viernes, abril 06, 2018

Visages Villages: la mirada única de Agnès Varda, otra vez en movimiento



En su nuevo film, la emblemática realizadora francesa recorre los pueblos del país en busca de los rostros y las historias de quienes viven de su trabajo.

La directora y fotógrafa francesa Agnès Varda, autora de Cleo de 5 a 7 (1962) y Vagabond (entre otras influyentes películas) y una de las pocas sobrevivientes de la generación de la Nouvelle Vague, ha dirigido a sus casi 90 años otro de sus tan personales documentales, esta vez junto al multifacético artista visual francés conocido como JR.
En Visages Villages (Caras y lugares), actualmente en cartelera, los dos artistas se unen con el objetivo de recorrer distintas regiones y pequeñas ciudades de Francia, tomando contacto con sus habitantes tanto en la calle como en sus trabajos, para luego fotografiarlos en enormes murales a la vista de todos. Es particularmente interesante el camión fotográfico donde se desplazan, equipado con una impresora que produce retratos lo suficientemente grandes como para cubrir los laterales de graneros, casas y edificios de apartamentos e incluso, en un trabajo minucioso, en una gran pila de contenedores.
A través de las granjas, las fábricas y los muelles de grandes puertos, donde la gente se gana la vida y crea sus historias, los van invitando a su proyecto, y posteriormente pegando los retratos-gigantografías en casas, trenes, graneros, plazas –e incluso en un bunker alemán de la Segunda Guerra Mundial abandonado en una playa, alrededor del cual se teje una secuencia memorable, con un tratamiento de la historia y la condición humana a la vez íntimo y épico.
A lo largo del documental se va creando entre ambos una amistad particular y de gran respeto recíproco (a pesar de la gran diferencia de edad), de gran ternura y sensibilidad, en el marco de este particular viaje por carretera nutrido en partes iguales de fantasía y de experimentación artística. En los descansos de filmación aprovechan a compartir opiniones no sólo sobre el arte en sí, sino también sobre las infinitas formas creativas que tienen de ver con las cosas “comunes” del mundo y que la mayoría deja pasar sin darle mayor importancia.
Es de destacar el interés de Varda por la problemática de la mujer como protagonista de diferentes luchas que se dieron en Francia en estos últimos años. Entre ellas, la de la nieta de un minero que resiste la demolición de su casa, donde transcurrió la historia de su familia, cuando todo el resto del barrio obrero es derrumbado para construir nuevos apartamentos. O la visita a tres esposas de trabajadores portuarios de Le Havre, en la que se rescata su papel fundamental en las grandes huelgas contra la pérdida de sus beneficios sociales.
Así, Visages Villages se enmarca en el carácter social, realista y feminista que es característico de la obra de Varda.
A su turno, mientras ella y JR ejercen su oficio de trovadores visuales, se suman a los debates sobre la visión artística de la obra, la problemática de la visión de Varda -comprometida por su edad y por la enfermedad- y la de JR, siempre oscurecida por el uso constante de gafas de sol que usa a modo de talismán autoprotector. Vale destacar el asunto porque es el factor desencadenante de una de las escenas más conmovedoras de esta auténtica joya de la cinematografía.
Nominada al Oscar como Mejor Documental, ganadora del Independent Spirit Award y premiada en el Festival de Cannes, Visages Villages es una película de puro goce y de sensaciones placenteras, exuberante de ternura y de pureza de intenciones.

Silvia Gabay

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