lunes, mayo 14, 2018

Dien Bien Phu, ¿una derrota del Estado francés, una victoria del pueblo francés?

Intervención en la Conferencia Bandung del Norte

La derrota militar del Estado colonial francés en Dien Bien Phu el 7 de mayo de 1954 es uno de esos momentos históricos que marcan el paso de una época histórica a otra. Sin embargo, la caída del campo francés tras 56 días de sangrientos combates no se puede analizar en un plano únicamente militar. Esta primera victoria de una lucha de liberación nacional en el Imperio francés pone en marcha un proceso de emancipación nacional que anuncia el final de dicho Imperio. Para comprender las causas, retos y consecuencias de esta victoria vietnamita que los indígenas de las demás colonias francesas inmediatamente consideraron como propia, les propongo un recorrido en tres etapas. En una primera se tratará de situar el acontecimiento en la secuencia histórica que se inicia en 1945. En una segunda etapa recordaremos los efectos inmediatos de Dien Bien Phu en los demás pueblos colonizados, pero también en la renovación de la estrategia colonial francesa. Una tercera etapa se dedicará a la pregunta planteada en el título de esta intervención: ¿quién ganó y quién perdió en Dien Bien Phu?
La fisura de la base colonial
La Segunda Guerra Mundial actúa como poderoso germen de las aspiraciones anticoloniales. Resquebraja profundamente la base colonial. Las primeras fisuras no son militares, sino ideológicas, culturales y psicológicas. En el plano ideológico el racismo biológico que predominaba hasta entonces ya no es defendible a los propios ojos de los europeos. La experiencia del nazismo cambia profundamente la situación. Con el “nazismo” unos blancos aplican por primera vez a otros blancos una jerarquización racista que hasta entonces se reservaba a los colonizados. Unos países europeos son colonizados y sus pueblos sufren lo que sus países hacen vivir a millones de personas colonizadas desde hace siglos. El mismo año de Dien Bien Phu Aimé Césaire resume de la siguiente manera esta conmoción:
“Cuando Hitler vociferó por primera vez sus abominaciones sobre la raza superior, puede que los pueblos de Europa se sorprendieran. Nosotros, los pueblos coloniales, apenas nos sorprendimos porque ya habíamos oído ese lenguaje, no en boca de Hitler, sino en boca de nuestros amos, en las de los grandes colonizadores […] ; puede que la gran originalidad de Hitler haya sido aplicar a los pueblos europeos los métodos coloniales que hasta entonces Europa había aplicado, sin pestañear, para su mayor beneficio, a naciones no europeas” ( Aimé Césaire, Le colonialisme n’est pas mort).
En el lado de los colonizados la participación masiva en los combates contra el nazismo constituye una experiencia que mina uno de los mitos esenciales de la colonización, el de “la invencibilidad del hombre blanco”. Las organizaciones nacionalistas de las diferentes colonias recuerdan entonces al colonizador los ideales expuestos en la Carta Atlántica de 1941, la Carta de las Naciones Unidas de 1945 y la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948. La respuesta francesa a estas exigencias de los colonizados será la violencia militar y la masacre: en Argelia con las masacres de mayo de 1945, en Indochina con la guerra de reconquista en 1946 y en Madagascar con otra masacre en 1947.
La victoria de la Revolución china en 1949 y el final de la guerra de de Corea en 1953 completan la reunión de los factores que llevan a la victoria de Dien Bien Phu. El Estado francés ha calibrado bien lo que se juega en Vietnam. No se trataba simplemente de la independencia de una colonia sino del futuro del Imperio colonial francés. Testimonio de ello es la magnitud de las fuerzas militares implicadas en la batalla (el cuerpo expedicionario francés cuenta con más de 100.000 hombres).
El ejército francés es un reflejo de su Imperio. Los franceses solo representan el 25 % de los efectivos y los demás soldados provenían de 17 colonias. La actitud de estas tropas durante el conflicto será otro indicador de las mutaciones que sufren las colonias tras la experiencia de la Segunda Guerra Mundial. Una parte importante de los tiradores argelinos y marroquíes deserta y algunos de ellos se unen a los combatientes vietnamitas en respuesta al llamamiento de los vietnamitas que en sus panfletos y mensajes de radio destacan la comunidad de opresores y también en respuesta al llamamiento del líder nacionalista rifeño Abdelkrim El Khatabi, que declara:
“¡Soldados marroquíes! Sabed que la ayuda que prestáis a las fuerzas del imperialismo en Indochina, además de su carácter contrario a la religión y a la moral, prolonga la presencia francesa en vuestras patrias […] Debéis intentar pasar a las filas de los vietnamitas para ayudarles a vencer a los imperialistas franceses porque su derrota será también una victoria para la causa de la libertad y la independencia del Magreb” (Diario egipcio Sawt al Oumma del 21 de marzo de 1948.)

El impacto sísmico

Si la victoria vietnamita de Dien Bien Phu es un resultado de la nueva secuencia que se inicia en 1945 también es un acelerador de unas mutaciones profundas que caracterizan esta nueva época. Testimonio de ello son las reacciones de los colonizados. Veamos algunas citas de militantes nacionalistas de la época:
Fehrat Abbas destaca que Dien Bien Phu adquiere inmediatamente un carácter de símbolo: “Dien Bien Phu no fue solo una victoria militar. Esta batalla sigue siendo un símbolo. Es el Valmy de los pueblos colonizados. Es la afirmación del hombre asiático y africano frente al hombre de Europa. Es la confirmación de los derechos humanos a escala universal. En Dien Bien Phu Francia perdió la única legitimación de su presencia, esto es, la ley del más fuerte” ( Fehrat Abbas, Guerre et révolution d’Algérie: la nuit coloniale, p. 16).
Youssef BenKheda recuerda el impacto que tuvo Dien Bien Phu en la decisión de pasar a la lucha armada en Argelia: “El humillante desastre de Dien Bien Phu” para el cuerpo expedicionario francés actuó “como un poderoso detonador en todas aquellas personas que creen que la opción de la insurrección a corto plazo es ahora el único remedio, la única estrategia posible para superar la crisis [...]” . Dien Bien Phu “duplica la determinación de los militantes que tiene prisa por avanzar. La acción directa se impone a todas las demás consideraciones y se convierte en la prioridad de prioridades” (“Les origines du 1er novembre 1954”, p. 245.)
Ruben Um Nyobè, por su parte, considera que la victoria vietnamita “debe servir de lección a quienes creen que el hecho de calumniar al adversario es una solución eficaz” (“Comment faire pour gagner la bataille du référendum pour l’unification du Cameroun”).
Hubiéramos podido citar a Nkrumah o a Mandela, Nyerere o Fanon, Mandela o Sékou Touré, etc., todos los actores militantes nacionalistas de las independencias africanas mencionan la victoria vietnamita como promesa de una próxima independencia.
La reacción es idéntica en el lado de los pueblos. “La caída de Dien Bien Phu el 7 de mayo de 1954 no pasa desapercibida en Túnez; se celebra en los barrios populares por medio de la confección de un plato que se llama «tajine Dîen Bîen Phu»”, recuerda la historiadora Juliette Bessis (Mouvement ouvrier, communisme et nationalisme dans le monde arabe, p. 272). “Los colonizados, por su parte, no se engañaron. Diversos testimonios atestiguan que en las demás colonias entonces dominadas por Francia estalló la alegría”, completa el historiador Alain Ruscio (“Dîen Bîen Phu, le Valmy des peuples colonisés”, L’humanité, 9 de mayo de 2014).
También las autoridades coloniales constatan estos efectos en las relaciones con los colonizadores. Así, por ejemplo el prefecto de Batna declara que Dien Bien Phu tuvo como consecuencia “una importante modificación del estado de espíritu musulmán de Aurés […] Los chaouia ya no consideraban jefes a los franceses puesto que habían sido vencidos” (citado en Daniel Guérin, Ci-git le colonialisme, p. 25).
La aceleración de la historia que simboliza Dien Bien Phu se traduce rápidamente en hechos e iniciativas concretas. Cuando la batalla todavía no está totalmente cerrada aunque ya se conoce su resultado, se reúne del 28 de abril al 2 de mayo la Conferencia de Colombo en la que cinco países recién independientes de Asia deciden organizar en Bandung una conferencia de los países independientes de África y Asia. Unos meses después comienza la guerra de liberación de Argelia en la que participarán muchos tiradores argelinos que habían participado en la guerra de Indochina, después se celebra la Conferencia de Bandung en 1955 en la que los delegados vietnamitas son recibidos como héroes y en 1956 se produce la nacionalización del Canal de Suez, en la que la solidaridad proclamada en Bandung encuentra su primera concretización. Esta sucesión de hechos dan testimonio del impacto sísmico de la victoria vietnamita. En efecto, lo que entra en crisis mortal en Dien Bien Phu es la época colonial.
El Estado francés, por su parte, se ve obligado a cambiar de estrategia. El temor al contagio del “virus vietnamita” le lleva a aceptar la independencia de sus colonias asiáticas en la lógica de “soltar Asia para conservar África”. Las guerras de Argelia y Camerún serán las traducciones concretas de esta estrategia. Conservar el control colonial de África es la preocupación principal después de Dien Bien Phu. El exministro de las colonias, un tal François Mitterrand, resume esta preocupación de la siguiente manera: “Sin África no habrá historia de Francia en el siglo XXI” (F. Mitterand, Présence française et abandon, 1957, p. 237).
Pero el impacto acumulado de Dien Bien Phu, de Bandung y de Suez, y el temor de que se desencadenen nuevas luchas armadas en el África subsahariana lleva rápidamente a un nuevo cambio de estrategia. “No permitamos que se piense que Francia solo emprende reformas cuando se ha derramado la sangre”, afirma el ministro de Ultramar Gaston Deferre en su intervención ante el Consejo de la República en 1957 para justificar la ley marco de 1956. La aspiración a la independencia inmediata se ha vuelto tan fuerte que esta ley, que se contenta con conceder una amplia autonomía, queda superada nada más promulgarse. Como el Estado francés ya no se podía oponer a las independencias, las aceleró enmarcándolas por medio de los acuerdos de cooperación, los acuerdos monetarios y los acuerdos de defensa que vaciaban la nueva soberanía nacional de su esencia. Comienza el tiempo del colonialismo y de la Françafrique*.

Vencedores y perdedores

Dien Bien Phu tuvo tanto impacto sísmico que se tambaleó el conjunto del Imperio colonial francés. El Estado francés se vio obligado a transformar su colonialismo en neocolonialismo. Esta constatación pone de relieve que un sistema de dominación nunca desaparecerá ni se transformará por sí mismo. Solo se transforma por medio de una relación de fuerzas que determine o bien su desaparición o bien su transformación bajo un nuevo rostro. En ese sentido las independencias de la década de 1960 son a la vez un avance histórico indudable y el signo del mantenimiento de la dominación.
La cuestión de los vencedores y perdedores de Dien Bien Phu reviste un carácter de falsa evidencia. Planteado de manera esencialista y binaria, lleva a una respuesta en apariencia evidente: ganó Vietnam, perdió Francia. En el lado vietnamita la respuesta puede ser considerada globalmente como satisfactoria teniendo en cuenta el sacrifico colectivo que se necesitó para vencer militarmente al ejército francés. Semejante victoria supone la movilización de todo un pueblo, movilización que el general Giap resume así solo para la batalla de Dien Bien Phu:
“Para llevar un kilo de arroz a los soldados que están en el frente ¿acaso no se necesita consumir cuatro durante el transporte? ¡Se dan cuenta! Utilizamos 200.000 porteadores, más de 20.000 bicicletas, 11.800 balsas, 400 camiones y 500 caballos. Por lo demás, los cañones serán izados en brazos de los hombres (Le Monde, 4 de octubre de 2013).
Semejante esfuerzo y sacrificio atestigua una enorme movilización popular por la independencia y la convierte en una victoria indudable para el pueblo vietnamita. La aceleración de la historia anticolonial bajo el efecto de Dien Bien Phu hizo que los demás pueblos colonizados del Imperio francés se beneficiaran de la victoria del pueblo vietnamita.
Menos evidente es la pregunta de quién es el perdedor. Las respuestas aportadas por los diferentes actores de la época son significativas. El sociólogo y geógrafo André Siegfried explica en 1950, es decir, en el momento de las primeras derrotas militares de la guerra de Indochina, los retos de esta: “Lo que está en juego no es tanto el propio estatuto colonial como el destino de la raza blanca en el mundo y con ella de la civilización occidental de la que es garante, el único garante” (Le Figaro, 3 de enero de 1950). 34 años después, en el trigésimo aniversario de Dien Bien Phu, Bigeard resume de forma lapidaria: “Quien ha perdido es la raza blanca” (Libération, 7 de mayo de 1984). Entre los vencidos de Dien Bien Phu están sin lugar a dudas los supremacistas blancos que se exhibieron abiertamente durante toda la época colonial.
Los impactos sísmicos de Dien Bien Phu destacan un segundo perdedor: el propio Estado francés y las clases sociales cuyos intereses defiende. Desde el principio al final la cobertura mediática de la guerra de Indochina da testimonio de la importancia que esta colonia tenía para el Estado francés. Tanto la prensa escrita y radiofónica como los “noticieros” del cine trataron durante toda la guerra de forjar un consenso respecto a la guerra con el doble leitmotiv de la lucha contra el “peligro rojo” y de la defensa del Imperio francés.
El pueblo francés, por su parte, nunca apoyó esta guerra, que nunca fue popular. El movimiento contra la guerra de Vietnam fue importante y en particular hubo una fuerte movilización de la revista “Temps modernes”, del Partido Comunista Francés y de los grupos de extrema izquierda, hubo varios centenares de desertores que se unieron a las tropas vietnamitas, la negativa de los estibadores y de los ferroviarios a cargar y transportar el material destinado a Vietnam, manifestaciones contra la guerra con frecuentes enfrentamientos con las fuerzas de policía, etc. El informe del general Revers calcula, por ejemplo, que el 40 % del material que llevó a Indochina en 1949 había sido saboteado. Igualmente, en febrero de 1954 solo el 8 % de los franceses afirma aprobar la guerra (Alain Ruscio, “L’opinion française et la guerre d’Indochine (1945-1954)”, Histoire n° 29, p. 40). La importancia progresiva de estos hechos atestigua que no se puede considerar al pueblo francés perdedor en Dien Bien Phu.
Aún así, ¿se puede considerar Dien Bien Phu una victoria del pueblo francés? Si tenemos en cuenta que el imaginario colonial producido, reproducido y difundido desde la III República funciona como freno para la concienciación de las divisiones de clase de la sociedad francesa, todos los factores que rompen este espacio mental colonial son, de hecho, una victoria del pueblo francés. La cuestión no es aquí qué coste supuso la guerra al pueblo francés sino en primer lugar la cuestión del lastre ideológico colonial que impide una verdadera perspectiva progresista. “Un pueblo que oprime a otro no puede ser libre” destacaba ya Marx.
Contrariamente a lo que se afirma con demasiada frecuencia, el Estado francés aprendió de su derrota. El acompañamiento ideológico de la guerra de Argelia fue aún más fuerte que durante la guerra de Indochina y el envío de contingente se estableció para implicar a la mayor cantidad posible de franceses. Por desgracia, la oposición a esta segunda guerra colonial de la época no fue comparable a la de la primera.
Este retroceso no merma en absoluto la característica de la batalla de Dien Bien Phu: ser una derrota del colonialismo, del racismo y del Estado francés, y simultáneamente una victoria de los pueblos francés y vietnamita. Finalmente, queremos destacar una lección de esta página de la historia: la necesidad de un movimiento contra la guerra que se oponga a todas las aventuras neocoloniales que se multiplican hoy en día.

Saïd Bouamama
bouamamas.worpress.com
Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Intervención en la Conferencia Bandung del Norte, el día 6 de mayo de 2018 (véase el Llamamiento del Bandung del Norte)

* El término Françafrique es un neologismo formado con las palabras France (Francia) y Afrique (África) que d esigna el conjunto de las relaciones entre Francia y sus antiguas colonias africanas para denunciar el carácter ambiguo y opaco de la relación. Françafrique estaría constituido de redes de influencia y de lobbys de actores franceses y africanos que intervienen en los dominios económicos, político y económico para apropiarse tanto de las riquezas relacionadas con las materias primas como de la ayuda pública al desarrollo (N. de la t., tomado de la interesante definición del término en http://www.toupie.org/Dictionnaire/France_afrique.htm).

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