado del XVII Congreso Nacional de la Central Obrera Boliviana y bajo el amparo del gobierno del MAS, fue posesionado como nuevo secretario ejecutivo Juan Carlos Huarachi.

En lo que va de estos doce años del gobierno del MAS (Movimiento al Socialismo), la Central Obrera Boliviana (COB) ha estado al servicio de sus planes anti obreros y patronales. Para ello cada uno de los dirigentes que ha asumido la secretaría ejecutiva ha cumplido fielmente con su condición de burócratas: Víctor Quispe de la Confederación Fabril ha participado en la liquidación del Partido de los Trabajadores junto a burócratas de la COB como Pedro Montes y Juan Carlos Trujillo, y Miguel Pérez ex ejecutivo de la FSTMB (Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia); a su turno, Guido Mitma, de la mano del ya mencionado Víctor Quispe y Wilson Mamani de la Federación Fabril, prepararon la derrota y traición de los trabajadores y trabajadoras de ENATEX, lo que significó el despido por parte del gobierno de Evo Morales de más de ochocientos trabajadores y trabajadoras.
Con el recambio de Guido Mitma -que dejó de ser una pieza útil para los planes del gobierno- los sindicatos y federaciones que conforman la COB convocados por sectores afines a la Coordinadora Nacional para el Cambio (Conalcam), ligada al partido de gobierno, han impuesto a Juan Carlos Huarachi como nuevo secretario ejecutivo, de quien los trabajadores y trabajadoras nada tenemos que esperar.
Después de su posesión, Huarachi indicó que la misión del nuevo Comité Ejecutivo Nacional es “fortalecer el proceso de cambio en beneficio de los trabajadores”. Con el mismo discurso demagógico del gobierno, manifestó que “Los momentos que estamos viviendo son de una arremetida de la derecha, de la derecha criolla, eso jamás lo vamos a permitir, no vamos a permitir jamás la intromisión de la derecha. Los trabajadores somos los guardianes, los soldados que van a garantizar el futuro del pueblo boliviano”.
Lo que los trabajadores y trabajadoras debemos tener claro es que estos burócratas cumplen una función social que es la de contener a la clase obrera, “educando” a los trabajadores en la conciliación con los patrones y garantizando el orden en las fábricas, las minas y los puestos de trabajo. Más aún, cuando surge la lucha de clases, se convierten abiertamente en un aparato que colabora con el Estado y los patrones para imponer el orden, y desnudar manifiestamente su función esencial, que no es otra cosa que ser la policía interna de la clase obrera, es decir, se vuelven enemigos de clase. De este modo, los sindicatos en manos de la burocracia se convierten en uno de los pilares del régimen de explotación capitalista. Son un instrumento necesario de los patrones para controlar “desde adentro” al movimiento obrero.
Para derrotar esa alianza entre la burocracia, el gobierno y el Estado, necesitamos poner en marcha un Partido Revolucionario de los Trabajadores que le oponga resistencia con otra alianza que reúna, no sólo al sindicalismo combativo, sino también a todos los trabajadores que simpatizan con los obreros en lucha, a los estudiantes, a los campesinos y a los sectores más empobrecidos, para que aprendan que de la lucha sindical se tiene que dar un salto a la lucha política si es que queremos vencer.
Solamente será posible que los trabajadores cuenten con un genuino Partido Revolucionario de los Trabajadores, enfrentando a todas las alas de la burocracia sindical y recuperando las organizaciones sindicales al servicio de los trabajadores, y, por supuesto, sobre la base de la independencia de clase y de una verdadera democracia obrera en las fábricas y en los lugares de trabajo. Con esa convicción se podrá avanzar en la pelea por recuperar los sindicatos, no sólo para ponerlos al servicio de los trabajadores y trabajadoras, sino también para ayudar a forjar esa alianza obrera, campesina y popular que termine con la explotación del hombre por el hombre.

Pity Ezra

Los ferroviarios franceses luchan contra la privatización y el cierre de ramales



El gobierno de Macron continúa con su plan ajustador y propone privatizar el sistema ferroviario francés. 9 mil km de vías férreas, 190 estaciones amenazadas y derechos laborales históricos amenazados. Los ferroviarios preparan una huelga para el mes de marzo.

El gobierno francés presidido por Emmanuel Macron continúa con su plan de reformas neoliberales. Luego de la reforma laboral llamada “XXL” y la restricción del ingreso universitario, junto con la vuelta del servicio militar obligatorio para los jóvenes, ahora arremete con un plan, por lo menos, arriesgado: la reforma ferroviaria. En un informe de 120 páginas elaborado por Jean-Cyril Spinetta, presentado hace unos días, se propone recortar derechos laborales de los más de 160 mil ferroviarios, eliminando su estatuto, caracterizado por conquistas históricas, como poder jubilarse a los 50 años.
Si bien el “informe Spinetta” no utiliza el término privatización, en los hechos es lo que es. La empresa estatal ferroviaria, la Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF) sería parte de la “libre competencia” al introducir empresas privadas en el sector. Además, quiere cerrar ramales considerados “no rentables”. Es así que 56 líneas (9 mil km de vías férreas) y190 estaciones, están amenazadas.
Para llevar adelante este plan que atenta, no sólo contra los derechos de los trabajadores, sino también de los usuarios, gobierno argumenta un déficit fiscal de 2600 millones de euros del sector, acumulando una deuda de 46 mil millones de euros.
La privatización de la SNCF no servirá más que para imponer despidos en masa y degradar las condiciones de trabajo de manera dramática, destruyendo el servicio público.

“Los cheminots, a la vanguardia de las movilizaciones”

Sin embargo, este plan ya tropezó con la primera piedra. La CFDT Cheminots, uno de los sindicatos de los trabajadores ferroviarios, presentó un comunicado el 22 de febrero donde plantea unirse a la huelga de los trabajadores estatales y los estudiantes el 22 de marzo, junto con la CGT Sud Rail y FO Cheminots (Force Ouvrière-ferroviarios).
Es así que los ferroviarios vuelven a serla punta de lanza como en las enormes huelgas de 1995 contra el gobierno de Alain Juppé, que también intentó reformar el sistema ferroviario y terminó enfrentando las movilizaciones y huelgas más importantes desde el mayo francés. En ese entonces, los “cheminots” mostraron su fuerza estratégica y paralizaron las vías de trenes durante semanas, siendo el transporte público por excelencia de Francia.
Obviamente que semejante poder de fuego empieza a ser estigmatizado, no sólo desde el Elíseo, sino también mediáticamente, acusándolos de entorpecer la vida de otros trabajadores, cobrando salarios “altísimos”…Cuando un ferroviario gana sólo 1290 euros (un trabajador publicó su recibo de sueldo en Facebook), con horarios rotativos, trabajando domingos, feriados y navidades.

Decretazo contra los derechos laborales

Así como la reforma laboral fue aprobada por decreto, la misma estrategia podría ser aplicada para la reforma ferroviaria. Christophe Castaner, Secretario de estado en relaciones con el Parlamento, planteó la semana pasada en un programa de televisión francés que “por supuesto que es una posibilidad” echar mano a las ordenanzas. Sin embargo, el primer ministro Édouard Philippe, fue más claro. Sencillamente dijo que el gobierno introducirá los cambios a través de un decreto ejecutivo especial si es necesario, sin pasar por la votación en el Congreso. Pero eso sí, siempre en el marco del “diálogo”…
La batalla de los ferroviarios será un punto clave para el gobierno de Macron, que viene perdiendo popularidad sostenidamente, y aún no cumplió ni un año de mandato. La unidad de las luchas será la llave para derrotar el plan ajustador del gobierno, uniendo las filas de los ocupados con los desocupados, de los precarizados, de los jubilados que también salen a las calles y de la juventud que se organiza y sale a luchar. El movimiento obrero francés viene de pelear contra la reforma laboral, primero contra el gobierno de François Hollande y luego contra Macron; y si bien fue aprobada (por decreto), no implica que los trabajadores saquen lecciones de cada lucha y avancen para derrotar la ofensiva del capital sobre sus valiosas e históricas conquistas.

Analía Micheloud

Software libre: Los primeros «hackers», y la evolución hacia el software cerrado

En el año 1983 Richard Stallman inició el Proyecto GNU bajo la premisa de crear un sistema operativo completamente libre, buscando también una alternativa al creciente aumento del software cerrado controlado bajo los derechos de protección intelectual de las empresas. Aquel anuncio inicial —lanzado en Usenet— dio lugar, dos años después, al Manifiesto GNU. Formalmente, había nacido el software libre.
Richard Stallman es reconocido como el fundador del movimiento por el software libre; pero el software libre no nació en el año 1983… lo hizo el movimiento para su desarrollo. En realidad, la informática moderna nació bajo el auspicio del software libre desde el primer momento.

Podríamos afirmar que la informática moderna nació en los años cuarenta del siglo XX.

En 1938 nació la primera computadora electro-mecánica programable, la máquina Z1 de Konrad Zuse. Y en 1939 se hizo la primera demostración de la máquina Atanasoff Berry Computer, la primera computadora electrónica y digital automática que se usó con números y letras. Podríamos afirmar que la informática moderna nació en los años cuarenta del siglo XX, justo en el momento de nacer las computadoras electrónicas programables.
En los años cincuenta del siglo XX las máquinas evolucionaron… el software, lenguajes de programación, y compiladores nacieron en aquella década. El hardware, ineludiblemente, estuvo directamente relacionado con el software en aquellos primeros años; formaban una unión indivisible. La estructura de aquella informática electrónica primaria era tan simple que no existía el perfil de especialista en software y hardware, los técnicos debían conocer ambas partes, así como tampoco existía el concepto del usuario de la máquina… eran operadas, normalmente, por los propios técnicos o por científicos con importantes conocimientos.

Un «hacker» es un experto entusiasta de la informática.

Al final, entre aquellos técnicos, se intercambiaban los avances y mejoras del apartado del software, así como se compartían los desarrollos. A las mejoras compartidas se les conocía bajo el nombre de «hacks», por lo que a los expertos que las compartían se les empezó a conocer como «hackers». Ese fue el primer significado de un concepto que, en la actualidad y tristemente, tiene una injusta connotación peyorativa. Aquel primer significado de «hacker» evolucionó hasta convertirse en el significado principal del concepto: «un hacker es un experto entusiasta de la informática».
El espíritu de software libre había nacido con la computación electrónica… era algo quizás natural e indivisible de aquella primitiva informática. Pero a finales de los años setenta, quizás por el nacimiento de la informática personal o de usuario, las empresas de informática empezaron a cobrar licencias de uso por medio del registro de marca y los derechos de autor… había nacido el software cerrado. El software cerrado fue evolucionando rápidamente… se abrió un nuevo modelo de negocio, a la sombra del cual nacieron grandes imperios como Microsoft o Digital Research, por ejemplo.

AT&T licenció el código original a la Universidad de Berkeley en California, que fue mejorando el producto y terminó por quitar todo el código original susceptible del pago de licencias.

Mientras tanto, el sistema operativo UNIX creado en los laboratorios de AT&T iba adquiriendo gran popularidad, y partiendo de ser un software libre de costo al principio, se fue encareciendo. Durante el trayecto AT&T licenció el código original a la Universidad de Berkeley en California, que fue mejorando el producto y terminó por quitar todo el código original de susceptible del pago de licencias a AT&T. Había nacido una rama del UNIX que mantuvo la filosofía del software libre. Así nacieron NetBSD, FreeBSD, OpenBSD, y Darwin.
Llegados a este punto, es importante declarar que antes de que Richard Stallman anunciara el Proyecto GNU y desarrollara el famoso Manifiesto GNU, ya existían movimientos en defensa del software libre ante el gran crecimiento de las licencias de uso y del software cerrado.

Linus Torvalds se basa en el MINIX de Tanembaum para crear el Kernel de Linux bajo el Proyecto GNU.

A partir de ahí nació el MINIX, un «clon» de UNIX desarrollado por Andrew Tanenbaum… entonces Linus Torvalds se basó en ese sistema operativo de Tanembaum para crear el «kernel» de Linux bajo el auspicio del Manifiesto GNU. Linus Torvalds y la comunidad GNU desarrollaron un «kernel» que vio nacer al Linux y que, finalmente, se convirtió en el sistema operativo de software libre que el Proyecto GNU buscó crear cuando fue anunciado por Richard Stallman el 27 de Septiembre de 1983.
Básicamente, Richard Stallman dio forma a cuatro conceptos básicos que definen al software libre (las cuatro libertades del software libre): la libertad de usar el programa, la libertad de estudiar cómo funciona el programa y modificarlo, la libertad de distribuir copias del programa, y la libertad de mejorar el programa y hacer públicas esas mejoras a los demás. Dos de estas premisas implican la necesidad de acceder al código fuente, por lo tanto el código abierto es un elemento fundamental del movimiento por el software libre. Nótese que el apartado económico no forma parte del Manifiesto GNU, por lo tanto un software libre no implica gratuidad.

La empresa Symbolics fue creada por compañeros de Stallman en el MIT, y buscó reemplazar el software libre implantando allí por software cerrado propietario.

¿La inspiración de Stallman para crear el Proyecto GNU? Se dice que fue una impresora del MIT incapaz de ser mejorada porque no tenían acceso al código fuente, o un desencuentro con al empresa Symbolics, Inc. por la falta de acceso a las actualizaciones de una máquina Lisp… o quizás ambas situaciones. Un dato curioso es que la empresa Symbolics fue creada por compañeros de Stallman en el MIT que buscaron reemplazar el software libre implantando allí por software cerrado propietario.
En resumen, debemos aclarar que la informática moderna nació bajo el paraguas de un software libre auspiciado por el concepto original del «hacker» que fue sucumbiendo ante el empuje del negocio empresarial de las licencias de uso y el nacimiento, posterior, del software cerrado. Un sistema operativo es el software base de cualquier idea de software libre, y el UNIX de la Universidad de Berkeley mantuvo en un halo de vida al software libre, hasta que llegó Richard Stallman que, con su Proyecto y Manifiesto GNU, universalizó y revitalizó al software libre.
Posteriormente, el «kernel» de Linus Torvalds y la comunidad dieron al Proyecto GNU el núcleo esencial para el sistema operativo buscado en el año 1983… con ello se certificó la supervivencia y universalización del espíritu original de los «hackers» de los años cincuenta del siglo XX.

Manuel
parceladigital.com

Los grandes grupos económicos de América Latina



Durante un largo tiempo, los grandes grupos económicos han sido la forma de organización corporativa dominante en América Latina. Tal como menciona Grosse (2007), estos grupos se caracterizan por estar controlados por un pequeño número de inversores – típicamente por una o dos familias- y por lo ampliamente diversificadas que se encuentran sus actividades.
En la región, los grandes grupos económicos dominan buena parte de las industrias nacionales, exceptuando el sector de hidrocarburos, donde las empresas estatales tienden a ser predominantes. Además, la influencia de estos grupos y de las multimillonarias familias que, por lo general, están tras de ellos, trasciende el ámbito económico e incide directamente en las decisiones políticas que se adoptan en sus países.
Si echamos un vistazo al ranking de las mayores empresas de América Latina en 2014 encontraremos que dieciséis de las veinticinco mayores empresas de la región, pertenecen a grandes grupos económicos locales. A su vez, estos grupos están controlados mayoritariamente por individuos o por ciertas familias. La mexicana América Móvil, por ejemplo, cuarta empresa más grande de la región en 2014 (detrás de tres petroleras estatales), pertenece al grupo Carso, controlado por Carlos Slim, uno de los diez hombres más ricos del mundo. El grupo Carso controla, además, empresas en el sector comercial, industrial, aeronáutico, de telecomunicaciones, entre otros. La brasileña JBS Friboi, líder en la venta de carne y sexta en el ranking regional, es controlada por la familia Batista a través del grupo JBS. La argentina TECHINT, que opera en el sector siderúrgico y de metalurgia y que es duodécima en el ranking, es controlada por Paolo Rocca. En Chile, Empresas Copec, decimoquinta en el rankingregional, es controlada por la familia Angelini, a través del grupo del mismo nombre.
Pero el capital de los grandes grupos económicos de la región no solamente se concentra en la industria o en el comercio, sino también en el sector financiero y en el sector de la comunicación (entre otros). Por ejemplo, de los veinticinco mayores bancos de la región, según el listado de América Economía para el año 2017, doce son de propiedad privada local, mayoritariamente en manos de grandes grupos económicos. El banco brasileño Itaú, por ejemplo, que es el banco privado más grande de América Latina, pertenece al grupo Itaúsa, con participación en el sector inmobiliario, financiero, químico, entre otros. A su vez, el grupo Itaúsa es controlado mayoritariamente por dos familias: Setubal y Villela. En México, el banco privado más grande, Banorte, pertenece al Grupo Financiero Banorte, controlado en buena parte por la familia Gonzalez Barrera.
Sin embargo, este fenómeno no es exclusivo de América Latina. De hecho, el que una notoria cantidad de empresas estén controladas por grupos locales, usualmente familiares, ha sido observado en algunas partes de Europa, Asia y otras regiones del mundo, como lo señalan Faccio y Lang (2002) y Morck, Wolfenzon y Yeung (2005). Una causa probable para ello es que los mercados de capitales no están tan ampliamente desarrollados en estos lugares como sucede en países como Estados Unidos.
Adicionalmente, en América Latina, al igual que en otras regiones en vías de desarrollo, el financiamiento para nuevos emprendimientos suele provenir de la propia riqueza familiar de los empresarios. Esta situación, que tiende a persistir, pone límites a la entrada de nuevos competidores, ocasiona la aparición de monopolios y permite la expansión de los grupos económicos a otros sectores diferentes a aquellos en los que se iniciaron.
Este problema, si bien es parcialmente ocasionado por la desigualdad estructural que ha caracterizado a América Latina desde tiempos de la colonia, contribuye también a reforzar la misma. El problema se agrava cuando consideramos que los extremos niveles de desigualdad de renta y de riqueza en la región son una amenaza sobre el crecimiento sostenible, sobre la cohesión social y representan un serio desafío a la democracia. De hecho, el que existan altos niveles de concentración de riqueza implica que también existan altos niveles de concentración de poder político en la región.
La influencia de los multimillonarios y de los grandes grupos económicos en América Latina se extiende, por tanto, mucho más allá de la esfera económica. Hay una gran variedad de casos en que muchos de los grupos económicos más poderosos de la región han utilizado su poder para incidir en las decisiones políticas nacionales, para obtener protección gubernamental o para acceder a información privilegiada. Sus medios de comunicación suelen ser usados para promover sus intereses y su posición privilegiada para defender su statu quo. Pese a todo ello, llama la atención el hecho de que muy pocas de las empresas de propiedad de estos grupos destaquen en el listado de las más grandes a nivel global.

Pablo Quiñonez Riofrío, @paquinonez , investigador CELAG.

Referencias:

Faccio, M., y Lang, L. (2002). The Ultimate Ownership of Western European Corporations. Journal of Financial Economics, 65(3), 365-395.
Grosse, R. (2007). The Role of Economic Groups in Latin America. En R. Grosse & L. Mesquita (Eds.), Can Latin American firms compete? Oxford: Oxford University Press.
Morck, R., Wolfenzon, D., y Yeung, B. (2005). Corporate Governance, Economic Entrenchment, and Growth. Journal of Economic Literature, 43(3), 655-720.

Xenofobia: el gobierno de Macri quiere cobrar el acceso a la salud ya la educación a los extranjeros



Un grupo de diputados oficialistas presentó un proyecto en ese sentido. En tiempos de ajuste y caída de la imagen del Gobierno, nuevamente los inmigrantes son puestos como chivo expiatorio en la agenda política y mediática.

Finalmente, luego de las declaraciones de apoyo a la idea por parte del jefe de Gabinete, Marcos Peña, un grupo de diputados oficialistas presentó un proyecto de ley para cobrar los “servicios” de salud y educación a extranjeros.
En la necesidad de copar la agenda política y mediática por parte del oficialismo, se observa la desesperación que genera entre los asesores de Cambiemos, la caída de la imagen de su gestión. El impulso a la medida xenófoba, se inscribe en esta dinámica de intentar distraer la agenda frente a los nulos resultados favorables de su política económica y del descontento generalizado (tan indisimulable, que se coló en las canchas de fútbol a través de los cantos de las hinchadas). El Gobierno opta por poner en agenda temas espinosos, que además de suscitar debates ligados a concepciones reaccionarias y del más común de los sentidos, sirvan como soporte ideológico para la profundización de la política represiva y de ajuste.
Como sucede cíclicamente, en campañas electorales o en momentos en que los números de la economía no cierran, los chivos expiatorios a los que acuden los gobiernos son los más pobres y los inmigrantes. Precisamente los migrantes provenientes de los países limítrofes son los más demonizados, cuando son superexplotados en Argentina en los trabajos más precarios e insalubres, como la construcción, el servicio doméstico o los talleres textiles clandestinos. Muchos de ellos trabajan en condiciones de absoluta irregularidad, sin acceso a derechos elementales.
"El objetivo del proyecto es garantizar el acceso igualitario a todos aquellos extranjeros que elijan residir en la Argentina de manera permanente, que vengan a trabajar, que aporten al crecimiento del país y que quieran proyectar sus sueños aquí y establecer un régimen para aquellos extranjeros no permanentes a fin de afrontar los costos de los servicios", sostienen los impulsores del proyecto.
La iniciativa busca marcar una distinción entre aquellos inmigrantes que se radican de forma permanente y aquellos “golondrina”, que supuestamente vienen al país a atenderse por alguna dolencia y vuelven a su lugar de residencia luego. Por otra parte, el proyecto avanza sobre el acceso a la educación, además de la salud pública que suscitó la polémica inicial.
Los migrantes son señalados como enemigos que utilizan los recursos del Estado y generan costos en detrimento de los derechos de los ciudadanos argentinos. Llamativamente, este proyecto de ley ha sido impulsado en medio de un debate en el que no se puso sobre la mesa estadísticas, datos concretos, acerca de cuántos serían aquellos extranjeros que solo vienen a atenderse en los hospitales y se vuelven a sus países luego. ¿Cuál es el perjuicio que en teoría genera esto en términos de presupuesto para la salud y la educación pública? Sin dudas, los inmigrantes no residentes que vienen “a usar el hospital y la universidad”, no perjudican el sistema de salud y educación pública como sí lo hace el gobierno con su constante política de desfinanciamiento para estas áreas. ¿Condiciones de igualdad? Eso es lo que genera con el cierre de escuelas que impulsa la gobernadora María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires y que deja sin acceso a la educación a argentinos y extranjeros residentes por igual.
El proyecto fue presentado por el diputado Luis Petri y lo acompañaron los legisladores oficialistas Waldo Wolff, Eduardo Amadeo, Facundo Suárez Lastra, Julián Dindart, David Schlereth, Gustavo Menna, José Carlos Núñez, Martín Hernández y Estela Regidor.
La discusión en torno a los inmigrantes de los países limítrofes, se encendió luego de que el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, expresara su intención de empezar a cobrar a los ciudadanos bolivianos que accedieran a la salud pública en la provincia.

Pocos fundamentos

El tema generó un cruce diplomático con el país vecino. Cambiemos había reclamado la firma de un convenio de reciprocidad con el Estado Plurinacional de Bolivia, para que los argentinos que viajen o vivan en Bolivia puedan atenderse en hospitales públicos sin costos. El gobierno de Evo Morales respondió la misiva planteando que tal convenio sería incompatible con la legislación vigente en dicho país.
Si no se logran los acuerdos de reciprocidad (no solo con Bolivia, si no con otros países de la región), se intentará alcanzar un régimen de compensación entre los Estados. En este escenario, cada estado correspondiente pagaría por la atención que reciban sus ciudadanos en los hospitales públicos de la Argentina. Si estas instancias no se concretan, los autores del proyecto apuntan a establecer aranceles que las personas deberán pagar de forma directa al asistirse en el hospital público.
Según explicó Petri al sitio Infobae, "para el acceso a la salud y educación pública, en niveles terciario y universitario, las personas que ingresan al país con carácter transitorio, temporario o precario, la condición de gratuidad debe ser a condición de reciprocidad”.
Según argumentó el abogado constitucionalista, Andrés Gil Domínguez en el diario La Nación, "en la medida que el convenio o tratado” de reciprocidad “no sea un obstáculo para la atención y que se dé a posteriori el pedido, no hay nada inconstitucional. El problema sería que, si no existiese el convenio, no quisieran atender o cobrar". Gil Domínguez aseguró que "no se puede obturar el ejercicio de acceso a la salud, más allá que el Estado extranjero lo pague o no. (…) Sería inconstitucional e inconvencional por los tratados que firmó el Gobierno argentino como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales".
En otro artículo publicado en el mismo medio, se relativiza el impacto que generan los extranjeros en el acceso a la salud pública. “La Encuesta de Protección y Seguridad Social (Enapross), cuyos resultados fueron publicados en un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), detectó que ’casi 6 de cada 10 migrantes sudamericanos, sobre todo aquellos arribados durante los últimos 20 años, dispone y utiliza solamente la cobertura para la atención de la salud que brindan los hospitales públicos y los Centros de Atención Primaria’. Sin embargo, el informe destaca que ’de todas maneras, dada la escasa prevalencia de la población migrante sudamericana sobre la población total, en realidad el impacto que ella ejerce sobre los servicios que prestan los hospitales públicos y los CAPS resulta escaso’". Como se ve, ni siquiera un medio afín al Gobierno y mayoritariamente defensor de sus políticas más reaccionarias, encuentra argumentos de peso para fundamentar la medida.

Juana Galarraga
@Juana_Galarraga

La guerra económica contra Venezuela, ¿mito o realidad?

“Es la economía, estúpido”. Con esa frase ganó Bill Clinton las elecciones presidenciales estadounidenses de 1992 frente a George Bush padre.

Si queremos analizar lo que sucede en Venezuela, un país en el que pocas personas han estado, pero todas parecen saber y opinar sobre lo que sucede allá, debemos ampliar la frase y decir: “Es la geopolítica, estúpido”.
Todo análisis sobre Venezuela debe partir de una premisa, la de ser el país con las reservas de petróleo certificadas más grandes del mundo1 (en torno a 300.000 millones de barriles). A esa cantidad de oro negro hay que sumar estar entre las 10 principales reservas de gas, biodiversidad, y minerales y “tierras raras”, como el coltán.
Por si fuera poco, un barco petrolero tarda menos de una semana en atravesar el Caribe y llegar desde Venezuela a los principales puertos de la costa este de los Estados Unidos, frente al mes y medio que ese mismo barco tarda en llegar desde el Golfo Pérsico atravesando el Canal de Suez.
Solo desde esta mínima base geopolítica es que podemos atrevernos a intentar analizar qué sucede en Venezuela, y si realmente existe o no una guerra económica.
En “La mano visible del Mercado”2, la economista venezolana Pascualina Curcio, determina 3 coordenadas fundamentales para poder hablar de guerra económica: acaparamiento de productos de consumo básico; inflación inducida mediante manipulación artificial del tipo de cambio; y bloqueo financiero.
Examinemos el primero de los 3 indicadores. ¿Porqué es fácil en Venezuela encontrar productos del campo, como frutas y vegetales, pero en cambio es extremadamente difícil encontrar determinados medicamentos o productos de higiene? Porque estos últimos pertenecen a 2 empresas estadounidenses, Procter & Gamble y Jonhson & Jonhson, que tienen el monopolio del 90% del mercado y controlan cuando y qué productos colocan en el mercado. Es una decisión política, y no económica, el que se encuentren unos productos sí y otros no en las tiendas y supermercados de Venezuela.
En segundo lugar, la inflación, que desde el Chile de Allende siempre fue un arma política en el que quien controla el suministro de los productos controla el precio de los mismos. El concepto inflación es diferente al aumento de precios y ni siquiera tiene que ver con la economía, si no con decisiones políticas. Otro economista, en este caso español, Alfredo Serrano, explica3 como el valor del tipo de cambio en Venezuela se ha multiplicado desde mediados de 2014 por 1410 veces, mientras que la cantidad de billetes se multiplicaba por 43, la liquidez por 64 y el tipo de cambio implícito por 141. Esto solo se puede entender a partir de decisiones políticas, como la manipulación del tipo de cambio dirigida por la web Dólar Today, alojada en servidores de Miami, Estados Unidos; o que la calificadora Standard & Poor’s declare4 a Venezuela en default selectivo a pesar de que ha cumplido con todas5 las deudas e intereses con sus acreedores, pagando hasta el momento 70.000 millones de deuda.
En tercer lugar, el bloqueo económico estadounidense es una realidad que se ampara en un decreto6 ejecutivo firmado por el Nobel de la Paz Barack Obama, que declara a Venezuela un peligro para la seguridad nacional. Más allá de las declaraciones pomposas, esta medida tiene consecuencias muy reales. Por ejemplo, en noviembre 2017 fueron devueltas 23 operaciones7 en el sistema financiero internacional valoradas en 39 millones de dólares para la compra de alimentos, insumos básicos y medicamentos.
Para completar este breve análisis y si repasamos un poco la historia, podemos encontrar numerosas similitudes entre lo que sucede hoy día en Venezuela, y lo que sucedió en el Chile de Salvador Allende o en la Cuba de Fidel Castro. Ataques a la economía que en realidad son contra todo un pueblo en la medida en que se alteran los mecanismos de producción y distribución de productos básicos; manipulación mediática nacional e internacional contra estos gobiernos; presencia de manera directa o indirecta del imperialismo estadounidense mediante sus diferentes mecanismos de injerencia; desde la CIA a la DEA, pasando por USAID y el financiamiento mediante decenas de millones de dólares de la oposición política.
Por todo esto, podemos afirmar que sí, que Venezuela sufre una guerra económica contra todo un pueblo, y que línea de separación hoy si queremos debatir sobre Venezuela no es izquierda o derecha, socialismo o capitalismo, sino democracia frente a terrorismo político, económico y mediático.

PD: Y sí, Venezuela tiene múltiples problemas que van desde la inseguridad hasta la ineficiencia o corrupción. Pero esos problemas le corresponde resolverlos al pueblo venezolano de manera soberana. A nadie más.

Katu Arkonada
La Jornada
@katuarkonada


1 http://www.dinero.com/internacional/articulo/venezuela-tiene-mayores-reservas-probadas-petroleo-del-mundo/131715

2 https://lalenguatv.com.ve/wp-content/uploads/2017/03/ManoVisibleMercado.pdf

3 http://www.celag.org/las-pruebas-del-crimen-economico-venezuela/

4 https://www.forbes.com.mx/sp-declara-a-venezuela-en-default-selectivo/

5 https://www.telesurtv.net/news/Venezuela-paga-intereses-de-bono-PDVSA-2027-20171115-0037.html

6 http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/12/141210_venezuela_eeuu_sanciones_ao

7 http://minci.gob.ve/2018/01/alimentos-medicinas-bloqueados/

El "socialicidio" colombiano

La situación de derechos humanos que atraviesa Colombia es extraordinariamente preocupante. En lugar de abrir las puertas a la paz y la esperanza, el post-acuerdo con las FARC-EP aparece como un período plagado de incertidumbre y violencia. Mientras se hacen cuentas alegres sobre la reducción de muertes violentas de miembros de la Fuerza Pública, desde la vereda de las organizaciones y los movimientos populares y de izquierda, la realidad es aterradora. La guerra sucia continúa y va en aumento. Escasamente pasa un día sin que asesinen a un dirigente popular. Sólo en Enero del corriente año, 27 dirigentes sociales han sido asesinados, prácticamente uno por día. Huelga aclarar que el epicentro de esta guerra sucia se encuentra en el suroccidente colombiano, que es, a su vez, el escenario más álgido que ha tenido el conflicto social y armado en el país. Los mapas de una y otra violencia se sobreponen, revelando así el vínculo íntimo que les une.
Todo esto ocurre bajo las narices de las fuerzas represivas del Estado, que tienen un despliegue en todo el territorio nacional sin precedentes. Esas fuerzas, tan efectivas para combatir los brotes de insurgencia, se muestran impotentes ante el avance del paramilitarismo y el sicariato. No es en realidad impotencia, sino falta de voluntad, pues la alianza perversa entre paramilitarismo y fuerza pública no ha sido desmantelada. Ni siquiera ha sido reconocida, pues el gobierno sigue negando lo evidente: que el paramilitarismo existe y se fortalece en todo el territorio nacional. Esto es como el alcoholismo. Si usted quiere superar su problema, primero debe reconocerlo. La negativa del Estado para reconocer el problema paramilitar es la prueba fehaciente de la falta de voluntad política para frenar esta masacre preventiva. Digo preventiva, porque la dirección con la que se está desarrollando esta matazón parece dirigida hacia evitar cualquier avance, por pequeño que este sea, de fuerzas políticas y sociales alternativas al bloque oligárquico en el poder. Dentro de este orden de ideas, el asesinato de dirigentes sociales y de defensores de derechos humanos es el elemento clave de este tipo de violencia de los poderosos contra quienes cuestionan su poder y sus privilegios.
Es hora de asumir este problema en su real magnitud y comenzar a pedir algo más que castigo para los responsables intelectuales y materiales de este auténtico genocidio en curso. Es hora de entender la gravedad particular de estos crímenes sistemáticos y exigir un tratamiento diferencial para este tipo de violencia. Aclaro, de antemano, que no soy un experto en derecho ni nada que se le parezca, pero creo que debemos comenzar a llamar las cosas por su nombre. Así como el asesinato sistemático de mujeres en el marco de relaciones de género asimétricas y desiguales ha sido llamado feminicidio, para resaltar el carácter particularmente grave de este tipo de violencia letal, es hora de que comencemos a hablar de socialicidio. Esto es, del asesinato sistemático de dirigentes sociales y de defensores de derechos humanos como una estrategia para evitar cualquier clase de cuestionamiento al orden social vigente.
Este tipo de crimen merece un tratamiento especial porque es particularmente grave y tiene un efecto multiplicador sobre la sociedad, creando apatía y terror. Eso lo saben bien las fuerzas siniestras que jalan del gatillo, que estigmatizan a las potenciales víctimas desde los medios y desde las instituciones del Estado, que facilitan esta masacre desde los organismos de inteligencia y desde los organismos represivos. Por eso lo aplican de manera tan entusiasta. Ellos saben que usted mata a un dirigente social y aterroriza a una comunidad entera de cientos, sino de miles de personas. El asesinato selectivo es tan eficaz como las masacres paramilitares de comienzos del milenio. Paraliza, silencia, amordaza, desmoviliza. Es por eso que este tipo de crímenes no pueden seguir siendo tratados de la misma manera que se trata un asesinato por una pelea de borrachos, o para utilizar al lenguaje oficial, como un mero lío de faldas. El asesinato de un dirigente social debe ser tratado con mucho mayor rigor, pues cada asesinato a un líder o a un defensor equivale a asesinar a cien personas. Es más, el problema es aún más grave que el cálculo cuantitativo: se trata, en realidad, de matar el tejido social a través del asesinato del dirigente.
Este castigo ejemplar debe ser aplicado no sólo a las fuerzas materiales detrás de esta sangría interminable: debe también aplicarse a los autores intelectuales y a las fuerzas que desde los medios de comunicación incitan a esta cultura de la violencia en contra de los contradictores del establecimiento. Es hora de coger al toro por las astas. Lo primero, es reconocer la excepcionalidad de esta ola de crímenes que sacude a Colombia y que, a falta de un mejor nombre, llamaría un socialicidio, pues estamos ante el intento de suprimir violentamente a un sector de la sociedad y todo el tejido social alrededor de éste, mediante la supresión letal de sus representantes visibles. Debemos sacudir la indiferencia y esa cultura en la cual se ha normalizado el asesinato de los nuestros. No estamos ante una serie de asesinatos y crímenes inconexos: estamos ante una masacre sistemática, de varias décadas, propiciada por un ambiente hostil en el que desde los medios se exacerba el odio y se normaliza la muerte. La gravedad de la situación amerita medidas igualmente excepcionales.

José Antonio Gutiérrez D.

martes, febrero 27, 2018

A 44 años del "Navarrazo": el golpe de Perón contra la Córdoba combativa



El 28 de febrero de 1974, el jefe de policía de la provincia de Córdoba, Antonio Navarro, depuso al gobernador Obregón Cano y a su vice Atilio López (1), imponiendo de hecho un estado de sitio garantizado por la policía con el auxilio de grupos armados civiles, comandados por la Juventud Sindical Peronista.
Este golpe se justificó bajo la llamada “depuración ideológica” del peronismo. El apellido de su autor le dio trascendencia y entró en la historia nacional como Navarrazo.

Perón en el poder

Con la vuelta de Perón al país se inicia una ofensiva abierta de la derecha peronista contra los sectores ligados a la Tendencia Revolucionaria. En particular se desatarán una serie de acciones y movimientos de presión destinados a desalojar del poder político a aquellos gobernadores que estaban ligados o simpatizaban con ese sector.
En el marco de esa campaña, el 1º de febrero del ’74 la CGT de Santa Cruz denunciaba “infiltraciones marxistas en el gobierno provincial”. Pocos días después las 62 Organizaciones en Salta resolvían “declarar personas no gratas al gobernador de la provincia (…) por ‘ser cabezas visibles del aparato mentado por el marxismo’” (2). Esta ofensiva se repetiría en San Luis y Mendoza.
En Córdoba, los diarios hablarán constantemente de la posibilidad de una intervención federal. “Córdoba es un foco de infección” había dicho Perón pocas semanas antes del golpe.
A fines del ‘73 los trabajadores del transporte obligan al gobierno a otorgar un aumento salarial. Al mismo tiempo los empleados públicos imponen a la Legislatura la aprobación del Estatuto del empleado público. El gobierno nacional acusa entonces a Córdoba de “romper el Pacto Social” y señala que éste “no puede tener eslabones débiles” (3).
Como se recordará el Pacto Social congelaba los aumentos salariales en pos de intentar poner un freno a la escalada inflacionaria. El mismo acuerdo también ponía límites a los aumentos de precios pero el empresariado transgredía de manera constante ese impedimento.
Ya en febrero de 1974 se desarrollarán una serie de maniobras tendientes de imponer el golpe policial. Así, la provocación patronal correrá a cargo de la FETAP (empresarios del transporte) que, negándose a aceptar el aumento salarial acordado, a partir del 19 de febrero inicia un lock-out patronal abierto. “De los aproximadamente 900 ómnibus que cubren sus recorridos habitualmente unos 350 habían cesado de andar”, informaba el diario La Voz del Interior el 20 de febrero.
En un clima completamente enrarecido el jefe de policía Navarro es acusado públicamente de mantener “reuniones clandestinas para conspirar contra la continuidad institucional de la provincia”. En estas reuniones con la derecha peronista y las 62 organizaciones se preparaba el golpe del día 28.

El levantamiento

El día 27 de febrero el Gobierno comunica a Navarro su separación de la conducción de la Policía. Pocas horas después las fuerzas policiales se amotinan en el Cabildo. Ese día, en La Voz se podía leer que “la gente no podía pasar hacia la Plaza San Martín. Todas las vías estaban cortadas. Policías con ropa de fajina y cascos de acero, lucían armas largas impidiendo la circulación de peatones”.
Por la noche se toma la Casa de Gobierno, deteniendo a Obregón Cano, López y varios funcionarios más. Esa madrugada se llevarán a cabo ataques con bombas contra La Voz del Interior, la casa del gobernador y su ministro de gobierno, entre otros. Grupos parapoliciales coparán las principales radios de la ciudad para transmitir en apoyo a Navarro. En los dos días siguientes serán detenidos más de 80 personas y se producirán decenas de allanamientos ilegales. El rol golpista de la FETAP será evidente: los colectivos, ausentes durante días en las calles, serán parte de las barricadas montadas por los grupos parapoliciales.
Se combinarán tres elementos para consolidar el golpe: en primer lugar, el accionar de las bandas paramilitares y la Policía. Las mismas actuarán sin encontrar resistencia de parte de las organizaciones combativas de la clase trabajadora o de sectores de masas.
En segundo lugar, la actuación del gobierno nacional, impulsando abiertamente un proyecto de intervención de la provincia en los días posteriores a la asonada. De esta forma Perón legalizaba el golpe de Navarro. A esta decisión del viejo líder se someterán tanto Obregón Cano como Atilio López. Esto volverá a evidenciar la impotencia política de la izquierda peronista.
Finalmente los empresarios y la burocracia de las 62 organizaciones actuarán en común para impedir una respuesta del movimiento obrero. El lock-out patronal se generalizará y las 62 organizaciones convocan a un paro por tiempo indeterminado en “adhesión a la valiente y patriótica actitud tomada por el peronismo de Córdoba en apoyo a su Policía”.
De esta forma, hasta el 5 de marzo, la ciudad se halló virtualmente paralizada. Esto debilitó fuertemente a la clase obrera, al impedirle concentrarse en sus lugares de trabajo para dar una respuesta contundente al levantamiento policial.

Algunas conclusiones y un debate

El golpe fue abiertamente impulsado por Perón y el gobierno nacional. Tal es así que el mismo día se realizaba en Alta Gracia el Congreso “Normalizador” de la CGT, con la presencia de Ricardo Otero, ministro de Trabajo de la Nación. La ciudad se halla ubicada a 35 km de la capital cordobesa.
¿Qué se proponía este golpe? En primer lugar, establecer un mayor control sobre el conjunto del movimiento obrero y en particular derrotar a sus sectores de vanguardia. El movimiento obrero se hallaba escindido en Córdoba entre ortodoxos, legalistas, independientes y clasistas. Los últimos sectores, opositores al Pacto Social, controlaban gremios de peso estratégico: la UTA, Luz y Fuerza y SMATA, entre otros. En el resto del país los gremios más poderosos se hallaban en manos de la rama ortodoxa.
En segundo lugar, se trataba de apropiarse del aparato del Estado para utilizarlo abiertamente contra la clase obrera y los sectores populares que enfrentaban crecientemente el Pacto Social y el conjunto de la política del gobierno de Perón. No era sólo una disputa de poder en el seno del peronismo, como lo presentó en ese momento la UCR o como lo señalan hoy algunos intelectuales (4), sino que se buscaba controlar el Estado para desatar una persecución abierta contra la clase obrera. Esto se continuaría y acentuaría luego bajo las intervenciones federales, en particular la de Raúl Lacabanne.
En tercer lugar, Córdoba tenía un enorme peso dentro de la política nacional, no sólo por su tradición de lucha reciente, sino por albergar a algunos de los dirigentes más importantes del movimiento obrero, como Tosco o Salamanca. La búsqueda de “imponer orden” en la provincia mediterránea tenía entonces una enorme repercusión nacional (5).
Ante esta ofensiva, la respuesta del movimiento obrero combativo aparece completamente impotente. En una entrevista realizada a Tosco pocos días después del golpe, la misma queda de manifiesto.
“Pregunta: ¿Y cómo es que no se ha producido ninguna reacción de tipo masivo?
Tosco: Se están haciendo actos relámpagos, algunas asambleas de fábrica, etc. (…), pero hay una relación de fuerzas básica que está dada por el teniente coronel Navarro y su policía con las armas en la mano. Centenares de fascistas armados y entrenados bajo la conducción de organismos policiales y parapoliciales” (6).
¿Cómo podía ocurrir esto en la ciudad del Cordobazo y el Viborazo, donde la clase obrera junto al movimiento estudiantil y el pueblo había logrado derrotar a las fuerzas policiales en las calles?
La falta de una respuesta masiva no puede explicarse por fuera de dos factores sociales de peso. Por un lado, la relativa confianza que todavía suscitaba Perón en las grandes masas. Fue por ello que los golpistas enarbolaron la bandera del “auténtico peronismo”. Esto les garantizaba, sino el apoyo, por lo menos la pasividad de sectores amplios del movimiento obrero frente al golpe.
Por el otro, por las enormes limitaciones de la izquierda peronista para lidiar con este proceso. La experiencia de sectores más amplios de las masas con el peronismo en el poder era frenada a cada paso por Montoneros y la JTP. Estas corrientes se negaban a enfrentar y denunciar el Pacto Social como una política anti-obrera. Al mismo tiempo, en su discurso político buscaban preservar al mismo Perón de toda crítica, centrando sus dardos en el "entorno de derecha". Esto era funcional a una política de presión sobre el viejo caudillo que, como ha demostrado la historia, se evidenció impotente.
A esta política terminarían cediendo los dirigentes del sector combativo del movimiento obrero. Pocas semanas antes del golpe, el Movimiento Sindical Combativo -integrado centralmente por Luz y Fuerza y SMATA- difundía un comunicado donde criticaba las modificaciones de la Ley de Asociaciones Profesionales y la reforma al Código Penal. Pero “no se colocaba en una línea de oposición total al presidente Perón, sino a sus sectores burocráticos y de derecha”.
Esta política no podía más que enlentecer cualquier experiencia de sectores de masas con la figura de Perón. Esto, como es evidente, debilitó a la vanguardia obrera y popular, que fue impotente para operar una respuesta al golpe. Las organizaciones obreras se limitaron a declaraciones de repudio y a un paro de 24 horas que no tuvo ninguna incidencia en la situación, al mismo tiempo que se preparaba “un paro provincial con fecha a determinar” que nunca se realizó. Además, ninguna de estas organizaciones llamó al conjunto de la vanguardia nacional a movilizarse para enfrentar este golpe.
Para quienes hoy quieren eximir de culpa a Perón por los asesinatos de la Triple A, las enseñanzas del Navarrazo muestran qué rol cumplió cuando se trató de liquidar a la vanguardia obrera y popular que se oponía a su política. Para los trabajadores que hoy salen a luchar es necesario conocer y profundizar en el estudio de esos convulsivos años para preparase para los futuros combates de clase.

Eduardo Castilla
@castillaeduardo

Notas:

1 Obregón Cano se hallaba ligado a los sectores de izquierda peronista y López era Secretario General de la UTA. Dentro del peronismo en su conjunto, se referenciaban con los sectores más combativos de ese movimiento.
2 Los gobernadores de Salta, San Luis y Mendoza eran Miguel Ragone, Elías Adre y Martínez Baca. Todos habían sido apoyados por el ala izquierda del peronismo, al igual que Obregón Cano. La Voz del Interior, 05/02/74 y 06/02/74.
3 Comunicado de Prensa. Ministerio del Interior, 12/02/74.
4 Tal es la postura desarrollada por Alicia Servetto en el libro De la Córdoba combativa a la Córdoba militarizada, donde señala que “La crisis provincial de marzo de 1974 debe leerse (…) fundamentalmente como resultado de las contradicciones internas del peronismo (…) predominó la disputa por la ampliación de los espacios de poder entre los distintos sectores y las instituciones del Estado fueron instaladas como arena de la lucha política”. Op. cit., p. 109.
5 Señala el historiador James Brennan “Perón sabía que el éxito de la campaña verticalista dependía de Córdoba. El reestablecimiento de la autoridad de la CGT central era necesario tanto para controlar la expansión de la militancia obrera a todo el país como para asegurar el éxito del Pacto Social (…) sólo Córdoba era capaz de aprovechar la oposición de la clase obrera al programa y darle la forma de un movimiento de importancia nacional”. El Cordobazo. Las guerras obreras en Córdoba 1955-1976, Ed. Sudamericana, p. 319.
6 La Voz, 13/03/74.

La llamada acumulación originaria



En este programa estudiamos, con el investigador mexicano Jesús Alavez, el penúltimo capítulo de el primer tomo de "El Capital", en el que Marx examina la génesis del capitalismo y los procesos de despojo que acompañan su surgimiento

El fantasma anticlerical de los reformistas del 18



Dentro de sus distintos rasgos, el movimiento iniciado por los reformistas hace cien años tuvo un marcado carácter modernizador y anticlerical. Al punto de que hay quienes fechan en 1918 el “ingreso de América Latina en el siglo XX”. Sin dudas, la expansión de la crítica secular iniciada por el estudiantado cordobés resquebrajó a esos “virreinatos del espíritu” que eran las universidades americanas, férreamente tuteladas por el dogmatismo de la Iglesia. Hasta entrado el siglo XIX la universidad de Córdoba sólo ofrecía formación en teología (herencia jesuítica) y derecho (donde se impartía derecho canónico). Aunque para 1873, en plena modernización sarmientina, se introdujeron las ciencias físico-matemáticas, la tutela clerical se mantuvo indemne. En las primeras décadas del siglo XX, en Filosofía se seguían estudiando “los deberes para con los siervos”, como en el medioevo, y en la biblioteca era imposible encontrar libros sobre Darwin, Bernard, Haeckel, Marx o Engels, como si los siglos XVIII y XIX no hubiesen transcurrido. El escudo universitario llevaba la inscripción “Jesús”, se festejaba el día de la Virgen de la Concepción y era obligatorio el juramento profesional sobre los Santos Evangelios[1].
Una casta vitalicia, fuertemente dogmática y tradicionalista, dominaba todas las cátedras, impidiendo cualquier atisbo de libertad de pensamiento. Una sociedad civil y un régimen político fuertemente hegemonizados por la Iglesia formaban parte de la tradición local a la que se opuso otra tradición que empezaba a echar raíces, la de una amplia alianza social de obreros y estudiantes que en las primeras décadas del siglo XX irrumpieron con sus métodos de acción directa y sus demandas sociales. José Aricó leyó esta dualidad como componente de una persistente identidad contradictoria de Córdoba, que definió como una ciudad de frontera entre lo tradicional y lo moderno, lo clerical y lo laico, lo conservador y lo revolucionario[2].
Y probablemente sea la Reforma de 1918, con su impronta anticonservadora, el hito fundante de esa dicotomía. Desde las páginas de La Gaceta Universitaria (convertida en órgano oficial de la recientemente creada Federación Universitaria) el movimiento reformista lanzó duras críticas contra el dominio de la Compañía de Jesús sobre la Universidad. Ahí, planteaban “se hermanaban las doctrinas sombrías de la Iglesia Católica con la hosquedad de una ciencia anquilosada, las fórmulas siniestras de la Inquisición con el casuitismo de la filosofía tomista; los procedimientos tenebrosos de los discípulos de Loyola con las glosas herméticas de la Instituta o las leyes de Indias”[3].
Bajo estas condiciones, una de las demandas del movimiento reformista fue la de la separación de la Iglesia del Estado, que por aquellos días se encarnó en arrebatarle a la Iglesia el dominio de los claustros universitarios. Sería difícil exagerar la conquista que implicó este logro, que abrió paso al ingreso de nuevos docentes, a la libertad de cátedra y con esto a una proliferación de estudios científicos y de reflexiones en torno a la utilidad social del conocimiento y el compromiso con la realidad. Aquel fue el primer desafío serio que sufrió la Córdoba de las campanas, que sin embargo supo resistir en las estructuras partidarias, la administración estatal y en el poderoso arzobispado provincial, partícipe directo de cada golpe de estado.

La actualidad de la impronta anticlerical de los reformistas

Si la metáfora político-cultural de Aricó mantiene productividad es porque, pese a todas las transformaciones sociales experimentadas en nuestra provincia, la siguen anidando tradiciones culturales, sociales e ideológicas divergentes que se expresan a su modo en la disputa social.
Si la Iglesia supo conservar un fuerte peso, arbitrando en cada crisis social de importancia (es sabido que el arzobispado cordobés intentó jugar un rol de contención pidiendo a los diputados no apoyar la reforma previsional) y frenando todo avance en materia de derechos democráticos -como sucedió con el amparo presentado por el Portal de Belén que mantiene suspendida la aplicación del protocolo de aborto no punible en la provincia-, nuevas generaciones salen a la palestra cuestionando su pretensión hegemónica. Lo hizo el movimiento estudiantil en el 2010 cuando generalizó entre sus demandas el rechazo a la injerencia de la educación religiosa en la órbita estatal, y lo hizo el amplio movimiento de mujeres que instaló una agenda propia a fuerza de movilizaciones multitudinarias que conmovieron desde abajo al país y a nuestra provincia poniendo en la discusión pública la realidad de las mujeres. Así la demanda por el derecho al aborto legal ganó aceptación en la mayoría de la población cordobesa que, más allá de sus creencias religiosas, la entiende como una cuestión de salud pública ante las muertes de mujeres en las insalubres condiciones de la clandestinidad.
En la Córdoba tradicionalista comienza a resquebrajarse el consenso en torno a un eje de flotación de la batalla cultural de la Iglesia. Porque ni la educación ni la salud públicas deben ajustarse a los principios de ninguna moral confesional. Hace cien años los reformistas irrumpieron contra un orden dogmático que hacía de la Universidad el “refugio secular de los mediocres” y se inscribieron en la tradición de la Córdoba rebelde, laica, obrero-estudiantil. La misma tradición que nutre y hace grande la lucha de miles por el derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito en los hospitales públicos. No podemos esperar más. También hoy “los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”[4].

Paula Schaller
Licenciada en Historia - Conductora del programa Giro a la Izquierda

[1] A cien años de la reforma de Córdoba, 1918-2018 La época, los acontecimientos, el legado, Álvaro Acevedo Tarazona.
[2] José Aricó, “Tradición y modernidad en la cultura cordobesa”. En revista Plural N° 13, pp. 10-14, Buenos Aires, 1989.
[3] La Gaceta Universitaria N° 10, 27 de junio de 1918.
[4] Manifiesto Liminar.

Los cantos contra Macri, un cambio en el humor social



Miles de voces en canchas y recitales

Los cánticos contra Macri y el gobierno en más de media docena de canchas de fútbol, varios recitales y hasta en un andén de la línea D de subte ante la interrupción del servicio, muestran un evidente cambio en el humor social, que es el resultado de la ofensiva y las medidas antipopulares del oficialismo y de los procesos de corrupción de un gobierno off shore, que finalmente han comenzado a filtrarse y que han llevado a la primera renuncia de un alto funcionario y colocado en la picota a varios otros.
La masividad de los cantos y la extensión de estos a una creciente cantidad de escenarios, derrumba la especulación oficial de que se trata de una “operación política” armada por un arco que iría desde Moyano y Barrionuevo hasta el kirchnerismo. Pero, además, Barrionuevo abandonó a Moyano en la movilización del 21 de febrero en un guiño hacia el gobierno y el camionero, desde el palco ese día pidió con firmeza que se terminaran los cantos contra Macri y se deslindó de los mismos (“no comparto los insultos”) al salir de la cancha de Independiente al finalizar el partido donde los hinchas entonaron el ya extendido “Mauricio Macri la puta que te parió”.
Los cantos –hasta ahora y en pocos días- partieron de las hinchadas de San Lorenzo, River, Huracán, Independiente, Lanús, Rosario Central y Chacarita. Pero también se replicaron masivamente entre los centenares de jóvenes que participaron en festivales como el de Dancing Mood, en el Konex; Guasones, en Groove y Los Perez García, en El Teatro de Flores. Y -entre los que se replicaron por las redes- también apareció el canto en las tribunas, en un partido de basquetbol en la cancha de Obras.
Esta exteriorización del malestar creciente de los sectores populares, incluidos entre ellos muchos de sus antiguos votantes, ha comenzado a preocupar al gobierno, que ha armado un operativo para reprimir y tratar de limitar las manifestaciones y protestas obreras y populares.
Por esa razón se ha lanzado también a tratar de bloquear estas manifestaciones “musicales” con medidas punitivas y, a través de voceros y dirigentes de los árbitros, amenaza con suspender los partidos donde se escuchen cantos contra el presidente, asimilando perversamente esta muestra de bronca popular con una manifestación de discriminación como la que en algún partido se escuchó contra las colectividades bolivianas, paraguayas o judías.
Las dudas que aparecen en la decisión de aplicar medidas represivas están asentadas en que puede suponer un revulsivo que le haga salir el disparo por la culata al gobierno.
La bronca popular se seguirá manifestando en cada conflicto, en las calles y en los cantos. La respuesta contra el gobierno de la estafa a los jubilados, de los tarifazos brutales, de la inflación galopante, del intento de poner tope a las paritarias y deprimir los niveles salariales, de la corrupción creciente se manifiesta todos los días ante los ataques oficiales y no la van a parar con estos ataques a la libertad de expresión.

Nelson Marinelli

La muerte de Luciano Benjamín Menéndez



Fue represor y jefe de represores desde los años 60 hasta setiembre de 1979, cuando con otros compinches del “ala dura” (Emilio Massera, Santiago Riveros, Ramón Díaz Bessone y Guillermo Suárez Mason y otros) se levantó contra la dupla Jorge Videla-Roberto Viola por sus diferencias mafiosas respecto de la “salida política” que ya en ese año buena parte de la burguesía consideraba indispensable.
Desde que se instauró la dictadura de Juan Carlos Onganía en 1966, Luciano Benjamín Menéndez –miembro de una familia con un linaje de criminales (recuérdese el Benjamín Menéndez que intentó golpear contra Perón en 1951), sirvió a todas las dictaduras y gobiernos civiles que la sucedieron. Una de sus diferencias con Videla, dicho sea al pasar, fue la guerra frustrada contra Chile en 1979, de la que Menéndez fue partidario acérrimo (“nos vamos a lavar las bolas en el Pacífico”, fue su arenga a los soldados poco antes de la invasión que finalmente no se produjo).
En 1975 la presidenta María Estela Martínez (“Isabel”), lo puso al frente del III Cuerpo de Ejército, en Córdoba, donde ya formaba parte del “Comando Libertadores de América” (la “triple A”) desde febrero de 1974, cuando por cuenta del general Perón un ignoto coronel, el jefe de policía Antonio Navarro, derrocó por la fuerza al gobernador, Ricardo Obregón Cano, y a su vice, Atilio López, para permitir que el gobierno central interviniera la provincia y comenzara una represión estatal y paraestatal en toda la línea.
A partir del golpe del 24 de marzo de 1976 la represión –que Menéndez ya conducía por encima de Navarro y la gobernación farsesca instalada por Isabel Perón– y las actividades represivas del III Cuerpo comenzaron a centralizarse en el centro clandestino de detención y exterminio llamado “La Perla”, donde se cometieron miles de desapariciones, torturas y asesinatos.
Menéndez tuvo entonces muchos amigos civiles. Uno de ellos fue el actual ministro de Defensa, Oscar Aguad, quien jamás se tomó la molestia de explicar el tipo de vínculo que tuvo con el genocida, o el ex gobernador José Manuel de la Sota, que compartió con él actos y palcos.
Asesino, entre otros, del obispo Enrique Angelelli, fue condenado por 139 casos de homicidio y al momento de su muerte estaba imputado por otros 800. Fue el militar con mayor cantidad de condenas a prisión perpetua de la historia argentina. Como resumen de la impunidad, la muerte lo encontró cumpliendo “prisión domiciliaria”.
Pero con él no ha “muerto la muerte”, como alguien dijo. Continúan impunes tantos otros –tanto militares como sus cómplices civiles y clericales.
El gobierno impulsa una política de impunidad con el propósito de reinsertar a las fuerzas armadas en la seguridad interna. A modo de despedida, sin ir más lejos, su amigo el ministro Aguad le tomó juramento al nuevo jefe del Ejército en un acto que contó con la presencia de los familiares de los genocidas.
Ayer y hoy, 30 mil compañeros detenidos desaparecidos, ¡presente!

Alejandro Guerrero

Trotsky en el espejo de la historia (segunda edición)



Presentación de Trotsky en el espejo de la historia (segunda edición), de Gabriel García Higueras. Museo Casa de León Trotsky, Coyoacán, 10 de noviembre de 2017.

En agosto del año 2006, se presentaba en este auditorio la primera edición del libro que ahora nos reúne. Once años después me complace sobremanera presentar la edición mexicana de esta obra (revisada y puesta al día), que ha publicado Fontamara. El que se haya editado en México es muy significativo para quien les habla por el hecho de que el recorrido vital de Trotsky, en su tramo final, se vincula estrechamente con la historia de este país. Otro motivo de celebración es que el libro aparezca en el mes que se conmemora el centenario de la Revolución rusa y el ciento treinta y ocho aniversario del nacimiento de Trotsky.
En mi intervención habré de referirme a dos asuntos: las nuevas informaciones que trae esta segunda edición y algunas de las principales tendencias en las investigaciones sobre Trotsky en la actualidad, trabajos que aparecen reseñados en mi estudio.
Cuando en el año 2000 comencé a escribir este libro, el proyecto original comprendía una síntesis de la biografía de Trotsky y un estudio acerca de la falsificación de su figura histórica en la URSS, precedido por un ensayo introductorio que analizaría las interpretaciones sobre su papel revolucionario en la historiografía mundial y un balance de las principales investigaciones dedicadas a su vida y pensamiento. Este proyecto presentó desde el comienzo no pocos obstáculos; el principal de ellos: la falta de acceso a publicaciones rusas. Un problema que me interesaba investigar era la producción histórica sobre Trotsky durante la perestroika, época en que comenzó a revisarse su papel en la Revolución. Si bien contaba con las publicaciones soviéticas de ese tiempo traducidas al español, existían trabajos de difícil acceso que, gracias a la valiosa colaboración de amistades en el extranjero (especialmente del bibliógrafo alemán Wolfgang Lubitz), pude conseguir después de varios años. El segundo obstáculo era la barrera idiomática, que pude sortear gracias a la invalorable colaboración de mi amigo y colega, el catedrático peruano José Manuel Ballesteros, quien estudió y se graduó de historiador en la Unión Soviética. Sin sus traducciones no hubiera podido emprender ese trabajo.
La investigación y redacción del libro me demandó más de cuatro años de labor. En este período, se fueron agregando a los ensayos originales otros de menor extensión.
En esta segunda edición, se han publicado los tres textos esenciales de la publicación original que han sido corregidos y actualizados.
A este respecto, debo afirmar que, en realidad, tal como lo advirtió un insigne historiador peruano del siglo XX, Raúl Porras Barrenechea, un libro de historia nunca está concluido, aunque esté listo para publicarse. Ello es así por cuanto el contenido de un libro de historia está sujeto a los nuevos documentos que pueden aparecer y también a las perspectivas desde las que el historiador enfoca el pasado, influidas invariablemente por el tiempo presente. Una manifestación de lo dicho la observamos en este año con la riada de títulos publicados en español sobre la Revolución rusa.
El título de mi libro condensa el contenido común de los ensayos que lo conforman. Está basado en la metáfora de la imagen y el espejo, con la cual busqué expresar las distintas imágenes de Trotsky reflejadas en las obras de historiadores, teniendo en consideración los factores socio-económicos, políticos e ideológicos en los que se inscribe su producción historiográfica.
El primer ensayo lo he retitulado “Trotsky ayer y hoy” y éste consigna parte de la ingente producción bibliográfica sobre Trotsky alrededor del mundo y de las instituciones cuyo fin es la investigación y difusión de su legado. Sobre las publicaciones, la página www.trotskyana.net contiene la Trotsky Bibliography, compilada por el ya mencionado Wolfgang Lubitz, que consigna toda la bibliografía mundial publicada sobre Trotsky y el trotskismo desde inicios del siglo XX hasta el presente año. Ésta contiene alrededor de 16,300 entradas. Debo subrayar que la mayor parte de estos trabajos se publicaron después del año 2000. Así, entre los años 2001 y 2015, se han escrito más de veinte biografías, publicadas en varios idiomas (de las cuales han visto la luz en castellano seis títulos). Esto no hace sino revelar la actualidad y el incesante interés hacia la obra de Trotsky.
De toda esta producción habré de referirme a dos campos: la biografía histórica y la literatura.
Se han publicado biografías de Trotsky a gran escala. Es decir, obras que narran con amplitud su recorrido vital; biografías como la escrita por Jean-Jacques Marie, Trotsky. Revolucionario sin fronteras (publicada en francés en 2006 y en español en 2009), que es muy prolija, o la de Robert Service (aparecida en 2009 y publicada en español al año siguiente), que es un trabajo pseudohistórico con serias limitaciones de perspectiva que distorsiona la naturaleza de las ideas y de la obra revolucionaria de Trotsky y que incurre en innumerables errores de hecho. De ahí que la biografía en cuestión haya recibido la desaprobación de un importante sector de la crítica especializada, lo cual no ha sido óbice para que se publique en otros idiomas.
Pero, además de estas biografías, se han elaborado estudios que abordan, en particular, una etapa de su vida. Estos son los que, en mi opinión, han dado los mayores aportes. De esta manera, a partir de las fuentes primarias consultadas, dichas investigaciones han echado luz sobre aspectos ignorados o insuficientemente conocidos de la vida de Trotsky en los años de emigración.
En este terreno, destaca el libro de Bertrand Patenaude: Trotsky: Downfall of a Revolutionary (Trotsky: la caída de un revolucionario), publicado en 2009. Aquí se narra la vida de Trotsky en México; se detalla el ambiente que rodeó al revolucionario y su vida cotidiana; se ocupa de sus seguidores y colaboradores y narra lo que fueron sus últimos días. Esta investigación está basada en los papeles de Trotsky en el exilio, conservados en la Universidad de Harvard y en la Colección Trotsky de.los Archivos de la Hoover Institution de la Universidad de Stanford.
En este mismo rubro podemos citar: Trotsky in Norway Exile 1935-1937 (Trotsky en Noruega. Exilio 1935-1937), del historiador nórdico Oddvar Hǿiddal, publicado en inglés en 2013. Tal estudio devela el contexto político de ese país cuando el Gobierno del Partido Laborista otorgó asilo a Trotsky y da a conocer detalles de su actividad en el exilio, además de las circunstancias en que se produjo la privación de su libertad por decisión del Gobierno noruego tras la realización del primer proceso de Moscú. Además de la documentación consultada y la información periodística, el autor se basó en fuentes orales.
Otro libro que se inscribe en esta línea es: Trotsky in New York 1917. A Radical on the Eve of Revolution (Trotsky en Nueva York 1917. Un radical en la víspera de la Revolución), de Kenneth D. Ackerman, publicado el pasado año. La obra explora los dos meses y medio de estancia de Trotsky en Nueva York a principios de 1917 (acaso sea la etapa menos conocida y estudiada de su vida), y su relación con los círculos de emigrantes radicales, las conferencias que ofreció, su participación en los debates del Partido Socialista y la gran influencia que ejerció en el ala izquierda de los Estados Unidos, además de su labor en el periódico Novi Mir.
El otro ámbito de creación es la literatura. En el 2009 se publicó la magnífica novela El hombre que amaba a los perros del cubano Leonardo Padura, sustentada en un amplio trabajo de investigación y convertida hoy en un clásico contemporáneo. Los méritos literarios de esta novela histórica de trama política han sido destacados en numerosas reseñas y críticas. Solo agregaré que esta obra es la que más ha contribuido en nuestro tiempo a difundir entre un público no especializado quién fue León Trotsky y por qué luchó. Una de las grandes virtudes de la literatura es su capacidad de inmersión en la vida íntima de sus personajes, explorar sus sentimientos, transmitir sus emociones. En ese sentido Padura no sólo retrata al dirigente político en el exilio, al protagonista de una las más grandes revoluciones de la historia, sino a un Trotsky más íntimo, más humano si se quiere.
En el campo de la literatura, ha ocurrido lo que denomino el “efecto Padura”. Después de la publicación de esta novela, han aparecido otras que tienen a Trotsky por protagonista. Desde el 2009 hasta la fecha se han publicado cinco novelas y un libro de poemas, tanto en Europa como en América. Lo anterior es demostrativo de cómo la trayectoria de vida de Trotsky es también motivo de creación artística.
Regresando al libro, el segundo ensayo es una síntesis de su tránsito vital en la que se expone las líneas esenciales de su biografía política e intelectual. Para su elaboración nos hemos basado, en primer término, en las obras de Trotsky y en estudios biográficos, tanto clásicos como modernos, y en diversidad de estudios históricos sobre la Unión Soviética.
Mi exposición ha buscado comprender al personaje situándolo en su tiempo histórico. Mi apreciación sobre el lugar de Trotsky en la historia se ha fundado en la coherencia que existió entre los principios y las ideas que defendió y las acciones de su vida. Este análisis se basa en el marxismo por cuanto la manera más adecuada de aproximarnos a una comprensión y juicio histórico sobre Trotsky es haciéndolo a la luz de esta teoría; es decir estudiar al personaje conforme al conjunto de ideas que le fueron propias y que guiaron su praxis revolucionaria. Precisamente, el error en que incurren no pocos biógrafos de Trotsky es analizar sus acciones desde criterios ajenos al marxismo (cuando no hostiles a esta ideología), desnaturalizando el sentido de sus ideas y acciones.
A propósito de este criterio, citaré a un notable mexicano del siglo XX, Alfonso Reyes, quien escribió:
“Entrar en la interpretación de un hombre es cosa que requiere delicadeza y piedad. Si se entra en tal interpretación armado con una filosofía hostil a la que inspiró la vida y la obra de aquel hombre, se incurre en un error crítico evidente y se comete, además, un desacato.”
El ensayo final, titulado “Trotsky en el devenir de la historiografía rusa: ideología, política y falsificación histórica”, analiza la elaboración de la imagen de Trotsky desde el discurso histórico oficial. En la primera edición de este libro mi análisis comprendía el uso político de la historia desde Stalin hasta Yeltsin; en esta nueva edición incorporo el discurso histórico actualmente vigente en Rusia.
Cuando en los años ochenta, comenzaba a revisar trabajos de historia sobre la URSS, llamó mi atención la versión tan diferente que ofrecían del papel de Trotsky en la Revolución los historiadores occidentales en comparación con lo que referían los libros de historia soviéticos, en los que Trotsky era eliminado de los acontecimientos en lo que tuvo un rol central y si era mencionado era sólo para imputársele una supuesta falta o error. Como bien se sabe, la versión que predominó sobre Trotsky en la URSS durante sesenta años fue la que le adjudicó el estalinismo. En la segunda mitad de la década del 80, con Gorbachov en el poder se emprendió una revisión de la historia oficial y, como resultado, la biografía de Trotsky comenzó a reescribirse. Sin embargo, la nueva versión histórica enfatizó la convergencia entre el modelo de construcción del socialismo propugnado por Trotsky con el modelo estalinista. Esta visión fue la que se propagaría en la Rusia postsoviética tal como quedó plasmada en la biografía de Trotsky, escrita por Dmitri Volkogónov, publicada en ruso en el año 1992.
En la Rusia contemporánea coexisten diversas narrativas sobre Trotsky. Encontramos historiadores como Yuri Emeliánov, quien en una biografía pretende caracterizar a Trotsky como el representante de grandes fuerzas internacionales, como por ejemplo el “poder hebreo”, para conseguir el debilitamiento de Rusia, hasta esfuerzos por escribir una biografía en términos objetivos como la del historiador ucraniano Georgui Cherniavski, quien como parte de su trabajo de investigación visitó este Museo. Sin embargo, la versión oficial construida a tono con la ideología nacionalista del Gobierno ruso ofrece un juicio adverso, hostil a Trotsky. Ello se correlaciona con la visión que la elite política rusa tiene de la Revolución de Octubre. Así, Vladímir Putin ha expresado en referencia a la Revolución que no se debe "arrastrar hasta nuestros días las divisiones, los odios, las afrentas y la crueldad del pasado".
Ello explica el hecho de que oficialmente no se haya celebrado la Revolución de Octubre. La Sociedad Rusa de Historia ha creado una comisión para conmemorar el hecho, pero el Gobierno ruso se ha mantenido al margen.
Sin embargo, en el mes del centenario de la Revolución Rusa se ha estrenado la miniserie “Trotsky”, integrada por ocho capítulos y que ha sido descrita como una “megaproducción” (debo observar que no se había realizado una producción semejante en Rusia sobre Lenin ni tampoco sobre Stalin). La serie está coproducida por Canal 1, que es la televisión pública en ese país. La première tuvo lugar en Cannes en octubre, hecho que evidentemente apunta a su difusión internacional.
¿Cómo presenta a Trotsky esta producción a juzgar por el tráiler publicado en Youtube con subtítulos en inglés?
La imagen que proyecta no puede ser más negativa: se lo presenta como un bastardo oportunista, un político egocéntrico y sin escrúpulos, sanguinario (en una escena el personaje declara que la revolución no se puede hacer sin sangre) e inspirador de Stalin. Se trata, pues, de una imagen absolutamente deformada de su figura que no tiene nada que ver con el Trotsky histórico.
Es sintomático que una serie de semejante contenido se estrene este año. Esto revela que la clase dirigente rusa asocia estrechamente la Revolución al nombre de Trotsky; para ella Trotsky representa la encarnación de la Revolución de Octubre y advierte en la revolución un posible peligro para el orden social; por tanto, se esfuerzan en descalificar por esta vía a quien fuera uno de sus principales representantes y defensores.
Esto explica, además, los resultados del reciente sondeo del Centro de Estudios de la Opinión Pública de Rusia, en la que se mide la valoración de los protagonistas de la Revolución: Nicolás II es la figura que goza de mayor simpatía (60%); Stalin ocupa el cuarto lugar, después de Lenin (52% de aprobación y 30% de antipatía); Trotsky (52% de antipatía, 21% de simpatía). (El País, edición digital, 7 de noviembre de 2017)
Como se puede colegir con este ejemplo, prosigue la tradición rusa de manipular la historia de acuerdo con los intereses políticos de la actualidad. En esto último observamos una continuidad desde la dictadura de Stalin hasta el gobierno autoritario de Putin.
Considero oportuno citar a este respecto lo que escribe Jean-Jacques Marie en su biografía de Trotsky y que incluyo en uno de los epígrafes del libro:
“La calumnia, escribió Trotski un día, forma parte integrante de la vida política. De ordinario, afecta a quienes quieren modificar el orden existente, en el cual ven una fuente de injusticias y un obstáculo al desarrollo de la civilización humana. En ese aspecto, nadie más afectado que León Trotski (1879-1940), a quien la calumnia persigue aún casi setenta años después de su muerte”.

Gabriel García Higueras
Historiador peruano

Somalia, el día más largo del mundo.

El 24 de junio de 1992, el entonces embajador estadounidense en Kenia, Smith Hempstone, realizó una visita al campamento de refugiados de el-Wak, al noroeste de Kenia, a solo cinco kilómetros de la frontera somalí. Allí, 400 mil etíopes, somalíes, y sudaneses, se hacinaban hambrientos en una geografía donde solo se destacaba “el sol, el viento seco y caliente, Alá y los fusiles de asalto AK-47”, el arma de fuego que más gente ha matado en el mundo. Su alimentación, cuando la había, consistía en el unimix, un sancocho de maíz molido, porotos, aceite y azúcar. El embajador apunta “los hombres se amarran con una cuerda, para apretar sus estómagos y así reducir los dolores del hambre. La desnutrición, la neumonía, las infecciones del tracto respiratorio superior, la osteomielitis, la anemia y xeroftalmia (conjuntivitis), más las periódicas epidemias de sarampión y tos ferina están haciendo desaparecer a los menores de 5 años
Tras la breve gira, el embajador Hempstone elaboró un informe a Washington, al que tituló: “Un día en el infierno”, lo que terminó abriendo el camino a la intervención norteamericana a Somalia.
Empapado de “espíritu cristiano”, en vísperas del Día de Acción de Gracias, el entonces presidente George Bush, en las últimas semanas de su mandato, ordenó la intervención militar “para aliviar una crisis humanitaria en Somalia”. La operación “Restaurar la Esperanza”, se puso en marcha el 5 de diciembre de 1992, depositando en tierras somalíes 30 mil efecticos norteamericanos, a los que Bill Clinton tuvo que retirar con premura, apenas catorce meses después, tras la desastrosa batalla de Mogadiscio, el 3 de octubre de 1993, en la que fueron muertos 19 marines y derribados dos helicópteros Sikorsky UH-60 Black Hawk . Alguien evidentemente no había leído una de las últimas líneas del informe del embajador Hempstone: “si te gustaba Beirut (por el empantanamiento estadounidenses en Líbano) te encantará Mogadiscio”.
Una vez más, en la tarde del último viernes, Mogadiscio recordó que es parte del infierno, cuándo dos coches bomba de la banda fundamentalista al-Shabab detonaron a las puertas de “Villa Somalia” como se conoce el palacio presidencial y en las proximidades de la Agencia de Inteligencia y Seguridad (NISA), causando entre 45 y 50 muertos y cerca de 40 heridos. Tras la explosión frente a la casa presidencial, un grupo de muyahidines intentaron abrirse paso hacia el interior de la residencia, siendo detenidos por la guardia interna. Mientras un segundo coche bomba intentaba romper el cerco e ingresar directamente a la casa de gobierno. El enfrentamiento dejó varios guardias muertos, mientras las pérdidas de los takfiristas solo fueron un muerto y un detenido. El ataque frente al edificio de la Agencia NISA, había sido planeado para impedir que sus agentes llegaran a defender la casa presidencial.
Este fue el primer atentado tras un mes de relativa calma en una ciudad donde este tipo de ataques se repite de manera constante, en octubre último un camión cargado de explosivos mató a 512 personas en pleno centro.
Las acciones de al-Shabab, quienes fueron desalojado de la capital en 2011 y perdieron muchas de sus posiciones en el interior del país, a manos de la fuerza conjuntas de la Unión Africana en Somalia (AMISOM), unos 20 mil hombres de los ejércitos de Burundi, Uganda, Kenia, Sierra Leona, Yibuti y Nigeria entre otros, han recuperado la iniciativa habiendo no solo producidos ataques en la capital sino también se ha reposicionado en zonas rurales dando fuertes golpes al ejército somalí, y a la propia UNISONM, a partir de haber jurado lealtad a al-Qaeda global en 2012. Incluso protagonizó varios ataques en la vecina Kenia entre los más contundentes el asalto al Centro Comercial West Gate de Nairobi en septiembre de 2013 donde murieron 75 personas y resultaron heridos 189, y el ataque a la Universidad de Garissa, en abril de 2015, en que las bajas fueron 152 en su mayoría estudiantes.

Una oleada imparable.

El gobierno central, se encuentra en una nueva encrucijada que puede hacer estallar una guerra en gran escala en las que tiene todas las de perder, con al-Shabaab haciéndose cada vez más fuerte en el valle del Shabelle y Abdulqadir Mumin quien desde 2015 intenta formar un frente en el norte del país, después de abandonar junto a una veintena de hombres al-Shabab, para jurar lealtad a Abu Bakr al-Bagdadí, el líder de Daesh, hoy su fuerza es de varios centenares de milicianos, posiblemente incrementado por veteranos de Siria e Irak. Esta realidad sumada a la estructura clánica de la nación que en muchísimas ocasiones han enfrentado al gobierno nacional, a lo que se le agrega las pavorosas crisis humanitarias y las bíblicas sequias, con casi dos millones de desplazados y otro tanto viendo en campos de refugiados fuera del país, convierten al país en un verdadero campo minado.
En una investigación realizada entre agosto y septiembre pasados y que se entregó en noviembre al presidente Mohamed “Farmajo” Abdullahi, sobre la condición militar de las tropas gubernamentales, han dado a conocer que mucha de la tropa asignadas a bases del interior del país se encuentran desarmadas en un 30 %, mientras que otras lo están prácticamente en su totalidad, además de una preparación física y táctica pésima. Además la evaluación ha dado a conocer que muchas de esas bases no cuentan armas medianas y pesadas o que con las que cuentan están en malas condiciones de mantenimiento. Tampoco es confiable el número de efectivos ya que en el Ejército Nacional, las nóminas indican un número cercano a los 26 mil, a pesar de que ese número incluye efectivos ya jubilados, discapacitados y desertores. Lo que reduciría la cifra real a unos 10 mil. Frente a los casi 7 mil con que cuente al-Shabaab, bien pagos, entrenados y armados.
A esta pésimas noticias hay que sumarle dos más, la primera es que el gobierno estadounidense decidió en diciembre último suspender gran parte de su ayuda militar, debido a la cadena de corrupción que hace que dicha prestaciones, armas e insumos, no lleguen a su destino y se pierdan en un alambicado camino que suele llegar hasta los propios insurgentes. A pesar de que gobierno somalí, que culpó a las administraciones anteriores, y se comprometió a mejorar en ese aspecto Washington no ha cambiado su postura.
La otra mala noticia es que en diciembre ha comenzado el repliegue de los primeros contingentes de AMISOM, que completará el abandonó de Somalia entre 2018 y 2019, esperando que para 2020 Somalia se haga cargo totalmente de su defensa.
Las conocidas divergencias entre el gobierno asumido apenas un años atrás y la cúpula de las Fuerzas Armadas atrasará sin duda el anhelo de conformar un ejército de 22 mil hombres perfectamente armados y entrenados. Al día de hoy el país no puede afrontar los sueldos de soldados, policías y miembros de los servicios de inteligencia.
Este marco anárquico en que se mueve la política somalí, es lo que está permitiendo la recuperación de al-Shabaab, volviendo a controlar vastos territorios en el centro y el sur del país y actuar en Mogadiscio prácticamente a su antojo.
En enero último se conoció un informe en que se afirmaba que al-Shabaab, no solo extorsiona a las pequeñas comunidades en el interior y la costa somalí, sino que está obligando a entregar a sus hijos para que reciban entrenamiento militar y educación religiosa en madrassas wahabitas.
Desde septiembre último la banda integrista ha atacado bases militares, en las ciudades de Bulogudud, Beled Hawo, el-Wak y Barire, asesinado cerca de 100 efectivos y de donde robaron grandes cantidades de armamento. Sabiendo que en muchos casos las fuerzas gubernamentales no contaban con armamento para repeler el ataque.
La administración Trump, ha comparación con Obama ha incrementado de manera exponencial sus operaciones aéreas contra distintos objetivos de la banda terrorista, solo unas 30 a fines de noviembre último, en las que mató a 100 terroristas en un campo de entrenamiento al noroeste de Mogadiscio, frente a las 14 ordenadas por Obama en todo 2016. Así todo no han logrado hacer retroceder al grupo fundamentalista, que sigue extendiendo al infinito aquel día en que el embajador Hempstone estuvo en el infierno.

Guadi Calvo, escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

Por qué Marx y no Federici, ni Žižek

En el pasado el esclavo siempre supo que él y su amo no eran iguales. En el capitalismo, sin embargo, las relaciones están tan deformadas y el intercambio tan alienado que las dos clases más diferenciadas –el capital y el trabajo– parecen iguales. Por eso, Karl Marx no se quedó en el Manifiesto comunista, donde se da noticia de las dos clases, y se puso a escribir El capital, con la intención de destapar la forma de ese fetichismo. Así llegó a explicar el valor del intercambio de mercancías y la plusvalía robada a la clase trabajadora. Adam Smith y David Ricardo no fueron capaces de hacerlo. Tan abstracta era la fuerza del capital, tan escondida estaba en la economía. Marx sacó a la luz ese valor abstracto y criticó la economía: recordemos que El capital no es un libro de economía, sino la “crítica de la economía política”, como decía su subtítulo.
Para que el capital predominara fue necesario un proceso de acumulación: privatizar bienes comunes, hacer desaparecer comunales, la colonización, la esclavitud y también encerrar a las mujeres en el ámbito doméstico. Este último punto también lo denunció Marx: “¡La misma relación de la especie –la relación entre hombre y mujer, etc. – se convierte en objeto de comercio! La mujer se convierte en objeto de negocio”. Y también arremetió contra la familia patriarcal: “donde la mujer y los hijos son los esclavos del marido”. De forma parecida se expresa en otros lugares. Por tanto, Silvia Federici no cuenta toda la verdad en torno al trabajo reproductivo, intentando desfigurar a Marx en sus obras. Además, a la hora de trabajar la acumulación primitiva Federici se queda a mitad de camino. Por eso mismo ella dedica tanto tiempo a describir la desaparición de los comunales. Sin embargo, la desaparición de los comunes o de los comunales solo es un modo de acumulación por desposesión. Marx sabía muy bien qué suponían la privatización y la desaparición de los comunales, porque de joven ya había escrito a favor del campesinado que recogía leña en tierras y bosques comunales, pero no se quedó en eso. Dio un paso más en la acumulación capitalista, hasta destapar el proceso del valor en el intercambio de mercancías. Así alcanzó a escribir El capital. En su ataque al capitalismo Federici y Marx desarrollan dos direcciones distintas (de esto me he ocupado con detalle en el último número de la revista Jakin). La posición de Federici todavía sigue demasiado apegada a su operaísmo u obrerismo del pasado.
Por lo demás, con los intelectuales de moda ocurre que citan a un Marx sin valor. Ahí tenemos a Slavoj Žižek, quien suele verse a sí mismo como marxista. No obstante, en sus trabajos encontramos a Hegel con frecuencia, a Lacan en la mayoría de las ocasiones y a Marx en pocas ocasiones. Un día a favor de Tsipras y otro día a favor de Trump, últimamente se ha atrevido a decir que en el partido republicano norteamericano el líder Steve Bannon era el representante de la lucha de clases. En tales declaraciones se nota una completa ausencia de materialismo. Cualquier antagonismo no es lucha de clases, pero, como ha olvidado el valor de Marx, esta charlatanería (pos)marxista ya no sabe qué es la clase trabajadora, ni tampoco la lucha de clases. Lejos quedan los días de la Comuna de París en los que Marx vio la democracia proletaria por primera vez, la revolución contemporánea de la época de El capital, hecha por mujeres y hombres, por el lumpen y el proletariado.

Ignazio Aiestaran

* Este texto es la traducción al español de un artículo publicado originalmente en euskera en el periódico Berria (https://www.berria.eus/paperekoa/1905/025/002/2018-02-25/zergatik_marx_eta_ez_federici_eta_zizek.htm) y también en el blog “Komunzki” de Argia (http://www.argia.eus/blogak/ignazio-aiestaran/2018/02/26/zergatik-marx-eta-ez-federici-eta-zizek/).

Silvio Berlusconi, el dinosaurio que aún estaba allí

Sondeos pronostican que 'El Caimán' volverá a tener la llave del gobierno

Cuando los italianos despertaron, Silvio Berlusconi todavía estaba allí. Con sus trajes de doble botón y anchas solapas picudas, repartiendo sonrisas en su televisor. Ni los grandes mítines abundan ya en la política italiana, ni al magnate le hacen falta, su hábitat natural es la pequeña pantalla. Él la inventó en este país y a ella siguen enganchados sus viejos votantes. A Berlusconi tampoco se le dan bien las redes sociales y su equipo es el único que ignora de forma evidente a la prensa internacional. A sus 81 años, el ex Cavaliere tiene muy claro dónde invertir las energías que le quedan. Basta con sintonizar cualquier canal para ver una reconstruida cara conocida, que ya no juega el papel de sátiro, sino el del viejecito que presume de tener la experiencia que les falta a sus rivales sin haber perdido una pizca de carisma.
Y dónde mejor para alardear de ello que en el plató de su amigo reconocido Bruno Vespa, un periodista tan del pasado y a la vez del presente como el propio Berlusconi. En su reciente visita a su programa de la RAI, el presentador le tenía preparado el escritorio y la pluma para que reeditara la firma del contrato entre Silvio Berlusconi y los italianos que ya rubricó en el mismo lugar hace 17 años. Entonces el compromiso del empresario metido a político era rebajar los impuestos, subir las pensiones y crear un millón de puestos de trabajo. Más o menos como ahora, con el añadido actual de “la inmigración incontrolada”. Hubo tiempo para las risas, como cuando el propio Berlusconi bromeó con que actualmente tenía más pelo que antes. El show time de siempre con las recetas habituales.
Entonces, en 2001, Berlusconi era ya un animal desencadenado. Había irrumpido en política siete años antes aprovechando el escándalo de corrupción Manos Limpias que se llevó por delante a todos los partidos tradicionales. Su pretexto era salvar al país de los comunistas que amenazaban –lo llevaban haciendo infructuosamente desde la Segunda Guerra Mundial– con gobernar, aunque el verdadero objetivo era salvaguardar desde el Ejecutivo sus intereses empresariales puestos en jaque por una judicatura muy politizada. En el imaginario colectivo quedaba la imagen del excantante de cruceros convertido en propietario de un Milán de ensueño y de una gran sociedad con la que controlaba la propaganda mediática a través de la televisión. El hombre hecho a sí mismo que le traería a los italianos igual éxito, gracias a la premisa de menos Estado y más iniciativa individual.
El resultado fueron dos décadas de crecimiento raquítico y endeudamiento en años del boom económico, si miramos el apartado técnico. Mientras que atendiendo al aspecto más genuino del personaje, su efecto provocó bochorno generalizado en el exterior y el empobrecimiento cultural de un país con una tradición intelectual como pocos. El berlusconismo, a fin de cuentas. Un periodo en el que una siempre fragmentada izquierda tuvo que hacer frente común para alcanzar una especie de turnismo en el que no conseguían arrebatarle el mando al Cavaliere más que con breves gobiernos.
La pregunta de la época era: ¿cómo resiste Berlusconi? Pocos consiguieron resolverla entonces y menos lo hacen ahora tras una infinita lista de procesos judiciales. Por poner sólo algunos ejemplos –escándalos sexuales con menores al margen– su mano derecha, Marcello Dell’Utri, fue condenado por haber negociado con la mafia en el momento de la llegada al poder de Berlusconi y en 2013 fue inhabilitado de la política tras ser declarado culpable de fraude fiscal. Rey de la argucia en un país de filibusteros, no se puede presentar como candidato a las próximas elecciones, tiene sólo un 28% de aceptación y su partido será probablemente el tercero más votado, pero salvo enorme sorpresa toda opción de gobierno deberá pasar por sus manos.
El escritor Marco Belpoliti se atreve con la gran pregunta a través de una explicación antropológica. “Berlusconi sigue teniendo tirón porque se ha transformado en un abuelo, en alguien que ya no ofrece esa imagen agresiva de antes”, sostiene. Entre sus propuestas está la creación de un Ministerio de la Tercera Edad, queda claro a quiénes va dirigido su mensaje. Pero precisamente por eso, el ensayista piensa que este efecto amnésico se proyecta sobre todo en las generaciones jóvenes, “que no han sufrido la vergüenza de sus mayores, al igual que ocurre con los revisionistas del fascismo”.
Belpoliti enumera una serie de calificativos: “simpaticón, victimista, incoherente,…” y ofrece la oportunidad de agregar más al elenco. Aunque si hay uno que lo define –según él– es “transformista”. “Ahora ofrece una cara más moderada, de sintonía con Angela Merkel, pero al final promete lo mismo. Los italianos decimos que el lobo pierde el pelo, pero no el vicio”, reflexiona.
Los comunistas de antes son ahora los “populistas del Movimiento 5 Estrellas, la verdadera amenaza”, en palabras de Berlusconi. Mirando al programa, sus actuales propuestas de introducir una tasa impositiva fija del 23% para familias y empresas –es decir, bajar la presión fiscal–, elevar las pensiones mínimas a 1.000 euros o reducir el paro por debajo de la media europea no difieren de las que anunciaba hace 20 años. Después entra la realidad, porque según las proyecciones de economistas como Roberto Perotti, de la Universidad Bocconi, cumplir con estas medidas supondría un gasto de unos 300.000 millones de euros, en un país que tiene un déficit del 130%. Y si nos fijamos de nuevo en el aspecto personal, hace unos días el viejo político le dijo a una joven periodista de la BBC que no le estrechara la mano tan fuerte porque así ninguno iba a estar dispuesto a llevarla al altar.
Los gracietas son parte indivisible del personaje. Pero al Cavaliere le retiraron el título de Cavaliere, se divorció, su actual pareja ya no sale tanto en los periódicos, le recomendaron que diera un paso atrás al ser operado del corazón y para colmo vendió el Milan, su mayor pasión reconocida. Así que uno podría pensar que si sigue en política es porque es lo único que le queda. O mejor, “porque pese a su bagaje anterior es la única alternativa que le queda a un electorado de derecha clásica”, como opina Piero Ignazi, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Bolonia.
El politólogo subraya que “Berlusconi representa esa figura desde 1994, porque ningún otro ha conseguido ese grado de consenso y porque tampoco él lo ha permitido”. Innumerables han sido los delfines presentados como el relevo del centroderecha y todos han corrido la misma suerte: caer en el olvido mientras el viejo caimán permanece. Ignazi recuerda que la principal novedad es que entre la Liga Norte, sus aliados de ahora y de antes, sí que ha surgido la figura de Matteo Salvini, que amenaza con discutir el liderazgo a Berlusconi entre el electorado conservador. Los sondeos dan en torno a un 16-17% a la Forza Italia de Berlusconi y entre un 13% y un 15% a la Liga de Salvini.
Esto no sólo quiere decir que si ambos –a los que se unen también los ultraderechistas Fratelli d’Italia– están en la franja alta de sus expectativas pueden conseguir la mayoría para formar gobierno, sino que el renovado discurso xenófobo de la Liga puede terminar por fagocitar el mensaje más clásico de Forza Italia. Ya se ha visto en esta campaña, cuando Berlusconi se vio obligado a subirse al carro antiinmigración impulsado por Salvini, para después volver a su habitual mensaje centrado en el mercado laboral y los impuestos.
Así, parece complicado que el ex Cavaliere pueda utilizar a la Liga como cuando en sus primeros gabinetes se sirvió de ellos para formar gobierno y posteriormente los dejó caer al comprobar que se convertían en un problema. “Salvini tiene unas aspiraciones de gobierno que no tenían sus predecesores, mientras que Berlusconi sigue siendo influyente, pero hay que relativizar su importancia y su vigor, que no son los de hace dos décadas”, señala Vera Caperucci, experta en Ciencia Política de la Universidad Luiss.
“El motivo por el que Berlusconi sigue siendo una pieza importante es porque no hay ninguna otra persona que pueda unir a la derecha, ya que ésta sólo puede gobernar si va a las urnas unida”, opina la profesora. Así que en caso de mayoría de la coalición derechista y de que Forza Italia obtenga más diputados que sus aliados –como se espera– será éste el encargado de nombrar a un primer ministro cuyo nombre aún se desconoce. Mientras que si a la derecha no le llegan los números, al viejo tahúr todavía le quedará la carta de la gran coalición con el socialdemócrata Partido Democrático (PD).
Tanto él como el líder del PD, Matteo Renzi, descartan esta posibilidad. Pero si hay un país en el que la política es el arte de lo posible ese es Italia. El amor entre Renzi y Berlusconi, quien veía en en el impulso del primero una especie de álter ego a su izquierda, se gestó con un pacto por el que el líder conservador le dio su apoyo al joven ex primer ministro para sacar adelante su proyecto de reforma constitucional. Pero fue tan frugal que terminó unos pocos días después, cuando Renzi nominó como presidente de la República a Sergio Mattarella, a espaldas del breve aliado.
De aquello han pasado tres años y por un momento los italianos pensaron entonces que Silvio Berlusconi había muerto políticamente. Pero el error de cálculo de Renzi para llegar a un electorado que le pertenecía a su enemigo y su posterior descalabro en forma de referéndum constitucional fallido terminaron por resucitarlo una vez más. La derecha celebró el ‘no’ en el plebiscito, consolidó su poder en el norte, conquistó tradicionales bastiones de la izquierda como Génova o Verona y se impuso en las últimas elecciones regionales en Sicilia. Desde entonces Berlusconi ha recuperado la sonrisa. Esa que siempre aparece en televisión desde hace más de 20 años.

Ismael Monzón
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