viernes, abril 13, 2018

Los orígenes del marxismo chino



El siglo de la humillación y los primeros socialistas.

La pregunta por el origen del pensamiento marxista en China involucra ya desde sus inicios una serie de complejas definiciones. Para empezar, es necesario plantear la cuestión de que se considera como marxismo. Lejos de ser un cuerpo homogéneo, el marxismo ha sido desde sus inicios un lugar de disputa entre distintas tendencias políticas, basadas con mayor o menor precisión en la obra de Marx mismo. Entonces, un primer lineamiento a la hora de considerar los orígenes del marxismo en China tendrá que ser “¿cuáles fueron las tendencias marxistas que se recibieron en el país?”.
Pero esto no agota el problema para nada. Una segunda cuestión, la de la traducción, se presenta de forma inmediata. Esto no es un tema menor, dado que la divergencia cultural entre China y Occidente es gigantesca. Basta tomar como ejemplo un concepto como el de dialéctica. Este término, que proviene del griego διαλεκτική, se encuentra en uso en Occidente desde al menos el siglo VI a.C., lo que implica una larga historia de usos filosóficamente cargados. A la hora de traducir, entonces, se presenta un dilema, dado que no existe un término equivalente, sino a lo sumo uno análogo. Este problema de hecho llevó en el chino a la elección de la noción de bianzhengfa (辩证法), que si bien captura alguno de los sentidos de dialéctica, refiere a una tradición metafísica distinta. Este ejemplo implica que a la hora de evaluar la traducción, hay que salir del esquema que considera a la misma como siempre posible de forma exacta (algo que nunca es cierto, pero que es más fácil de pensar en una traducción entre idiomas que comparten el trasfondo greco-latino). Es necesario en cambio rastrear las connotaciones que tienen en el pensamiento chino los términos elegidos para traducir nociones teóricas.
Por si esto fuera poco, una vez sorteados estos escollos es necesario enfrentarse a una tercera cuestión. Al traducir ideas marxistas al chino, los primeros estudiosos del tema en el país no intentaron una “traducción objetiva”, sino que como es lógico buscaron adaptar este conocimiento a la situación local y utilizarlo como un método para lograr un cambio revolucionario de la sociedad (o en palabras de Chenshan Tian “la significación del marxismo fue un proyecto teórico para resolver problemas revolucionarios”).
Desconocer estas cuestiones ha resultado en que en muchos casos (por ejemplo en las obras clásicas The Thought of Mao Tse-tung de Stuart Schram o Chinese Communism and the Rise of Mao de Benjamin Schwartz), se pensará que la tarea de entender el desarrollo del origen del marxismo chino pasaba por el diseño de una especie de “prueba” que compararía los preceptos del marxismo occidental con los del chino. Como era esperable, el marxismo chino nunca pasó este tipo de examen, quedando entonces descartado (para la tranquilidad de estos autores, que escribían en una época en la que el maoísmo amenazaba con convertirse en la forma dominante de marxismo en el ámbito académico occidental debido al gran impacto de la Revolución Cultural).
Sin embargo, el método del examen no permite comprender realmente el fenómeno, dado que representa una concepción meramente formalista del asunto. En el intento de resaltar parecidos y diferencias, se pierde la compresión del complejo proceso de formación del marxismo chino. Otra perspectiva sería la de rastrear en primer lugar los textos y prácticas marxistas que influenciaron a los futuros marxistas chinos, tratar de reponer las decisiones de traducción y las implicancias que estas tuvieron para el desarrollo de las ideas de izquierda, y por último relacionar éstas con el contexto en el que se originaron. Esto, probablemente, no va a permitir determinar si el marxismo chino es “verdadero marxismo”. Pero si debería permitir entenderlo en sus propios términos.

Los antecedentes

El siglo XIX se conoce en China como “El Siglo de Humillación” (bǎinián guóchǐ, 百年国耻), dado que fueron años surcados por duras derrotas (Dos guerras del Opio en 1839–1842 y 1856–1860, guerra Sino-Japonesa en 1894-1895), y por la imposición por parte de las potencias europeas de un sistema semicolonial (tratados desiguales, concesiones) que golpearon duramente el statu quo del país. La repentina conciencia de la debilidad de un imperio que se consideraba eterno motivó un giro hacia el estudio de occidente (xīxué, 西学), algo que antes hubiese sido impensado.
En este contexto, pensadores como Kang Youwei (康有為) y Liang Qichao (梁啟超) impulsaron dentro del gobierno imperial reformas de tipo constitucional, favoreciendo la implantación de una monarquía constitucional. Este intento, conocido como Reforma de los cien días (bǎirì wéixīn, 百日維新), fue un fracaso debido a la oposición de la burocracia encabezada por la Emperatriz Viuda Cixi, pero marcó un importante hito en el avance de las ideas modernizadoras en el Imperio.
Es que el proceso reformista, a pesar de su fracaso final, impulsó aún más el estudio de cuestiones occidentales, sobre todo en una juventud que veía que el tradicional trabajo en la burocracia imperial se veía amenazado por la reducción de China a un status semicolonial. Muchos de estos jóvenes iban a estudiar a Japón, lugar donde se encontraron por primera vez con el marxismo, muchas veces mezclado con ideas anarquistas. Las figuras más importantes del pensamiento chino del período 1895-1936 tuvieron alguna influencia de este ámbito, desde los ya mencionados Kang y Liang, hasta Li Dazhao (李大釗) y Chen Duxiu (陳獨秀), dos de los fundadores del Partido Comunista Chino (PCCh).
El parecido en la escritura japonesa y china (compartían un 80% de los caracteres en la época), provocaba que la mayoría de los textos sobre marxismo que leían estos estudiantes fuesen obras originales de japoneses que comentaban textos marxistas. Un típico ejemplo sería Socialismo Moderno de Fukui Junzo (福井準造), en el que se transcribía el nombre de Marx como Malukesi, y se hablaba de Das Kapital como “La mayor obra de una generación”. Recién en 1907 (o 1908, no existe consenso sobre esto) se traduce por primera vez el Manifiesto Comunista al chino.
Esta etapa inicial es entonces un primer acercamiento a las ideas marxistas. Es importante notar que el marxismo se consideraba en estos años como uno más entre distintos saberes occidentales, de los cuales los reformadores chinos querían seleccionar lo que se aplicaba a la realidad del país con el fin de realizar cambios en el mismo que permitieran detener su decadencia. En este sentido, el marxismo tenía como diferencial el hecho de que fuese un tipo de pensamiento occidental que promovía la modernización, pero que al mismo tiempo representaba una fuerte crítica al modelo europeo, lo que permitía relacionarlo directamente con la lucha contra la opresión imperialista.
Este uso instrumental de las ideas de Marx, sin embargo, implicaba también una creciente acumulación de conocimiento, algo que iba a permitir la aparición de los primeros chinos en autodenominarse socialistas.

Los primeros socialistas

Desde sus inicios, el pensamiento socialista en China iba a correr por dos vertientes: la de la reforma, y la de la revolución. En la etapa 1895-1912 (es decir, entre la derrota en la guerra Sino-Japonesa y la fundación de la República), este debate se puede enmarcar en las figuras del ya mencionado Liang Qichao y Sun Yat-Sen (más conocido en China como Sūn Zhōngshān 孫中山).
Sun Yat-Sen presentaba la postura revolucionaria, que proponía que solo derrocando a la dinastía Qing iba a ser posible el resurgimiento de China. En 1895 y en 1900 fue parte de levantamientos en contra de la dinastía Qing. Ambos fracasaron, y estos intentos fueron seguidos de largos períodos de exilio en el extranjero, en los que Sun Yat-Sen empezó a familiarizarse con las ideas del socialista Henry George. Este autor norteamericano, un poco olvidado hoy en día, era un su momento un partidario de un tipo de socialismo agrario, caracterizado por la aplicación de un impuesto único a la tierra, duramente criticado por Marx en una carta a Friedrich Sorge de 1881.
Sun va a utilizar a George como inspiración para el tercero de sus famosos Tres Principios (Sān Mín Zhǔyì, 三民主義), Mínshēng Zhǔyì (民生主義). Mínshēng se traduce generalmente como bienestar social, pero para Sun era una traducción de la noción de socialismo. Este principio era entendido en tres sentidos: Reforma agraria, impuesto único y acceso garantizado por el Estado a comida, ropa, casa y transporte. Este programa, sin ser marxista de forma ortodoxa (Lenin en 1912 compararía al programa de Sun con el de los Narodniki rusos), muchas veces utilizaba la terminología del marxismo chino, en una combinación que era muy eficiente desde un punto de vista político. Sin ir más lejos, hoy en día Sun es reivindicado tanto por el Kuomintang como por el PCCh como una figura fundacional del movimiento revolucionario.
Por su parte, después del fracaso de la Reforma de los cien días, y en exilio en Japón, Liang Qichao experimentó un acercamiento al socialismo, siendo uno de los primeros pensadores chinos en tener algún tipo de contacto directo con las ideas de Marx. Sin embargo, esto no significó un abandono de la postura de rechazo a la violencia revolucionaria.
Liang realizaba duras críticas al pensamiento de Sun. Por un lado, indicaba que Mínshēng no era un socialismo completo, sino a lo sumo una parte del programa del mismo (algo que también es un argumento de Marx en la carta a Sorge). A su vez, esto implica que al concentrarse sólo en la cuestión agraria, Sun pierde de vista que el origen de la desigualdad no es la tierra, sino el capital. Por último, Liang consideraba que el conflicto principal en China era entre el capital nacional y el extranjero, por lo que una revolución que necesariamente iba a perjudicar a la burguesía nacional, iba a debilitar a China exponiéndola a mayores ataques del imperialismo occidental.

A modo de conclusión

En Early Socialist Currents in the Chinese Revolutionary Movement: Sun Yat-sen versus Liang Ch`i-ch`ao, Scalapino y Schiffrin plantean que para Liang, el quid del debate con Sun era la diferencia entre los socialistas reformistas y los socialistas revolucionarios. El problema de Sun era que no percibía esta distinción, por lo que mezclaba elementos de ambas categorías en una ideología contradictoria.
Pero si con estos argumentos Liang parecía ganar la discusión teórica, era Sun el que ganaba en el campo de la práctica. Después de todo, mientras Liang decaía en influencia y terminaba apoyando a Yuan Shikai, Sun era proclamado primer presidente de la República China en 1912, y su partido político, el Kuomintang, iba a ser una fuerza fundamental en los siguientes 40 años.
Es recién a partir de la aparición de los primeros marxistas chinos, Li Dazhao y Chen Duxiu, que la perspectiva revolucionaria y el análisis de Marx se recuperan en conjunción, lo que va a derivar en la formación del PCCh. Pero esto será parte de otro artículo.

Nicolás Torino

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