domingo, abril 08, 2018

¿Por qué las masas no salieron a las calles contra la prisión de Lula?



La explicación está en los 13 años en los que el PT administró el sistema capitalista brasileño.

Lula dijo que se entregaría después del mediodía del sábado, tras la vigilia frente al Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, afirmando en su discurso que "cumpliría con la orden de Moro". Su prisión arbitraria, que rechazamos, es continuidad del golpe institucional de 2016. Esta semana la Corte Suprema (STF) mostró que fue una pieza fundamental de este golpe que tuvo en la Operación Lava-Jato su principal exponente con la ayuda, claro, de sectores del imperialismo norteamericano.
Durante su discurso, Lula puso énfasis en la lista de los candidatos electorales del PT, PCdoB y PSOL, en lugar de en el combate al autoritarismo estatal. También dio detalles sobre su papel durante el ascenso obrero de 1979-1980. En todos los momentos políticos decisivos de las décadas de 1980 a 1990, el PT utilizó una y otra vez una estrategia de conciliación con la burguesía y de subordinación de la lucha de la clase trabajadora. Siendo un pilar del régimen de la "Nueva República" instalado en 1988, y una de las principales válvulas de contención de la lucha de clases para que los capitalistas lucren "como nunca" en la década de 2000, el PT deja claro nuevamente que su defensa es la de la gobernabilidad burguesa, no la batalla contra los ataques golpistas en esta democracia degradada.
Ahora, ante su prisión y su entrega a la Policía Federal, después de un acto "rojo" que reunió a algunos pocos miles y que tenía como objetivo enmascarar una estrategia impotente, queda una pregunta: ¿por qué las masas no se levantaron contra la prisión de Lula? La explicación está en los 13 años en que el PT administró el sistema capitalista brasileño.
El PT fue responsable de la desmoralización de las masas en los 13 años de gobierno en los que asumió como propios los métodos de corrupción inherentes a todo gobierno capitalista.
Fueron responsables de esa desmoralización porque aplicaron ellos mismos el comienzo de un plan de ajuste contra los trabajadores. Esto fue después de un momento de crecimiento económico que les permitió dar algunas concesiones a las masas mientras que garantizabas ganancias inéditas a los sectores capitalistas nacionales y extranjeros. Fueron responsables de la desmoralización de las masas porque cuando sectores de la burguesía empezaron a poner de pie la articulación de un golpe institucional, el PT por la vía de sus centrales sindicales impidió el desarrollo de la lucha independiente de los trabajadores para acabar con el golpe.
En junio de 2013 hubo un levantamiento de masas donde el PT también era blanco de la revuelta popular que lo identificaba como parte integrante del sistema político capitalista que precarizaba cada vez más sus condiciones de vida. En aquel momento no fueron solo las centrales sindicales dirigidas por el PT y por el PCdoB las que hicieron de todo para separar la lucha de la juventud de la lucha organizada del movimiento obrero, sino que la intelectualidad petista atacó ese levantamiento de masas acusándolo de "embrión de golpe".
El choque entre las demandas mas sentidas de las masas y el programa reformista de salvación capitalista del PT lleva a crisis como la de las jornadas de junio. La subordinación al imperialismo a través del pago de la deuda pública, que es de 40% del presupuesto público federal, y la subordinación a las ganancias capitalistas lleva a que las propias concesiones del PT hayan sido en base a un aumento del trabajo precario y del crédito "fácil", relacionado a mantener las condiciones de salud, educación, transporte y vivienda, o sea, los servicios básicos de la población, en niveles cada vez más precarios.
O sea, el PT gobernó con un programa que destinaba el 40% del presupuesto público al capital financiero internacional, al mismo tiempo que buscaba mantener las ganancias capitalistas y patrocinaba a las grandes empresas.
Para encubrir el golpe a esta realidad que significaron las jornadas de junio de 2013, los intelectuales del PT salieron a decir que los que salían a las calles en ese momento o cualquier cuestionamiento que se quisiera hacer por izquierda a su gobierno no eran más que las "fuerzas de la derecha". Al mismo tiempo, el PT era el que ponía al interior de su propio gobierno a las figuras más emblemáticas de la derecha brasileña, como Michel Temer, Eduardo Cunha, Renan Calheiros, para dar solo algunos ejemplos. Intentaban convencer a las masas de que para mantener las mejoras en el nivel de vida era necesario "entrar en el juego capitalista" y por para eso era necesario garantizar la gobernabilidad.
Con este discurso envalentonaron a todos los sectores partidarios del golpe institucional. Esto vino acompañado de una crisis económica internacional, que mostró que las concesiones del gobierno petista no eran fruto de la bondad sino de las condiciones económicas favorables previas que le habían permitido hacer esas concesiones sin afectar las ganancias de los capitalistas. Cuando esas ganancias fueron puestas en riesgo por la crisis económica, ya no era posible seguir manteniendo esta formula y el PT fue el primero en comenzar a aplicar los planes de ajuste que la burguesía exigía para descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. No lo hicieron de forma integral ni con el ritmo que le hubiese gustado a los capitalistas, por eso fue necesario un golpe institucional. Ante esa situación el "alerta" de la intelectualidad petista contra la derecha mostró ser palabras al viento: cuando la derecha de verdad organizó un golpe, fueron impotentes para resistir.
En el discurso de este sábado Lula incluso dejó bastante clara su confianza en la justicia brasileña y en el Lava Jato, manteniendo la subordinación al imperialismo. El programa de administración del capitalismo aplicado por el PT a lo largo de estos 13 años y su estrategia de contención de los trabajadores por la via de los sindicatos que dirige es lo que terminó generando la desmoralización en las masas. Cuando la aprobación de la reforma laboral del gobierno golpista de Temer es subproducto de la traición de las grandes centrales sindicales como la CUT y la CTB, esta desmoralización se potencia. Cuando en el espacio que se le abre a la derecha empieza a tener peso en sectores de masas una figura como la de Jair Bolsonaro, esta desmoralización potencia, y el PT busca canalizarla hacia una salida electoral para poder una vez más contener la lucha de clases y reeditar en forma de tragedia estos 13 años de gobierno petista. Finalmente, cuando la lucha contra la prisión de Lula y por el derecho del pueblo a decidir a quién votar es sustituida por una mera campaña electoral como "Lula 1018", también se profundiza la desmoralización.
La entrega de Lula a la Policía Federal de Moro es solo un símbolo de este programa y de esta estrategia. Las masas no estaban ahí. Las masas no salieron a las calles para luchar contra la prisión de Lula y contra todas las reformas, porque la pasividad de la CUT es una estrategia funcional al programa petista, que se subordina a la dominación imperialista y negocia nuestros derechos para mantener las ganancias capitalistas.
Si desde un punto de vista es necesaria la más amplia unidad de acción para enfrentar todos los ataques, es a la vez lamentable que el PSOL esté aceptando este programa, ya sea compartiendo escenarios electorales con Lula, como el de este sábado, o firmando un programa con el PT, PCdoB, e incluso PDT y PSB para "Reconstruir Brasil" con los capitalistas, como ya lo hicieron antes.
El correcto combate al golpe institucional, la lucha contra la prisión arbitraria de Lula y los ataques de la extrema derecha, deja de tener validez si se utiliza para abandonar las fronteras de clase, lo que se expresa en primer lugar en el programa. Las lecciones del gobierno del PT, del golpe institucional y de la subordinación al imperialismo deberían conducir no a una unidad a cualquier costo para que la izquierda sea fagocitada por el PT, sino a la necesidad de la más amplia intransigencia en la defensa de un programa que luche por un gobierno de los trabajadores de ruptura con el capitalismo basado en las organizaciones de democracia directa de las masas.
La prisión arbitraria de Lula, como continuidad y avance del golpe institucional, sirve para crear condiciones para atacar aún más duramente los derechos y condiciones de vida de los trabajadores y de las masas, y garantizar un control aún más directo del imperialismo norteamericano sobre el país . Esto tiene que ser respondido no con una unidad a cualquier costo en discursos y escenarios, en que la izquierda sea fagocitada por el PT, sino con un frente único obrero (acciones de masas por objetivos de combate), con la unidad de la clase en la acción contra estos avances del golpismo, a partir de la organización de base en los lugares de trabajo. Esta es la unidad que corresponde a la izquierda exigir de las centrales como la CUT y CTB, dirigidas por PT y PCdoB.
De lo contrario terminaremos rehenes del reformismo petista para salvar al capitalismo que no es ni siquiera "nacionalista-burgués", sino altamente subordinado al capital financiero siendo, por lo tanto, incapaz de enfrentar las contradicciones estructurales del país y resolver las demandas más sentidas de las masas, llevando a una mayor impotencia y desmoralización frente a los ataques de la derecha golpista y del capital. El nombre que le van a dar a esto hacia las elecciones es "mal menor".
Es en la perspectiva de combatir estas variantes que el Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT) de Brasil, y las agrupaciones que impulsamos junto a independientes como el Movimiento Nossa Classe, o grupo de mujeres Pão e Rosas, la Juventude Faísca o el Quilombo Vermelho, actuamos en cada lugar de trabajo y estudio para ampliar la influencia de los revolucionarios en el movimiento obrero y en la juventud, con un programa anticapitalista, revolucionario y de los trabajadores para batallar contra todos los ataques del capital buscando la unidad de acción de las filas obreras, enfrentando a las burocracias sindicales que impiden nuestra lucha, combatiendo las versiones "de izquierda" del golpismo, para construir una alternativa que pueda superar al PT por la izquierda. El PSTU abandonó esta perspectiva cuando apoyó el golpe institucional en 2016, y el PSOL viene subordinándose cada vez más a un programa que apunta a la búsqueda de administrar el capitalismo con un rostro más "de izquierda". Llamamos a todos los trabajadores y jóvenes que concuerdan con estas ideas a dar esta batalla con nosotros.

Diana Assunção
San Pablo

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