martes, marzo 06, 2018

La socialdemocracia pactó con Merkel, pero 120.000 afiliados votaron en contra



Tras casi seis meses de crisis política e incertidumbre sobre qué coalición gobernará el país, dos tercios de los afiliados del SPD votaron por continuar la "Gran Coalición" con la UC de Angela Merkel. Pero un tercio del partido se negó. ¿Será tiempo para un nuevo partido?

Parece muy simple a primera vista: La base del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD por sus siglas en alemán) aprobó en un referéndum interno el pacto de coalición con los dos partidos de la Unión Cristiana (CDU y CSU). Así, la llamada "Gran Coalición" seguirá al frente del gobierno.
El 66% de los afiliados del SPD que fueron a las urnas desde la semana pasada le dieron su aprobación. El próximo gobierno alemán será otra vez liderado por Angela Merkel, no habrá nuevas elecciones o un gobierno de minoría que era la opción menos deseada con Merkel y la UC gobernando en soledad.
Pero no es tan simple: Un tercio de los votantes no quiso someterse. Y esto a pesar de la campaña de la dirección del partido que durante semanas intentó convencer a los miembros con cartas, asambleas locales, entrevistas públicas, y ayudada por casi toda la prensa burguesa que casi presagió el hundimiento del país en caso de que ganara el "no".
Mientras que en las semanas pasadas se había cuestionado la constitucionalidad de la votación a la que fueron llamados todos los afiliados del SPD, ahora se alaba la proeza “democrática” del SPD, tanto entre los defensores de la Gran Coalición como de los opositores. Esto seguramente hubiera sido distinto si hubiera ganado el "no". Pero por la mayoría relativamente cómoda de dos tercios para el "sí", no fue necesario continuar con la difamación.
La burguesía alemana, su prensa y la cúpula del SPD ahora se alegran cautelosamente: El SPD garantiza la supervivencia política de la "Gran Coalición" y con esto la supervivencia política de Angela Merkel. Aunque en caso de una decisión en contra, probablemente se hubiera formado un gobierno de minoría bajo Merkel, éste no hubiera podido mantenerse durante todo su mandato. Entonces por ahora – si no se rompe la coalición – Merkel podrá continuar como canciller hasta 2021. El SPD, como muchas veces en su pasado, juega un rol central como factor estabilizador del régimen imperialista alemán.
Sin embargo, con esta "pequeña Gran Coalición" que tiene apenas el 56% de los escaños en el Bundestag (Parlamento) y se verá enfrentada por una extrema derecha creciente (con la "Alternativa por Alemania" como partido opositor más grande en el parlamento, que en algunas encuestas hasta ya superó al propio SPD como segundo partido más fuerte en todo el país), esa estabilidad es más que relativa. El gobierno se encuentra cuestionado por derecha, y enfrenta una situación internacional cada vez más tumultuosa, con la amenaza de guerra comercial con EEUU como último hito.
A estos factores ahora se suma otro "fantasma": ¿Qué pasará con los disidentes en el SPD? De los 378.437 afiliados que votaron (78,4% de los que estaban habilitados), 123.329 (32,6% de los votos emitidos, 26,6% de todos los afiliados) dijeron "no" al pacto de coalición. Será la tarea de los próximos días y semanas determinar la naturaleza de estos votos: ¿Cuántos son arribistas como el jefe de la juventud, Kevin Kühnert, que se opusieron tácticamente para en 4 años poder estar en mejores condiciones para un eventual gobierno liderado por el SPD? ¿Cuántos adherirán a la llamada del propio Kühnert de seguir dentro del partido? ¿Cuántos van a romper con el SPD y buscar otras alternativas?
Hasta ahora, el partido de centroizquierda Die Linke (La Izquierda) intenta sobre todo a través de comunicados de prensa capitalizar esta situación, pero es dudoso si lo logrará. Probablemente, muchos afiliados del SPD, como pasó en el último referéndum partidario sobre una coalición en el 2013, quedarán en el partido, resignados y pasivos.
Pero también hay otra opción: Casi 130.000 votos en contra de la "Gran Coalición" podrían preanunciar un sentimiento anti-gobierno con base en el movimiento obrero. Es que en tiempos de creciente inestabilidad política, crecientes aspiraciones de la clase obrera (como quedó demostrado con la gran huelga metalúrgica), y al mismo tiempo con una extrema derecha cada vez más fuerte, crece también la necesidad de dar una respuesta en las calles y en los lugares de trabajo.
Si por ejemplo, todos aquellos que se pronunciaron en contra de la "Gran Coalición" salieran a las calles para reclamar más puestos de trabajo en los hospitales (en apoyo a las huelgas de los trabajadores de la salud que lo están reclamando), la situación política se vería bien diferente.
Si (y en qué medida) la oposición dentro y fuera del SPD se reorganizará, va a depender de muchos factores, entre ellos la política del propio gobierno. Pero sobre todo, dependerá de las respuestas que se den desde los sindicatos y de cómo se posicionará la izquierda radical. Hay especialmente una cosa que no debe pasar: pretender que el rechazo a la Gran Coalición dentro del SPD y en la situación política actual, significará lo mismo que hace cuatro años. Aunque no crezca nada directamente de la oposición dentro del SPD, seguramente será una señal que los tiempos de pasividad y falta de alternativas en Alemania se están acabando.
La respuesta a estas cuestiones solo se sabrá los próximos meses. A corto plazo nada más impide la elección de Angela Merkel como Canciller el 14 de marzo en el Bundestag. Solo resta que el SPD, que sale con importantes concesiones en el futuro gabinete, nombre sus candidatos. El actual jefe interino (y derechista) del SPD, Olaf Scholz, será probablemente el próximo ministro de Finanzas y vicecanciller. También para Katarina Barley y Heiko Maas están casi asegurados puestos en el gabinete. Lo que aún está abierto es sobre todo si el actual ministro de Exteriores, Sigmar Gabriel, podrá quedarse en su puesto o terminará su carrera política.
La Unión Cristiana ya había nombrado sus ministros la semana pasada. Merkel se había acercado a sus críticos dentro del partido y había presentado tanto candidatos más jóvenes como candidatos que son opositores internos de Merkel. Sobre todo se destaca Jens Spahn, el designado ministro de Salud, que en el pasado se pronunció varias veces contra Merkel. Aun está por verse si Merkel podrá atenuar la ubicación de Spahn con su cooptación al gabinete, o si su nominación solo fue una concesión necesaria para mantener el equilibrio en el partido, logrando apenas un cese del fuego temporario.

Stefan Schneider
Grupo RIO - Berlín

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